Un estudio reciente -y que ha tenido divulgación mundial debido a lo preocupante de sus hallazgos-, conducido por un equipo de científicos del Centro Hospitalario Universitario Sainte-Justine de la Universidad de Montreal (Canadá),  reveló que el uso de las redes sociales y la televisión sí está fuertemente relacionado con el aumento de los síntomas depresivos en los adolescentes.

El equipo de científicos siguió a casi 4,000 adolescentes canadienses entre los 12 y 16 años. Les pidió que registraran el tiempo que pasaban frente a las pantallas, especificando cuánto era en redes sociales, cuánto viendo televisión, cuánto en videojuegos y cuánto usando el computador para otras actividades. Además de esto, los adolescentes llenaban regularmente cuestionarios sobre su estado de ánimo, dando pistas así de cualquier síntoma de depresión.

Después de recopilar los datos, los investigadores analizaron la relación entre el tiempo de exposición y la depresión, descubriendo que hay la relación entre las redes sociales y la televisión con síntomas depresivos como sentimientos de inutilidad y pensamientos recurrentes de muerte.

Competencia entre redes

¿Por qué comenzaron a presentar estos síntomas de depresión? Los investigadores hallaron que no es tanto el hecho de que la permanencia frente a la pantalla consuma el tiempo que debieran dedicar a actividades físicas o a estar al aire libre, por ejemplo; pero sí comprobó la importancia respecto a lo que observan y a la frecuencia de exposición. Y en particular, que si los adolescentes se exponen a contenidos que los alientan a “compararse” son más propensos a tener una menor autoestima.

Otro factor clave es el poder adictivo de las redes, lo cual potenciaría estos efectos negativos una vez desencadenados. 

“Las redes sociales fueron diseñadas para que nos enganchemos y pasemos en ellas la mayor cantidad de tiempo posible. Y cada vez necesitamos más para lograr el mismo ‘hype’ (excitación o altas expectativas frente a algo) o para obtener más ‘likes’ (aprobación social), lo que termina alejándonos de lo que ocurre a nuestro alrededor, del mundo real”, dice Samir Estefan, cofundador de TECHcetera.co y experto en redes sociales. 

Es decir, que nos aislan y sumergen en su mundo. En últimas, hablamos de gente que está cada vez más sola, tratando de agradar y expuesta a miles de supuestos “modelos perfectos” de los que están a años luz. Un cóctel sin duda potenciador y disparador de cuadros depresivos.

Según los autores del estudio, estas observaciones concuerdan con las hipótesis anteriores sobre cómo se desarrolla la depresión. Elroy Boers, investigador posdoctoral en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Montreal y autor principal de la investigación, explicó que “las redes sociales y la televisión son medios que frecuentemente exponen a los adolescentes a imágenes de otras personas que operan en situaciones más prósperas, como aquellas con cuerpos ‘perfectos’ y un estilo de vida más emocionante o rico”. Ante lo que es fácil que surjan pensamientos como “qué aburrida es mi vida”, “qué feo es mi cuerpo” o “qué fracasado que soy”.

El punto clave es que muchos adolescentes -y muchos adultos- no entienden que por estas redes se comparten cosas que son muy irreales: “Nadie va a publicar que no tiene dinero para comer o que en dos años no ha viajado. La gente intenta mostrar un tipo de vida ideal que muchas veces no es para nada real y, por ende, se crea esa falsa ilusión de que una vida digna de ser vivida tiene que ser como la que las redes sociales proyectan”.

Otro de los hallazgos de la investigación es que las redes, en comparación con otras actividades basadas en la pantalla, hacen que aquellos que ya muestran signos de depresión lo experimenten aún más profundamente, tanto por su carácter adictivo (“qué me estaré perdiendo, tengo que ver”), como a través de un llamado “proceso espiral de refuerzo”. Según explica Boers, “las personas buscan y seleccionan información congruente con su estado de ánimo actual. Las características algorítmicas de la televisión por demanda y, en particular de las redes sociales, crean y mantienen un circuito de retroalimentación al sugerir contenido similar al usuario según su comportamiento anterior de búsqueda y selección. Por lo tanto: más dosis del tipo de contenido que está alimentando el cuadro depresivo”.