Respirando según el Arte de Vivir

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Es un reflejo. Cierto es que es esencial para nuestra supervivencia, pero, a fin de cuentas, es un reflejo y lo hacemos todo el tiempo porque sencillamente no lo podemos evitar. Todos tenemos que respirar. De hecho, nuestro cuerpo -que es más sabio de lo que uno se imagina- nos impulsa a aspirar profundamente cuando nos impacientamos o nos sentimos desesperanzados y lo hace porque sabe que, debidamente oxigenado, el cerebro piensa mejor.
Esto es, en términos sumamente rudimentarios, de lo que se trata el Arte de Vivir.
Esta disciplina -la cual nos fuera explicada por Armando Román, instructor de la misma- es lo que promueve la entidad del mismo nombre. Conocida en inglés como Art of Living, “la Fundación el Arte de Vivir”, detalla Román, “fue creada en el 1982 por un líder humanitario llamado Sri Sri Ravi Shankar, quien ha sido nominado en tres ocasiones para el premio Nobel de la Paz. Hoy por hoy, la Fundación es la organización de voluntarios más grande del planeta, trabajando en más de 150 países alrededor del mundo. En Puerto Rico, estamos haciendo trabajo voluntario desde el 2000, cuando Enrique Ferreira -instructor de nacionalidad dominicana, radicado en Miami- ofreció el primer curso en San Juan”.
Desde el mismísimo principio de nuestra existencia hasta el momento de nuestra muerte -cuando exhalamos el último suspiro- estamos respirando. Y “entre esa primera inhalación y esa última exhalación” literalmente “se nos va toda la vida”. Pero, si te pones a pensarlo, como bien cuestiona Román, “¿le prestamos atención a la respiración?”. Probablemente, no.
Sin embargo, si nos detenemos a considerarlo, la realidad se hace cada vez más evidente. Como bien señala el instructor: “Cuando estamos tristes, nuestra respiración tiene un ritmo específico y es muy diferente a cuando estamos enojados. De igual manera, cuando estamos muy felices, disfrutando de nuestras merecidas vacaciones en un precioso lugar, nuestra respiración es casi imperceptible”.
Todo ello nos lleva a concluir que “para cada emoción, hay un patrón en la respiración. Entonces, señala Armando, “si controlamos nuestra respiración, podemos controlar nuestras emociones y sentimientos” y, por ende, “controlar nuestra mente”.
A medida que abunda más en sus planteamientos, Román recalca que los seres humanos nos ocupamos de aprender o enseñar diversas disciplinas, excluyendo la de la respiración, probablemente porque, como dijimos al principio, se trata de un reflejo. Sin embargo, debidamente controlado, lo que empezó siendo un mero reflejo puede convertirse en un valioso instrumento que nos otorgue máximo control sobre nuestras emociones negativas. De este modo, aprenderemos a lidiar con “las depresiones, el estrés y los enojos” y aprenderemos, ¡por fin!, “a vivir la vida con alegría y entusiasmo”.
Para participar en los talleres del Arte de Vivir no se necesita de ropa ni de equipo especial. Por si fuera poco, cualquiera puede beneficiarse de los mismos. Más aún, advierte Armando, “en estos talleres no existe ningún dogma o religión; al contrario, estas prácticas (reafirman) tus propias creencias. Los talleres están abiertos al público general de 17 años en adelante. ¡Hasta tenemos un participante en Ponce que tiene 87 años!”.
En dichos talleres, de acuerdo con Román, “se les enseña a los participantes técnicas sencillas, pero bien poderosas, para aprender a manejar las emociones y, por consiguiente, las tensiones que producen tanto estrés en nuestras vidas”, llevándonos, en ocasiones, a enfermarnos.
El Arte de Vivir se fundamenta en “la poderosa técnica de respiración llamada Sudarshan Kriya”, establece Román. Este término -así como el de las diversas posiciones que se asumen durante los ejercicios- son palabras en idioma sánscrito, el cual, según explica el instructor, “se dice que fue el primer idioma de la humanidad. ‘Su’ significa ‘propia’, ‘darshan’ quiere decir ‘visión’ y ‘Kriya’ define una ‘ acción purificadora’”, abunda. “De manera que, a través del acto de la respiración, llegamos a tener una visión correcta de lo que realmente somos: paz, amor, felicidad”.
Más aún, “a través de este proceso (podemos) experimentar el amor, la paz y la felicidad”, no como meros conceptos, “sino, más bien, como una experiencia real y verdadera. A través de los ritmos en nuestra respiración armonizamos los diferentes niveles de nuestro ser”.