A la pesca de chicas con los chavos como carnada
Los hombres que utilizan sus bienes materiales para llamar la atención de las mujeres, en el fondo, sienten que no tienen nada más que ofrecer.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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“Dime que quieres sólo aquellas cosas que el dinero no puede comprar.
No me preocupo mucho por el dinero, el dinero no puede comprarme amor”.
Este fragmento, traducido al español, de la letra de la canción Can’t Buy Me Love, de la archifamosa banda de rock inglesa The Beatles, bien pudiera convertirse en el himno de las mujeres que repudian el acercamiento de aquellos hombres que intentan llamar su atención por medio de la ostentación de bienes materiales.
Algunos varones, a la hora de pagar la cuenta durante una cita con una mujer que les atrae, hacen todo lo posible por sacar una paca de dólares para sorprenderla. Otros, aunque sólo compren una caja de chicles, son capaces de pagarla con un billete de $100 con el mismo propósito.
Ese tipo de donjuán no para de hablar de todos los viajes que ha hecho, de los fabulosísimos restaurantes donde ha comido o de su colección de gafas de diseñador.
Los más osados llegan al extremo de comprar un auto deportivo último modelo –así no lo puedan pagar– porque creen que de esta forma lograrán tener una novia atractiva.
Es que este hombre, al tratar de lucir como “Richie Rich”, pareciera que intenta comprar la atención y el afecto de la mujer que le atrae.
Este asunto, aparentemente, tiene una profunda raíz en el reino animal, según lo consigna la doctora Kevia Calderón, psicóloga clínica. “En el reino animal, en la mayoría de las especies, es común observar cómo el macho hace despliegue de todos sus talentos, posesiones o características físicas como parte del ritual de cortejo”.
Sin embargo, en la especie humana, la situación se maneja de forma diferente. “Cuánto poseemos o cuánto poder adquisitivo tenemos puede ser utilizado como un poderoso imán de seducción, a través del cual es posible conseguir una noche de pasión o a una relación puramente materialista”, menciona la doctora.
Angie González, psicóloga licenciada con especialidad en consejería, establece que, en el pasado, en muchas culturas los matrimonios se unían por contrato o por “compra”. “En este sistema, el novio o su familia presentaban bienes materiales como pago o en intercambio, lo que conocemos como la dote. Los bienes que se ofrecían, habitualmente, eran proporcionales o representativos de la posición económica del novio y su familia”, sostiene.
La psicóloga clínica indica que, si bien es cierto que este sistema aún existe en algunas sociedades, desde el siglo XIX, los casamientos por selección libre de la pareja se volvieron los más comunes. “La realidad es que esta costumbre de establecer matrimonios por amor es relativamente nueva”, opina González.
“Con este breve vistazo a la historia, podemos comprender que el uso o presentación de bienes materiales por parte del varón en su ritual de conseguir una pareja ha estado presente a través de toda la historia”, acota González.
La psicóloga sostiene que, además, a lo largo de la historia, el hombre ha sido el poseedor de los bienes materiales y que este factor ha sido un elemento importante en la construcción de su autoconcepto y su valor en el marco social. “Los bienes que posee le dan estatus en su grupo social y atraen la atención no sólo de las mujeres, sino de toda la sociedad”, advierte.
Por su parte, la doctora Amelia Rodríguez, psicóloga clínica y perito forense, asegura que en nuestra cultura, al existir la expectativa de que los varones son los proveedores, aquellos “que no logran cumplir a cabalidad con esto, pueden ser considerados como poco hombres, incapaces e incluso mantenidos”.
La doctora Calderón establece que en Puerto Rico, al igual que en otros países de Latinoamérica y el Caribe, es posible encontrar hombres cuya estrategia de seducción se remite a la presunción de sus bienes materiales, pero no es necesariamente la norma o lo más común.
“Lamentablemente, en una sociedad capitalista se tiene una errada creencia de que más es mejor y que un hombre que se respete debe poseer un estatus económico moderadamente alto para ser un buen candidato”, destaca la doctora Calderón.
González comparte dicho punto de vista al aseverar que “la sociedad puertorriqueña es altamente materialista y consumerista”, por lo tanto, “no es extraño que muchas personas, no sólo los hombres, traten de llamar la atención de otros alardeando de los bienes que poseen”.
“Por ejemplo, tenemos la idea generalizada de que en el Día de San Valentín, el tamaño del peluche y el precio del regalo es importante para provocar una respuesta positiva de la persona a quien se quiere conquistar”, añade Gónzalez.
González opina que muchas personas sienten que su valor ante los demás está muy relacionado con sus pertenencias. “Llega al punto de que le otorgan más importancia a las posesiones materiales que a la calidad de ser humano”.
La psicóloga clínica menciona que “la experiencia apunta a que las prendas, la vivienda y los carros son indicadores importantes del estatus financiero o el poder adquisitivo”.
La doctora Calderón piensa que un hombre que se vale de las apariencias para conquistar a su pareja refleja una autoestima frágil.
“Pudiera dar la impresión de ser muy seguro y prepotente, pero eso es sólo una imagen; en el fondo, puede haber un terrible sentido de no ser suficientemente bueno para merecer el amor incondicional de otros, por tanto, requiere comprarlo”, advierte la doctora, quien, por otro lado, señala que este hombre quizás tenga mucho más que ofrecer, “pero aún no lo ha descubierto o no se da permiso de verlo”.
En cambio, asegura la doctora, un hombre que posee una autoestima saludable y una imagen adecuada de sí mismo, no se verá en la necesidad de alardear de sus bienes materiales “pues sabe que una relación requiere de otros tantos elementos que no se pueden medir en términos de dólares y centavos”.
La doctora Rodríguez destaca que una relación que se fundamente en este tipo de dinámica probablemente durará muy poco y estará falta de compromiso y afecto. “Mientras pasa el tiempo, resulta más difícil poder complacer a la otra persona, ya que se esperan cosas más costosas. La capacidad de asombro y complacencia disminuye. En resumen, ya nada es suficiente”.
“Llega un punto en donde ambas partes se cansan de este patrón por la imposibilidad de ser complacido o por la incapacidad de complacer al otro. Los excesos materiales se convierten en escasez emocional y el sentimiento de vacío inunda a ambas partes”, añade la doctora Rodríguez.
A modo de conclusión, la doctora Rodríguez les recomienda a las mujeres que no se dejen apantallar por apariencias y por los lujos materiales. “Estos bienes no logran llenar las necesidades emocionales y, a la larga, te sentirás vacía. Busca las riquezas humanas y no las materiales, y obtendrás mejores resultados. De esta forma, lograrás relaciones más saludables y satisfactorias”.
Que te quieran por quien eres
1. Reconocimiento. Para que un hombre pueda abandonar este tipo de patrón seductor, tiene, primero, que reconocer que es algo perjudicial o dañino, de lo contrario, no habrá un movimiento real de cambio.
2. Reflexión. Es necesario que el hombre pueda reflexionar y entender las razones por las que ha actuado de esta manera, ya sea por sentimientos de inseguridad, de prepotencia o porque es lo que aprendió como modo de relacionarse con los demás.
3. Ayuda profesional. Dependiendo de la causa que motiva el comportamiento, varía el plan a seguir. En algunos casos, el hombre pudiera trabajarlo de manera independiente y con la ayuda de seres significativos. En la mayoría de los casos, necesitará la intervención de un profesional del comportamiento humano para:
Ayudarle a identificar el porqué de su conducta
Trabajar inseguridades personales y fortalecer su autoestima
Fomentar la empatía y el respeto hacia los demás
Que aprenda y desarrolle nuevos estilos de relacionarse, comunicarse y de acercarse a otros
Lo más importante es que el hombre pueda modificar su manera de pensar y entender que su valor como persona no radica exclusivamente en lo que pueda dar u ofrecer a una potencial pareja.
Es fundamental que comience a enfocarse en otros aspectos que suelen ser atractivos para conseguir y mantener una relación de pareja, entre ellos, la seguridad en sí mismo, la simpatía, la capacidad de apoyar y comprender a los demás y buenas destrezas de comunicación.
Fuente: Doctora Amelia Rodríguez, psicóloga clínica y perito forense
A la cama sí, al altar no
Un estudio realizado por las facultades de la Universidad de Rice, la Universidad de Texas, en San Antonio (UTSA), y la Universidad de Minnesota, encontró que los gastos sobresalientes de los hombres son dirigidos a obtener aventuras románticas sin compromiso y las mujeres lo saben.
En la investigación Pavos reales, Porsches y Thorstein Vebles: el consumo ostentoso como un sistema de señalización sexual se analizó una muestra de 1,000 individuos para comprobar si un gasto considerable de un hombre en artículos de lujo aumenta el deseo en las mujeres.
El estudio reveló que, así como los pavos reales hacen alarde de sus colas ante sus potenciales parejas, los hombres hacen lo propio por medio de productos lujosos, tales como un Porsche.
Cabe destacar que esta estrategia fue utilizada solamente por los hombres que estaban interesados en relaciones sexuales a corto plazo con las mujeres.
De acuerdo con los investigadores, aunque las mujeres encuentran al dueño del Porsche más deseable para una cita que otro sujeto con un auto más modesto, éste no es considerado un potencial prospecto para casarse. Las mujeres infieren que los gastos ostentosos de los hombres tienen que ver con que éstos están interesados en sexo sin compromiso.
La investigación aparece publicada en la revista Journal of Personality and Social Psychology.
Lo que quieren las mujeres
Buena personalidad La doctora Amelia Rodríguez, psicóloga clínica y perito forense, señala que un hombre que sea buen conversador y sociable, con seguridad y simpatía, tendrá facilidad en llamar la atención.
Valores Angie González, psicóloga licenciada con especialidad en consejería, opina que la mayoría de las mujeres lo que buscan es un hombre respetuoso, afectuoso, seguro y comprometido. “Las mujeres saben que la abundancia material es frágil y se puede perder con facilidad. Tener mucho dinero no garantiza un futuro feliz”, asegura, y advierte que un hombre que derrocha su dinero adquiriendo bienes lujosos puede crear una imagen negativa, pues puede ser percibido por las mujeres como un vanidoso, caprichoso, inmaduro y mal administrador de sus bienes.
La minoría busca el dinero La doctora Kevia Calderón, psicóloga clínica, comenta que, por otro lado, “existen chicas que, al igual que su pareja, pudieran poner los bienes materiales como prioritarios sin prestar mayor atención a la ausencia de sentimientos u otros valores”.