En poco tiempo, tendremos  en las góndolas de los supermercados dos especies de manzanas transgénicas que se confundirán con las  demás manzanas rojitas o verdecitas, pero estas,  tendrán un “atractivo” particular: serán blanquitas, blanquitas cuando las corten y no se pondrán oscuritas, ni se oxidarán cuando entren en contacto con el aire.

Serán manzanas genéticamente manipuladas, que fueron  aprobadas la pasada semana  por el  Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), que concluyó que “no son un riesgo de plaga vegetal o que tengan un impacto significativo para el ambiente humano”.

Pero, la nutricionista Vilma Calderón, recordó que  el primer alimento modificado genéricamente fue el tomate, el que -al cabo del tiempo- tuvieron que sacar del mercado.  

“Lo que se hizo fue alterar una enzima para que pudiera mantenerse por más tiempo firme. Sin embargo, no funcionó y Europa no lo aprobó y al cabo de los años tuvieron que sacarlo del mercado. Hay que ver qué tipo de biotecnología se va a estar usando con estas manzanas”, dijo. 

“Primero, no todo adelanto científico es malo y de igual modo, no todo adelanto científico es bueno. Uno tiene que ser crítica y hay preguntas que tenemos que hacernos. Dos,  ¿quién se beneficia de este tipo de tecnología  y quién pudiera perjudicarse?”, agregó.

Estas preguntas, indicó, son necesarias porque el reclamo que se menciona en la noticia es de que, “estas manzanas no van a tener  un  impacto muy significativo  al ambiente y a la salud”.

“Es una afirmación  que hay que  tomarla  con pinzas, con cuidado y con  sospechas porque esto es lo mismo que  dijeron en 1992, cuando la FDA  aprobó los transgénicos: que no iba a tener gran impacto a la salud y al ambiente. Luego del 92, 20 años después, sabemos que hay serios efectos al ambiente, a la agricultura, a los animales y a la salud de las personas”, dramatizó.

Calderón recalcó que se desconoce qué tipo de tecnología  y qué tipo de modificación genética  van a utilizar porque la noticia no lo detalla.

Primera Hora le comentó que lo que se evita es que la manzana se oxide, al rebanarla o al golpearse.

“Sí, sí,  pero para lograr eso tienes que remover, tal vez alguna enzima o hacer un cambio. Hay que ver qué tipo de biotecnología se va a estar usando con estas manzanas. Creo que las modificaciones genéticas  que se hagan, no puede ser simplemente pensando en el ahorro  de los comerciantes. Creo que lo primero es pensando en la salud de las personas, los animales y el ambiente. Lo segundo, es el aspecto económico”, acotó.

“Yo prefiero algo que  se oxide, si es más seguro a mi salud. Cuando vas a comprar ensalada y vas a un restaurante con salad bar, le echan un sinnúmero de preservativos. Lo ideal es poder comerla fresca, sin aditivos, ni preservativos, ni sustancias químicas. El criterio  tiene que ser la salud de las personas y la protección del ambiente.  Yo prefiero comerlo fresco, sin preservativos”, agregó. 

Pero, es que si la FDA lo aprueba, uno piensa que no es dañino, le planteamos.

El problema es que  se aprobaron los transgénicos con estudios de solo tres meses de duración y se necesitan estudios longitudinales. La  FDA aprobó los transgénicos bajo el principio de equivalencia sustancial. Como es más o menos lo mismo, no hay que hacer estudios, ni reclamos en la etiqueta de la FDA y no dice que  es seguro, pero tampoco dice que no es seguro.