El síndrome de la cabaña es un estado de ánimo, mental y emocional catalogado como normal que se presenta en personas que han estado encerradas en su hogar por un periodo de tiempo considerable en respuesta a un agente estresante, en este caso, el COVID-19.

Luego de aproximadamente cuatro meses de comenzada la cuarentena y el toque de queda se vuelve a la calle y a la posibilidad de reintegración a la rutina normal de vida. La salida paulatina de un lugar “seguro”, como es el hogar y donde hay control de propagación y contagio, puede producir un miedo latente. Este miedo existe, aun tomando en consideración las medidas de prevención recomendadas como uso de mascarilla, lavado de manos y distanciamiento social.

Los síntomas más comunes que se pueden observar en este síndrome son; a nivel emocional (tristeza, angustia, alteraciones en patrones de sueño, letargo, cansancio, miedo a enfermar o a morir); a nivel cognitivo (dificultad en atención y concentración, olvidos frecuentes, impulsividad, poca tolerancia y falta de motivación); y a nivel conductual (miedo a salir, a retomar las rutinas previo a la pandemia como trabajo, estudios y a participar socialmente).

Las personas en mayor riesgo de padecer el síndrome de la cabaña son:

1. mayores con patologías propias de la edad

2. niños a quienes para hacerles entender la necesidad de quedarse en casa se les infundió miedo

3. personas vinculadas a pérdidas de familiares y conocidos producto del virus

Es importante destacar que el miedo no es algo negativo. Es una emoción natural ante un evento real que contribuye a la supervivencia y protección de la persona. El problema surge cuando el miedo supera cierto umbral de la emoción, y se vuelve incapacitante en funcionalidad y desempeño de las actividades del diario vivir y las ocupaciones.

No existe una única receta para manejar el miedo y la ansiedad producto del síndrome de la cabaña. Cada persona lo enfrentara según sus recursos personales características de personalidad. Entre las estrategias de manejo recomendadas se encuentran:

1. Seguir los protocolos de prevención de contagio establecidos.

2. Empezar a salir poco a poco, y gradualmente exponerse a actividades sociales en comunidad. Por ejemplo: salir a botar la basura, caminar hasta la esquina de la calle, dar una vuelta a la manzana, contacto con la naturaleza.

3. Practicar técnicas de mindfulness, meditación y relajación y atender situaciones personales del presente.

4. Evitar buscar información continua del virus. La sobreexposición informativa no ayuda ya que la saturación de datos mal manejada aumenta el miedo y los niveles de ansiedad.

5. Fortalecer la capacidad de resiliencia.

6. Ser creativos en nuevas formas de expresar afecto ante la limitación del contacto físico de besos y abrazos. Por ejemplo, escribir mensajes personalizados de cariño hacia personas importantes, y grabar videos caseros con pensamientos positivos y dedicarlos a seres queridos.

7. Plantear objetivos realistas a corto plazo y proyectar la vida a un futuro cercano. Por ejemplo, hacer una lista de actividades a realizar una vez comience a liberarse el toque de queda y cuarentena.

8. Rediseñar la rutina y estilo de vida de regreso a la comunidad considerando aspectos relacionados al trabajo, estudios, pasatiempos y nuevos intereses de ocio.

9. Integrar una rutina balanceada de ejercicios y alimentación.

10. Consultar y buscar apoyo con profesionales de la salud para manejo de síntomas de miedo y ansiedad.

Para más información puede visitar la página de Facebook @Colegio de Profesionales de Terapia Ocupacional de Puerto Rico.

(El autor es doctor, sicólogo, consejero profesional en salud mental y terapeuta ocupacional)