En el contexto del Día del Orgasmo Femenino, este 8 de agosto, profesionales de la salud destacan la importancia de visibilizar y tratar la anorgasmia, una condición que implica la dificultad persistente o recurrente para alcanzar el orgasmo a pesar de contar con la estimulación sexual adecuada.

Según información de Mayo Clinic, este trastorno puede tener un impacto significativo en el bienestar emocional, la autoestima y la vida en pareja, pero existen tratamientos eficaces que, con la orientación de un especialista, pueden mejorar la experiencia sexual.

La anorgasmia, también denominada trastorno orgásmico femenino, puede presentarse como un retraso considerable en la llegada al orgasmo, su ausencia total o la disminución notable de su intensidad. Este fenómeno se manifiesta incluso cuando hay excitación sexual suficiente y estimulación física o psicológica adecuada.

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Es importante diferenciar que no todas las mujeres buscan o necesitan alcanzar el orgasmo en cada encuentro sexual, por lo que en ausencia de malestar, no se considera un trastorno clínico.

Factores que pueden causarla

La respuesta sexual femenina involucra aspectos físicos, psicológicos y relacionales. Entre las causas identificadas se encuentran:

  • Psicológicas y personales: antecedentes de abuso, desconocimiento sobre estimulación sexual, imagen corporal negativa, culpa o vergüenza en torno al sexo, creencias culturales restrictivas, estrés y trastornos de salud mental.
  • Relacionadas con la pareja: falta de intimidad emocional, conflictos no resueltos, escasa comunicación sobre preferencias sexuales, infidelidad, violencia de pareja o disfunciones sexuales en la pareja.
  • Físicas: enfermedades crónicas (diabetes, esclerosis múltiple), efectos de cirugías ginecológicas, medicamentos (antidepresivos, antihipertensivos, antipsicóticos, antihistamínicos), consumo de alcohol o tabaco y cambios hormonales asociados a la edad o menopausia.

Educación y terapia sexual

El abordaje de la anorgasmia requiere identificar las causas y tratarlas de manera específica. Los especialistas señalan que las opciones incluyen intervenciones educativas, terapéuticas y médicas:

  • Educación sexual guiada: explicación detallada de la anatomía femenina y de las zonas erógenas, para comprender la respuesta del cuerpo ante diferentes tipos de estimulación.
  • Terapia cognitivo-conductual: sesiones individuales o en pareja para trabajar creencias, bloqueos emocionales y habilidades de comunicación sobre la sexualidad.
  • Masturbación dirigida: ejercicios pautados para explorar la autoestimulación, identificar sensaciones placenteras y trasladar ese conocimiento a la relación sexual con la pareja.
  • Técnicas de enfoque en los sentidos: actividades graduales para redescubrir el contacto físico, iniciando con caricias no eróticas y progresando hacia la estimulación sexual, con el fin de mejorar la comunicación y la conexión física.
  • Variación de posiciones sexuales: búsqueda de aquellas que favorezcan la estimulación del clítoris y aumenten las posibilidades de alcanzar el orgasmo.
  • Uso de dispositivos de estimulación: vibradores y succionadores de clítoris que potencian la sensibilidad y el flujo sanguíneo, probados inicialmente de forma individual y luego en pareja.

Tratamientos médicos

  • Terapia con estrógenos: en mujeres con síntomas de menopausia, el uso local (cremas o supositorios) puede mejorar la lubricación y el flujo sanguíneo vaginal. Su uso sistémico requiere evaluación médica por riesgos asociados, como cáncer de mama o enfermedades cardiovasculares.
  • Terapia con testosterona: indicada en casos seleccionados de mujeres con niveles bajos de esta hormona, para mejorar la excitación y la respuesta orgásmica. Puede provocar efectos adversos como acné, crecimiento de vello corporal o alteraciones del colesterol.

Los especialistas insisten en que la anorgasmia no debe considerarse un problema sin solución. Un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento personalizado pueden ayudar a restaurar la confianza sexual y fortalecer el vínculo en la pareja. El manejo integral aborda tanto la salud física como el bienestar emocional, reconociendo que el placer sexual es parte fundamental de la calidad de vida.