Un niño que no habla bien y que no se puede comunicar efectivamente se sentirá marginado, diferente, tendrá problemas para establecer amistades y se afectarán sus emociones y sus estudios académicos.

Además, en muchas ocasiones, terminará sufriendo problemas de aprendizaje, lectura y escritura.

Ésa es la contundente opinión de Sandra A. Mattos, maestra de educación especial con maestrías en patología del habla y del lenguaje, administración y supervisión escolar y consejería pastoral y quien, además, tiene 37 años de experiencia en el área.

Mattos establece que existen muchos niños en etapa preescolar que presentan dificultades en las destrezas que preceden el lenguaje, tales como prestar atención, mirar a la cara, interactuar con otros niños de su edad y responder a su nombre.

“A veces pienso si será el tipo de vida que estamos llevando. Los niños no juegan en la calle, no saben lo que es treparse a un árbol; muchos no han ido nunca a la playa ni se han bañado en un aguacero. Los problemas del habla y del lenguaje que vemos hoy no son los mismos que atendíamos hace 35 años atrás”, opina la educadora.

“La adquisición del lenguaje se enriquece con experiencias propias, familiares y del diario vivir”, asegura la profesional, quien añade que algunas de éstas son visitar los parques, observar, hablar de lo que se ve, leerle cuentos al niño apropiados para su edad, ver menos televisión y realizar juegos de mesa.

Es el pediatra del niño quien llevará un registro en detalle del progreso del desarrollo de su habla–lenguaje. “En el momento que un padre le trae una preocupación a su pediatra sobre el desarrollo del habla de su hijo, ya existe un posible problema para ese padre o cuidador”, acota y advierte que “no se debe retrasar la ayuda al niño y a los padres. Mientras más pronta sea la ayuda ofrecida al niño, más rápida será la recuperación”.

Trastornos del habla

La Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición (American Speech Language Hearing Association, ASHA) clasifica los trastornos del habla de la siguiente forma:

1. Articulación 

Dificultad en producir sonidos en las sílabas y emitir palabras de forma incorrecta, de modo que otras personas no pueden entender lo que la persona está diciendo.

2.  Fluidez del habla con problemas que incluyen tartamudez  Una condición en la que  el habla se interrumpe debido a pausas anormales, repeticiones o sonidos prolongados y sílabas.

3.  Resonancia o trastornos de la voz 

 Incluye problemas con el tono, el volumen o la calidad de la voz. Distrae a los oyentes de lo que se está diciendo. Estos tipos de trastornos también pueden causar dolor al niño o hacerle sentir incómodo cuando está hablando.

4.   Disfagia oral o trastornos de la alimentación   Incluye dificultades al comer o al tragar.

0 a 12 meses

La fase inicial del desarrollo del habla se presenta con el balbuceo. El   bebé  empieza a unir sonidos, a incorporar las distintas entonaciones del habla y a decir palabras como “mamá” y “papá” (sin entender realmente lo que significan). El niño debe estar alerta auditivamente y empezar a reconocer nombres de objetos de uso común (por ejemplo, “bibí”, “bobo”).

12 a 15 meses

 En esta etapa, el menor presenta muchos sonidos en su balbuceo (como p, b, m, d, o n), empieza a imitar y a  aproximarse a sonidos y típicamente dice una o más palabras (excluyendo “mamá” y “papá”) de forma espontánea. También entiende y sigue instrucciones de un solo paso.

18 a 24 meses

Aproximadamente a los 18 meses,  dice sobre 20 palabras y unas 50 o más cuando cumple dos años. Empieza a combinar dos palabras en frases muy simples, como "bebé llorar" o "papá grande", identifica objetos de uso común, dibujos, indica sus propias partes del cuerpo cuando alguien se las señala y sigue instrucciones de dos pasos (como "recoge la bola y dámela").

2 a 3 años

Ocurre una “explosión de vocabulario” en el habla del menor. Puede combinar tres o más palabras en frases u  oraciones. Comprende instrucciones más complejas que incluyen conceptos espaciales como “ponlo en la silla” o “ponlo debajo de la mesa”. Identifica colores y usa conceptos descriptivos (grande y pequeño).

La disfagia  

A pesar de que  la disfagia es el término que se utiliza para describir un problema de alimentación, éste interfiere de forma directa con el habla de los niños.  Es por esa razón que Yadira M. Rentas, terapista ocupacional pediátrica con más de 40  años de experiencia, compartió algunos datos sobre el particular. 

La palabra disfagia se deriva del griego dys (dificultad) y phagien (comer). 

Hay varios aspectos en el proceso de comer que se pueden relacionar con los de producción del lenguaje hablado. éstos son el aspecto motor y el aspecto sensorial de la alimentación.  

Si el mecanismo oral no tiene la capacidad motora para manejar alimentos de texturas variadas,  tampoco tendrá la capacidad motora para pronunciar adecuadamente algunos sonidos del habla. 

Algunos niños con hipersensibilidad oral tampoco resisten la sensación de la lengua cuando toca el paladar al tragar o cuando los labios se unen para masticar con la boca cerrada. Por dicha razón,  igualmente, se resisten a pronunciar algunos sonidos que necesitan de esos movimientos del mecanismo oral. 

Como parte del tratamiento de la disfagia pediátrica,  se utilizan una serie de ejercicios orales y masajes sensoriales que no sólo ayudan al niño en su problema de disfagia,  sino que tienen como efecto secundario la mejoría en la producción del lenguaje hablado.

Condiciones de salud que afectan el habla–lenguaje

1.   Problemas de audición
2. Retrasos cognitivos
3.   Retrasos del desarrollo
4.   Musculatura oral débil
5.   Defectos de nacimiento como el labio leporino
6.   Autismo
7.   Problemas motores
8.    Problemas respiratorios (trastornos de la respiración)
9.   Disfagia
10.   Lesiones cerebrales traumáticas
11.   Síndromes

Tratamiento 

De acuerdo con el diagnóstico ofrecido por el patólogo del habla una vez que se haya evaluado al niño,  se traza un plan de tratamiento. 

En este plan, se trabaja directamente con el niño de uno a cinco días por semana (según lo estipule la evaluación),  en periodos de 30 a 60 minutos.

Se va revaluando según  el progreso alcanzado por el niño. 

Se recomienda evaluar al niño por lo menos una vez al año.

En Puerto Rico, el personal autorizado por ley a evaluar, diagnosticar y orientar en referencia a la terapia del habla–lenguaje es el patólogo del habla–lenguaje. El terapista del habla-lenguaje colabora bajo la supervisión del patólogo y ofrece tratamiento y orientación, según se le delegue. 

Es contra la ley que el terapista del habla–lenguaje evalúe y ofrezca diagnósticos.

Diagnóstico 

El patólogo del habla y del lenguaje someterá al niño a  una serie de pruebas y escalas estandarizadas  que diagnosticarán:

Si existe un atraso o problema

Qué entiende el menor, lo que se conoce como lenguaje receptivo

Qué puede decir, o sea, el lenguaje expresivo

Si el pequeño utiliza o se beneficia de otros sistemas de comunicación, por ejemplo, señalar, sacudir con la cabeza o hacer gestos

El desarrollo de los sonidos y la claridad de su habla

El mecanismo oral del niño 

Mientras más temprano, mejor 

El diagnóstico y el tratamiento temprano de problemas en el habla–lenguaje en los niños es muy importante.

Aquellos niños que reciben terapia temprano en su desarrollo (menores de 3 años de edad) tienden a tener mejores resultados que los que la comienzan  más tarde. 

Los niños mayores de tres años mejoran más lentamente porque ya han aprendido otros patrones y el proceso toma más tiempo. Es importante comenzar las terapias lo antes posible.