¿Mientras más limpian en el hogar, menos sexo tienen con sus esposas?

Este es el controversial hallazgo del estudio Igualitarismo, trabajo del hogar y la frecuencia sexual en el matrimonio, realizado por Sabino Kornrich para la American Sociological Association.

“Parejas en donde los hombres participan más en el trabajo del hogar típicamente hecho por mujeres (cocinar, limpiar, planchar y hacer la compra), reportaron tener sexo menos frecuentemente. Similarmente, parejas en donde el hombre participó más en tareas tradicionalmente masculinas –como el trabajo del patio, pagar cuentas y el mantenimiento del automóvil–, reportaron una frecuencia sexual mayor”, destaca Kornrich.

“La importancia del género ha declinado con el pasar del tiempo, pero continua ejerciendo una fuerte influencia en los comportamientos individuales, incluyendo la frecuencia sexual en el matrimonio”, asevera.

Kornrich, por otro lado, advierte a los hombres que no deben tomar este estudio como una justificación para no cocinar, limpiar, comprar o realizar cualquier tarea adjudicada tradicionalmente al género femenino. “Los hombres que rehúsen ayudar en la casa podrían aumentar conflictos en el matrimonio y disminuir la satisfacción sexual de sus esposas”, acota.

Para analizar los hallazgos de estos estudios, entrevistamos a la doctora Alicia Fernández, sexóloga, perita forense y presidenta de la Asociación Puertorriqueña de Educación, Consejería y Terapia Sexual (Aspects ), Clínica de Sexualidad Humana, y a Luisi Denton Marini, educadora sexual. Los resultados arrojados por esta investigación no sorprenden a las profesionales.

Sociedad cambiante

Para la doctora Fernández, los resultados indicados en el estudio pueden ser reales parcialmente. “La cultura tiene una gran influencia en el desarrollo de los roles de la mujer y el hombre”, indica la doctora, quien añade que a base de esta construcción social se establecen unos roles  específicos.

La sexóloga explica que cuando por alguna razón estos roles se alteran, se pueden provocar reacciones diversas en el hombre o la mujer heterosexual, que es, precisamente, el planteamiento del estudio. “Sobretodo, tiene  más efecto en el varón por la cuestión del machismo”, asevera la doctora Fernández.

“En estos tiempos donde por muchas razones estos roles y el machismo se están viendo obligatoriamente alterados, se están observando unos efectos en el hombre heterosexual”, acota la doctora.

La sexóloga explica que, para empezar, “antes la mujer no tenía que trabajar fuera, por lo tanto, el hombre era el que pertenecía al espacio público mientras que la mujer pertenecía al espacio privado, dentro de la casa”.

Además, explica la doctora Fernández, “un gran porciento de  las mujeres  han alcanzado un elevado nivel educativo y  han formado parte de la fuerza trabajadora, por lo cual han  necesitado, y también exigido, que el marido comparta la crianza de los hijos y las tareas del hogar”.

“En otros casos,  hay hogares donde la mujer trabaja y el hombre, por alguna razón, está desempleado y, entonces, asume el rol de amo de casa”, señala la doctora.

Por su parte, Luisi Denton Marini, educadora sexual, ha observado que la inversión de los roles tradicionales de género es cada vez más común, especialmente, desde hace 10 años. “Esto es cada vez más frecuente. Por eso, esta gente ha hecho estos estudios”, acota.

La doctora Fernández comenta que “todo esto puede provocar en algún grado lo que señala el estudio, que  el hombre que hace  el rol de amo de casa mantiene menos  frecuencia sexual que aquellos hombres que continúan realizando tareas únicas y exclusivamente indicadas para varones”.

Denton Marini destaca que “a medida que la mujer va asumiendo el rol del hombre, he visto que ha habido una apatía sexual de parte del hombre y hay también una apatía sexual de parte de la mujer porque está recargada”.

La doctora Fernández comenta que es posible que, por las razones que sea, el hombre tenga que asumir estas otras funciones (designadas para la mujer), y se puedan evidenciar  indicadores de ansiedad, depresión, baja autoestima, pérdida de valía o de poder, entre otras. Estas son condiciones consideradas como enemigas número uno del deseo sexual, por lo cual ocurre una baja en la frecuencia de encuentros sexuales con su pareja.

“Un buen desempeño de la  sexualidad depende  en gran medida de la estabilidad emocional del individuo. Por otro lado, no debemos olvidar que las labores del hogar y la crianza de los hijos son labores que agotan, que cansan y el cansancio físico  también  afecta el deseo  sexual”, observa la sexóloga.