“Yo creía que mi ex y yo éramos felices juntos”, aseguró Dana Olsen, una mujer de California, quien se hizo conocida internacionalmente en medios de comunicación, tras vivir un delicado impase: ese novio con el que creía que formaba una pareja perfecta, terminó la relación seis semanas antes del matrimonio; las invitaciones a los 250 invitados ya habían sido enviadas, estaba pedido el fotógrafo, reservado el lugar, la música, la comida, la bebida, y los anillos comprados. 

“Dudo que haya alguien en el mundo que pudiera decir de nosotros: ‘me lo esperaba’. Éramos felices (…) Claro que teníamos encontrones. Alguna vez discutimos por algo estúpido; tuvimos nuestros momentos de tensión. Pero yo creía que teníamos una bonita y amorosa relación, la que íbamos a honrar con el matrimonio y bendecir con hijos. 

Obviamente, él tenía otros planes”, escribió Dana en una columna para el sitio Xojane.com. Tal como ha trascendido en medios de habla inglesa, esta mujer conoció a su ex prometido, Brendan McCarthy, hace 15 años, cuando aún iban en el colegio. 

Se reencontraron en California y comenzaron a salir, tres años atrás. Hace uno, él le pidió matrimonio y Dana, junto a su madre, pasaron todo el 2015 organizando la ceremonia y la fiesta, que tendrían lugar el 16 de enero pasado. 

“Me he vuelto loca tratando de encontrar una explicación a lo que pasó. Pero me estoy dando cuenta que nunca sabré por qué una persona que amé –y que me amaba- no quiso casarse conmigo”, señaló Dana, agregando un dato no menor a su situación: 

“Me di cuenta que no solo mi corazón estaba roto, yo también estaba en bancarrota”. La gran mayoría de las reservas hechas, no tenían devolución. Celebrar el matrimonio que nunca se hizo La ex novia había escuchado que algunas personas que habían vivido un quiebre así, optaron por hacer de sus frustradas fiestas de matrimonio, una celebración de cumpleaños e incluso, un festejo del “regreso a la soltería”. 

“Yo no tenía nada que celebrar, pero sí quería que alguien tuviera una linda noche”, aseguró. Es por eso que con la ayuda de su madre, decidió utilizar todos los recursos con los que ya contaban para organizar una fiesta para mujeres e hijos de un hogar de caridad de Seattle, donde sería la boda. Y de este modo, “transformar una situación horrible en algo positivo para las personas”.

Fueron 150 los invitados, quienes cenaron, bailaron con una banda en vivo y disfrutaron de otros aportes voluntarios, como los de una estilista que acudió para peinar y maquillar a las mujeres, y la entrega de vestidos y hasta joyas. Por su parte, Dana decidió no asistir. "Hice lo único que se me ocurrió esa triste noche de sábado: relajarme y salir".