Desde "Fifty Shades of Grey", el tema del sexo (y cómo, dónde y con quién lo hacemos) ha estado más caliente que nunca. La gente fantasea y, en este caso en particular, las mujeres se han soltado más y admiten sus deseos y frustraciones con lo que pasa entre las sábanas.

Ahora, muchos han llamado la trilogía de E.L. James, que se vende como literatura erótica, "pornografía light". Y es que las imágenes explícitas que se describen en las novelas le han alborotado la imaginación a más de uno.

La pornografía tiene su público fiel. ¿Sabías que, solo en EE.UU., se estima que 40 millones de personas la ven con frecuencia? Ya la industria no se centra en la parte de atrás de una tienda de artículos kinky; cualquiera puede accederla, gratis, por internet. Nunca ha tenido tanto alcance y adeptos y, por lo tanto, nunca ha influenciado tanto las relaciones de pareja como ahora.

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En un artículo recogido por Psychology Today sobre el proyecto "Las expectativas de los adultos sobre el uso de la pornografía con respecto a relaciones comprometidas: un estudio cualitativo" y publicado en los Archivos de Comportamiento Sexual en 2013,  se establece que tanto hombres como mujeres ven material pornográfico, pero es el primer grupo el más inclinado a consumirlo y al que más le altera la visión de cómo deben ser las relaciones de pareja.

Un estudio realizado por Spencer B. Olmstead encontró que a las mujeres no les preocupa tanto con cuántos amigos sus parejas ven pornografía, sino la frecuencia con la que lo hacen. Mientras, un estudio de Nathaniel Lambert reflejó que las mujeres con compañeros que veían material pornográfico con regularidad consideraban que era una amenaza a la estabilidad de pareja pero, por otro lado, los jóvenes de ambos sexos creyeron que el material explícito le añadía chispa a lo que hacían en la cama.

Muchas opiniones alrededor de un tema ya de por sí espinoso, que llevaron a los investigadores a preguntarse: ¿la pornografía le hace daño a la relación de pareja? Estas fueron las conclusiones:

1. Con la pornografía aumenta el riesgo de infidelidad (según cómo se consuma). El estudio de Amanda Maddox y colegas llegó a la conclusión de que aquellos que no usaban el material explícito estaban más entregados a la relación en pareja y tenían mayor satisfacción sexual, mientras que los incidentes de infidelidad eran la mitad comparados con los que veían pornografía solos. Por otro lado, los que consumían pornografía con sus parejas estaban más comprometidos con la relación que aquellos que la veían solos.

2. Te pone a pensar en otras "alternativas". El estudio de Lambert encontró que quien busca este tipo de material tiende a fantasear con otras personas, lo que eventualmente lo o la lleva a buscar cumplir esas fantasías. El grupo hizo tres experimentos y encontró que los hombres en el estudio eran más propensos a "mirar pa'l lado" que las mujeres, y estaban menos conectados a sus parejas.

3. De la pantalla a la calle. Otro estudio conducido por Andrea Mariea Gwinn, Lambert y otros quiso medir si las relaciones sexuales ficticias alteraban las reales y encontró que, de hecho, las personas que veían material pornográfico con regularidad veían en una pobre luz a sus parejas y, a la larga, eran más propensos a buscar esa fantasía en tiempo real. Un dato curioso es que aunque se encontraran totalmente satisfechos con sus parejas (tanto en lo físico como en lo emocional y sexual) la posibilidad de "algo mejor" era simplemente demasiado tentadora.

La pornografía, por supuesto, no es mala en sí misma y, de hecho, muchos terapistas sexuales la recomiendan, pero con un gran asterisco al lado: hay que reconocer que lo que se ve no es real, sino una actuación; que no es necesariamente lo más educativo para expandir el conocimiento sobre cómo deben ser las relaciones sexuales y, a la larga, puede traer más frustraciones que la satisfacción momentánea que produce.