No están solas. 

Tender la mano y hacerles saber a las víctimas de violencia doméstica que cuentan con un apoyo para enfrentar su situación no es solo una gran satisfacción para la directora del Hogar Ruth, Lisdel Flores Barger, sino también un compromiso constante que forma parte de su inclinación por servir, vocación que ha reflejado por cerca de 17 años. 

Y tantos han sido sus esfuerzos, que la organización comunitaria que dirige resultó ganadora en noviembre del Premio Tina Hills que otorga anualmente la Fundación Ángel Ramos y que concede un premio con un valor de $150,000.

“Es un aliciente para nuestra organización”, manifestó la directora sobre la distinción de la entidad, que reconoce a una organización sin fines de lucro que sobresale por su trayectoria y aportación a mejorar la calidad de vida en Puerto Rico. “Creo que es la primera vez que el premio está destinado a un albergue para víctimas de violencia doméstica, así que eso tiene que ver con el momento histórico en que estamos viviendo, en donde la violencia de género ha cobrado tantas vidas y lo que nosotros hacemos, un trabajo tan fuerte y tan necesario, nos visibiliza, nos pone en el mapa y provoca que la gente se interese en conocernos”, agregó Flores Barger, quien especifica que el mérito corresponde a los esfuerzos de todo el equipo de trabajo.

“Es una organización de alrededor de 35 años salvando las vidas de mujeres, niñas y niños en peligro de violencia doméstica”, destacó con orgullo la también trabajadora social, quien de los 11 años en el Hogar Ruth, tiene a su haber tres como directora. 

En la misión por proteger, entre sus programas de servicio directo se incluyen el del albergue de emergencia, el programa de vivienda, de orientación y consejería ambulatoria, de intercesoría legal, de educación y prevención de violencia, y equipo de respuesta ante la agresión sexual. 

Al hablar de las motivaciones para intentar hacer una diferencia en la sociedad, hace referencia a su pasado. 

“Vine de una familia donde vi la violencia doméstica de cerca”, confesó. “Lo vi a través de mi mamá”, lamentó, para confesar que “no necesariamente pensé que iba a terminar en esto y que me iba a apasionar de la manera en que me ha apasionado. Lo que sí puedo decir es que las experiencias que viví me sirven para ser más empática, más sensible, y para entender que dentro de la idiosincrasia de la violencia que se vive en cada una de las familias, todas son distintas y todas las van a atender y las van a manejar de manera distinta”, destacó la directora, quien trabajó por muchos años con personas sin hogar. 

Su experiencia le ha enseñado que ninguna crisis tiene mayor validez que otra. Al contrario, cada situación tiene su propio agobio. “A nivel personal, con el transcurso de los años, uno va aprendiendo, adquiriendo destrezas para que esto no te afecte a nivel personal. Pero no quiere decir que no te muevan el piso”, confesó. “Pero me van a mover el piso para bien y me refiero a que cada una de ellas me enseña cuántas necesidades, aún como sociedad, nosotros tenemos para entender la violencia y para trabajarla desde su raíz”, reveló, para acentuar la finalidad de la organización de no solo proveerles seguridad, sino también “de buscar alternativas para que estas mujeres tengan otras herramientas y no necesariamente salgan y recaigan en una relación igual”.

Flores Barger aprecia los resultados de su esfuerzo, de impactar vidas. “Amo lo que hago y cuando tú lo amas a ti se te nota”, reflexionó. “No tiene manera de explicarse en palabras la satisfacción de ver familias transformadas, mujeres reconstruidas, tomando el control de sus vidas, niños que han sido impactados severamente con la violencia, cambiar, incluso en términos de sus manejos de emociones, porque llegan aquí con múltiples situaciones y esas múltiples situaciones son atendidas, y cuando tú ves que salen distintos a los que recibimos, me doy cuenta de que trabajo en el mejor lugar”.