Pequeños sólo en estatura

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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A simple vista, captamos lo obvio. Son personas pequeñas con una marcada diferencia de estatura que los distingue del resto de la población de tamaño promedio.
Sin embargo, quienes manifiestan algún tipo de enanismo han sabido demostrar que son algo más que gente de baja estatura. También sueñan, ríen, y tienen el anhelo de contar con la misma calidad de vida de alguien con una estatura “normal”. Así ha quedado demostrado a través del reality show Little People Big World, creado hace más de dos años por la cadena norteamericana TLC. El programa muestra la vida de Matt Roloff, quien padece de enanismo de displasia ósea, junto con su esposa Amy, cuyo enanismo es acondroplásico, y sus cuatro hijos, uno de los cuales heredó la condición de la madre.
A nivel local, el artista y fotógrafo puertorriqueño Ricardo Gil, radicado en California, y la bailarina y actriz Karla Michelle Sánchez han sido ejemplos de que cuando se habla de talento, ganas de soñar y vivir una vida normal, el tamaño no hace gran diferencia.
A ella la distinguen una sonrisa permanente. Un ánimo contagioso y una determinación para hacer realidad cada meta que se plantea.
Con esta mentalidad, no sorprende que a sus 24 años, Karla Michelle Sánchez haya logrado sus aspiraciones de ser modelo, actriz y bailarina profesional. Incluso, ya cuenta con sus propia academia de baile, Dreams, establecida en Caguas, donde recibe a una matrícula de niños de tres años en adelante.
Al hablar de su condición, confiesa: “Yo sé que soy pequeña”, sin embargo, “no me visualizo como pequeña. No me gusta que me vean distinta”. Parte de esta manera de pensar la atribuye “a que me crié toda la vida con personas de tamaño normal”. De hecho, en su familia, nadie más ha manifestado esta condición. Esto incluye a su hermana menor. Además, Karlita, como la apodan cariñosamente, presume estar enamorada de su novio desde hace más de dos años, que mide 5 pies y 11 pulgadas de estatura.
A raíz de su acondroplasia, a los 11 años fue operada de vara tibia para enderezar sus piernas, ya que estaban demasiado arqueadas. La recuperación le requirió varios años de rehabilitación, incluyendo un lapso de más de dos años en silla de ruedas. “Tenía un poco de miedo. Pero mi fe en Papá Dios es una de las cosas que más me ayuda a seguir adelante, a ser feliz y a alcanzar lo que me propongo”.
Del mismo modo, es perceptible su afán de reír y de dar cariño a quien la rodea. “¿Y quién se quiere acercar a alguien triste?”, reflexiona, mientras varias de sus estudiantes la abrazan con entusiasmo durante una de las clases.
La joven de 3 pies y 9 pulgadas reconoce que en su aspiración por convertirse en bailarina se enfrentó al rechazo de algunas maestras. No obstante, cuando logró ser aceptada para tomar clases, “era de las que me levantaba a las 4:00 de la mañana a practicar”. Al presente, Karlita es parte del grupo de baile que acompaña a Calle 13.
La también actriz, que participó en el unitario Zompi, junto a figuras estelares como Gladys Rodríguez, Linnette Torres y Junior Álvarez, señala que “me molesta que se empeñen en darnos papeles sobre duendes o personas de circo. Eso hay que cambiarlo”. A su vez, critica con énfasis que “siempre se presenta en las novelas la imagen de una mujer bella y perfecta. Pero, ése no es el mundo real. En la vida real hay gente alta y pequeña, fea y bonita, flacos y gorditos”.
Para concluir, insiste en que “soy chiquita, pero me siento supergrande. No me siento atacada. Si la gente me mira, no siento complejos. Soy consciente de que quien me rechaza, se pierde la oportunidad de conocerme”.
La oportunidad de actuar se le presentó a Ricardo Gil cuando menos lo esperaba. Un director fílmico se le acercó un buen día en un café en Los Ángeles, en 2001. Desde entonces, ha tenido la oportunidad de trabajar para filmes de televisión, comerciales y teatro.
“Me gustó la experiencia de interpretar un papel”, confiesa el artista de padre puertorriqueño. A su vez, resalta con orgullo que ha “tenido la oportunidad de viajar a lugares como Europa y Australia”.
La condición de enanismo de Ricardo se conoce como síndrome de hipoplasia-cartílago-cabello, una rara afección en la que las personas presentan cabellos finos y escasos, y estatura pequeña, entre otros rasgos. En su familia, sólo él y su hermano menor la han manifestado. Esto no quita que ha podido vivir una vida normal en muchos aspectos. Entre otras cosas, tuvo un matrimonio de 17 años junto a una compañera acondroplásica, y es padre de una niña de tamaño promedio.
Al abundar sobre su vida, resalta que “es una realidad que el enanismo trae unas dificultades físicas”. Sin embargo, “la mayor dificultad no está, necesariamente, en ser pequeño, sino en la manera que te miran los demás”. Incluso, en numerosas ocasiones ha vivido el rechazo, la burla y los comentarios poco amables de algunos observadores de tamaño “normal” , además de “la percepción de que uno es menos que ellos”.
Hace más de una década que el también escultor, que mide 3 pies con 9 pulgadas, dedica parte de su tiempo a la fotografía artística. A través de este arte busca “enseñar al mundo una visión distinta desde el punto de vista de alguien con enanismo”, señala. “No puedo evitar retratar a mi nivel visual”. Esto le ha dado la oportunidad de exhibir exitosamente en diversas galerías en Estados Unidos.