¿Quién durante su infancia no sintió temor de estar a solas en la oscuridad? ¿O no tuvo miedo de que alguna criatura monstruosa surgiera de su armario a la hora de dormir?

Para muchos padres, aprender a lidiar con los temores de sus hijos durante su etapa de infancia puede resultar una tarea intensa. Además de las inseguridades propias de la edad, hay que recordar que los niños se distinguen por su capacidad imaginativa, por eso habrá ocasiones en las que convencerlo de que ningún personaje malévolo saldrá debajo de su cama, no siempre será una misión sencilla.

Un proceso normal

La Dra. Karen Martínez, psiquiatra de niños y adolescentes, aclara que hay muchas etapas del desarrollo en que los miedos son parte del proceso de crecimiento, tales como el temor a los extraños, a la oscuridad y otros. Éstos ocurren “como una manera de ir aprendiendo a lidiar con su medio ambiente”, explica. “Tenemos que recordar que el miedo es una respuesta natural de nuestro cuerpo para protegernos de lo que percibimos como un medio ambiente hostil”. Por lo tanto, si el niño es expuesto a algo nuevo que percibe de esta manera o que considera peligroso, es probable que se asuste hasta que se acostumbre y pierda el temor. También, hay niños de personalidad más introvertida, lo que influye en su dificultad para adaptarse a situaciones nuevas y en sus reacciones de miedo.

La doctora añade que este tipo de respuesta ante tales estímulos es usual. “Es un mecanismo de defensa primitivo que tenemos todos los seres humanos para, al ser expuestos a algo que nos pone en peligro, poder escapar y defendernos adecuadamente”.

Además, en la infancia es común que actúen con ciertos temores ante diversas circunstancias “en vista de que no han tenido tantas experiencias como un adulto”, compara Martínez. “Cuando sus cerebros identifican algún estímulo novel, reaccionan con aumento en atención”. Si hay una posibilidad de riesgo, “se activa una respuesta de miedo”. En cambio, si no identifican riesgo, “se activa una respuesta de exploración y conocimiento”.

Depende de cada niño

Estamos acostumbrados a esperar que los pequeños reaccionen con miedo ante ciertas circunstancias. Ahora bien, éstos van a depender de “los estímulos que han recibido y de la respuesta de sus cuidadores a esos estímulos”. Por ejemplo, si el infante observa un perro por primera vez y el cuidador reacciona con ansiedad, el niño interpretará que los perros son un peligro y de ahí en adelante reaccionará con miedo a los perros, detalla la doctora.

A su vez, dependerá mucho de la primera experiencia que ha tenido el pequeño ante cada estímulo. Como ejemplo, Martínez menciona que “si la primera vez que se acerca a un televisor éste se prende con el volumen alto, el niño posiblemente continuará reaccionando con miedo al televisor en el futuro”.

La experta aclara que otro factor determinante que influye en los miedos es el temperamento del menor o las características de personalidad que se pueden identificar desde temprana edad. Los niños introvertidos, “que se les hace difícil exponerse a nuevos estímulos, reaccionarán con más miedos que otros niños”.

Relación con la edad

Definitivamente, los miedos dependen de la edad del pequeño y varían de acuerdo con los estímulos a los cuales han sido expuestos. “Un infante de diez meses, que normalmente está rodeado de las mismas personas, al comenzar a gatear o caminar entiende que existe un mundo más allá de sí mismo, reacciona de manera apropiada con miedo a los extraños”. Por su parte, un preescolar que comienza a socializar más e intenta adaptarse a las reglas de comportamiento social, es probable que manifieste miedo “a figuras que le causan incertidumbre, como los monstruos y a la oscuridad”.

Por lo general, los miedos aparecen y desaparecen conforme a su desarrollo. Por ejemplo, los niños de edad escolar se sienten seguros de su capacidad de interaccionar con el ambiente y, por lo tanto, dejan de presentar ansiedad o miedos.

La Dra. Karen Martínez es catedrática auxiliar del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. Para citas, llama al 787-766-0940.

 

 

Ayúdalos a enfrentarlos

Sé un ejemplo. Los padres y cuidadores deben comprender su rol en transmitir miedos a los hijos a través de sus reacciones ante ciertos estímulos delante del menor.

Escúchalo. Es importante separar tiempo para dialogar con el menor sobre el porqué de su temor; que explique lo más detalladamente posible qué le angustia. A veces el ejercicio de escuchar puede ser suficiente para disuadirlo de su miedo.

Explícales un por qué. Según su edad, bríndale una explicación apropiada. Si es de edad escolar, ya tienen un conocimiento más claro de causa y efecto, lo que facilita la comunicación.

Infúndele seguridad. Como padre o madre, asegúrale que vas a estar ahí para ayudarlo y protegerlo. Refuerza esa promesa con la acción. Es decir, cuando solicite tu presencia en ciertas circunstancias, asegúrate de estar ahí.

Premia su logro. Para que repita una conducta deseada, lo ideal es reforzar ese esfuerzo. No tiene que tratarse de un premio material. Puede ser incluso sólo una frase de felicitación.

Vigila su rutina de sueño. Asegúrate de la programación a la que se expone antes de ir a dormir. La rutina antes de acostarse debe ser lo más relajante posible.

Observa su reacción. Aunque existen miedos apropiados por etapas de desarrollo, si el niño manifiesta alguna disfunción en sus actividades del diario vivir (no ir a la escuela, cambios en el apetito, problemas de sueño, dejar de jugar, etc.), podría estar presentando un desorden de ansiedad y debería ser evaluado por un profesional.

Miedos comunes

1. A desconocidos Esta reacción es típica durante la edad infantil y preescolar. También sienten miedo a la separación de los padres. Esto ocurre debido a que aún no se sienten cómodos en un mundo que empiezan a conocer y buscan que un cuidador esté siempre con ellos.

2. Oscuridad Este temor puede estar relacionado con pesadillas así como con circunstancias imaginarias, entre otras causas. Una opción es Inventar juegos de buscar un tesoro, utilizando una linterna, o permitirle dormir con una lámpara pequeña tipo night light.

3. Desastres naturales Es común durante la etapa preescolar asustarse por los relámpagos y el sonido ensordecedor de los truenos, y más cuando se trata de un efecto de la naturaleza que apenas está empezando a conocer. Explícale que es un fenómeno normal y pasajero que no le hará daño.

4. Monstruos Esto puede guardar relación con personajes de cuentos y películas. En esta etapa infantil se les hace difícil entender los conceptos que son abstractos y desconocidos. Una sugerencia es pedirle que te acompañe a corroborar que en cada rincón al que él teme no existen tales criaturas.

5. Fracasar En la edad escolar y adolescente los miedos más comunes tienen que ver con competencia social, como el temor a fracasar en la escuela o sentir miedo ante situaciones sociales. Es importante reforzar su autoestima y escuchar con atención cuáles son sus preocupaciones.