Como todos sabemos, cuando estamos frente a una enfermedad, se nos expone a un tratamiento con el propósito de ser sanados. Ese tratamiento, entre muchas cosas, se compone de medicamentos que combatan la enfermedad. Hoy quiero presentarte un medicamento que es sumamente efectivo para la recuperación del paciente. No viene en un frasco de pastillas, no tienes que ir a buscarlo en ningún lugar, no necesitas receta, ni dinero para adquirirlo. Ese medicamento eres tú mismo.

Tú puedes ayudar al paciente de salud mental, si te comprometes con estos tres principios:

1. “No subestimaré la enfermedad”

Muchas personas tienden a sentir compasión y ayudar a quienes sufren una enfermedad física, sin embargo, subestiman cuando la enfermedad es psicológica. Lastimosamente, la tasa de suicidios se ha incrementado y la mayoría de estas muertes están relacionadas directamente a enfermedades de salud mental. Por lo que, si cuán mortal pueda ser una enfermedad, es lo que nos mueve a hacer algo, entonces las enfermedades mentales son una razón de peso.

Cuando hablamos de enfermedades mentales, muchas personas no consideran que la depresión o la ansiedad sean parte de ellas. La razón principal es porque hoy en día muchos padecen de estas condiciones. Sin embargo, necesitamos entender que el que algo se vuelva común no significa que sea normal, por lo que debemos prestar atención cuando una persona es diagnosticada con cualquiera de estas condiciones.

2. “Miraré a través de tus ojos”

Recuerdo la primera vez que pude ver gráficas de cómo una persona con esquizofrenia deforma la realidad. Algunos, veían animales donde no los había, otros veían personas con miradas maliciosas, entre muchos otros escenarios igualmente tristes. ¡Cuánta compasión sentí al entender que, quien padece de esta enfermedad ve algo totalmente distinto a quienes están sanos!

Es sumamente importante que entendamos que el paciente que sufre de una enfermedad mental no necesariamente interpreta el mundo y lo que vive como quien no padece de alguna. Por ejemplo:

· Para una persona sana, la música alta podría significar alegría, mientras que para una persona con trastorno de ansiedad podría ser un ruido desesperante.

· Lo que para una persona sana, podría ser una simple diferencia, para una persona en depresión puede representar una situación muy grave que le afecte por semanas, días, o incluso años.

Por lo que, para ayudar, debemos entender su condición y partir de su realidad. Ver el mundo a través de sus lentes, para entonces siendo sensible a su dolor poder ser facilitador. No le presiones o te molestes porque debería sentirse diferente, créeme, si la mayoría de las personas pudiesen elegir no sufrir lo escogerían, así que sé compasivo y paciente.

3. “Te acompañaré”

Recuerdo un conmovedor anuncio de televisión, en el que una anciana recibía un sobre de correo. Al ver que era de su hijo se emocionó mucho y fue inmediatamente a abrirlo. ¡Cuánto dolor mostró cuando vio que en el interior no había una carta, solo unos cuantos billetes y nada más!

Si queremos ser medicina tenemos que comprometernos a estar presentes. La presencia constituye tiempo de calidad; por lo que, esforcémonos en construir momentos agradables. Leámosle un buen libro, veamos una película, evitemos hablar de cosas negativas, por el contrario; hablemos de cosas buenas que nos hagan reír. Promovamos conversaciones profundas respecto a cómo se siente y escuchémosle con atención para que podamos canalizar a tiempo cualquier pensamiento que pueda ser perjudicial.

Cuando No somos parte de la Solución, nos convertimos en parte del Problema. Todos podemos ayudar a otros a tener una vida mejor, comprométete a ser medicina.

(Christy Muller es conferencista internacional, autora del libroUna vida mejor”).