Redacción Ciencia. Las olas de frío y de calor disparan el riesgo de muerte en las personas con problemas cariovasculares, ictus, insuficiencia cardíaca y arritmias, según una investigación publicada este lunes en “Circulation”, la revista de la Asociación Americana del Corazón.

El estudio recuerda que desde la década de 1960, las tasas de mortalidad cardiovascular se han reducido mucho gracias a que se han identificado y abordado los factores de riesgo individuales como el tabaco, la inactividad física, la diabetes tipo 2 o la hipertensión arterial.

“Ahora, el reto es el medio ambiente y lo que el cambio climático puede depararnos”, advierte Barrak Alahmad, de la Universidad de Harvard (Boston).

Para hacer el estudio, los autores analizaron cómo pueden afectar las temperaturas extremas a las cardiopatías, la principal causa de muerte en el mundo, y para ello, analizaron los datos sanitarios de más de 32 millones de muertes cardiovasculares ocurridas en 567 ciudades de 27 países de los 5 continentes entre 1979 y 2019.

Los datos globales proceden de la Red de Investigación Colaborativa Multipaís Multiciudad (MCC), un consorcio de epidemiólogos, bioestadísticos y científicos del clima que estudian los impactos en la salud del clima y los factores de estrés ambiental relacionados en las tasas de mortalidad.

Dado que el cambio climático causa importantes oscilaciones en las temperaturas extremas, los investigadores las incluyeron en el estudio.

El equipo comparó las muertes cardiovasculares en el 2.5% de los días más calurosos y más fríos de cada ciudad con las muertes cardiovasculares en los días que tuvieron una temperatura óptima (la temperatura asociada con los menores índices de muertes) en la misma ciudad.

Por cada 1,000 muertes cardiovasculares, descubrieron que: los días de calor extremo supusieron 2.2 muertes adicionales; que los días de frío extremo representaban 9.1 muertes adicionales; y el mayor número de muertes adicionales tuvo lugar en las personas con insuficiencia cardiaca (2.6 muertes adicionales en días de calor extremo y 12.8 en días de frío extremo).

“Una de cada 100 muertes cardiovasculares puede atribuirse a los días de temperaturas extremas, y los efectos de la temperatura fueron más pronunciados cuando se analizaron las muertes por insuficiencia cardiaca”, concluye Haitham Khraishah, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Maryland, Baltimore.

“Aunque desconocemos la razón, esto puede explicarse por la naturaleza progresiva de la insuficiencia cardiaca como enfermedad, que hace a los pacientes susceptibles a los efectos de la temperatura”, apunta.

Los investigadores sugieren que pueden ser necesarios sistemas de alerta específicos y consejos para las personas vulnerables a fin de prevenir las muertes cardiovasculares durante las temperaturas extremas.

“Tenemos que estar al tanto de las exposiciones ambientales emergentes. Hago un llamamiento a las organizaciones profesionales de cardiología para que encarguen directrices y declaraciones científicas sobre la intersección de las temperaturas extremas y la salud cardiovascular. Así, podremos ofrecer más orientación a los profesionales de la salud e identificar lagunas en los datos clínicos y futuras prioridades de investigación”, concluye Alahmad.

El estudio precisa que la falta de datos del sur de Asia, Oriente Medio y África no permite utilizar estos hallazgos para hacer estimaciones globales sobre el impacto de las temperaturas extremas en las muertes cardiovasculares.