El estrés, el exceso de exposición al sol, las agresiones externas a la piel, las alergias así como las infecciones mal tratadas pueden desencadenar dermatitis atópica en los adultos, una enfermedad que genera lesiones graves en la piel, afirmó la inmunoalergóloga, María de Jesús Vázquez.

La especialista dijo que aunque está afección se desarrolla desde la infancia, hay una variedad que puede presentarse en la edad adulta, cuyos síntomas pueden ser difíciles de tratar.

“Es una enfermedad multifactorial y tiene que haber un desequilibrio de varias cosas, puede ser por estrés, medio ambiente, alergias por ácaros, hongos, alimentarias, por medicamentos o sensibilidad a algo que nos pongamos en la piel”, afirmó Vázquez.

Agregó que el padecimiento tiene un alto componente genético que, aunado a un desequilibrio en el sistema inmunológico, hace que la piel se defienda mediante la comezón intensa crónica.

Los pacientes presentan en la piel brotes de diferentes tamaños, cambios de coloración, enrojecimiento u oscurecimiento de la piel que aparecen de manera intermitente en extremidades, cuello y detrás de las rodillas, pero que no desaparecen a pesar de la aplicación de diversos medicamentos ingeridos o tópicos.

La dermatitis atópica es considerada una enfermedad rara o difícil de tratar que afecta a 3 % de los adultos, de los cuales una tercera parte la desarrolla de manera moderada a grave y dos de cada diez no controlan los síntomas, dijo la inmunoalergóloga.

La mayoría de los pacientes desarrolla la enfermedad desde la niñez y en promedio pasan 37 años tratando los síntoma, muchas veces sin éxito.

Vázquez explicó que los climas extremos, tanto en frío como en calor, potencian el padecimiento por lo que en México, por ejemplo, hay más casos en ciudades de la península de Yucatán, Tijuana y Mexicali. Así que no es de extrañar que con el calor de Puerto Rico los casos sean comunes.

Añadió que la dermatitis atópica suele confundirse con otras afecciones como la rosácea, la psoriasis, urticaria, alergias o intoxicaciones alimenticias, por lo que un paciente tarda hasta 6 años en tener un diagnóstico adecuado.

La especialista explicó que los síntomas pueden afectar la calidad de vida de los pacientes, quienes desarrollan desde infecciones y laceraciones graves en la piel por el continuo rascado, afectaciones en la calidad del sueño que incide en sus actividades cotidianas y hasta depresión y ansiedad por no poder controlar la enfermedad.