Ya han pasado 15 años y parece que fue ayer cuando miles de hombres recibieron con beneplácito la llegada al mercado de la milagrosa pastillita azul para tratar la disfunción eréctil: la Viagra.

¿Quién no recuerda ese momento? Fue un boom. Los hombres se liberaron de los tabúes y empezaron a hablar de sus problemas y muchas mujeres, finalmente, disfrutaron de una relación sexual plena pues, gracias a la pastillita, el performance de sus maridos se elevó a otros niveles.

En solo un mes se prescribieron 500,000 recetas. No era para menos. Se trataba del primer medicamento oral para atender la condición que hasta ese entonces se conocía como impotencia y se trataba con inyecciones e implantes.

Para la farmacéutica Pfizer, representó una bonanza económica y, para sus competidores, el momento de empezar a producir un bioequivalente, lo que se materializó cinco años después.

“Fue una revolución total porque empezó a ayudar a muchas personas que tenían problemas de disfunción eréctil y a funcionar mejor sexualmente... y, en la parte médica, fue muy productiva, y para Pfizer todavía más porque ellos han hecho una millonada”, indicó a Primera Hora el doctor Pablo Iván Altieri, profesor de cardiología en el Recinto de Ciencias Médicas.

Viagra, si se puede decir de alguna forma, fue un “oops”, como decimos nosotros. Realmente, lo que los científicos estaban buscando era un medicamento para mejorar la función del corazón. Sin embargo, en la fase investigativa, cuando le aplicaron el medicamento –cuyo principal activo es el sildenafilo– a un hámster, se percataron de que el animalito se ponía activo sexualmente. De ahí en adelante se convirtió en el secreto mejor guardado.

“Estas medicinas vinieron para quedarse. Esto no hay quien lo quite”, sostuvo el también profesor de fisiología del mencionado campus.

Tras la salida de Viagra, llegaron al mercado Cialis y Levitra. La diferencia de estos dos medicamentos versus la pastillita azul es el tiempo de duración de la erección.

En el caso de la Viagra, el efecto de la pastilla es casi inmediato pero corto. Mientras, en Cialis y Levitra es de tres días. La mayor ventaja de la pastilla azul, sin embargo, es para los pacientes con condiciones cardiovasculares, que pueden llevar una relación sexual plena.

“Si tienen enfermedad del corazón y no están tomando nitroglicerina, usted quiere que el efecto sea más corto para no poner en riesgo al paciente”, explicó.

Cada vez más jóvenes

Aunque la disfunción eréctil es una condición que se presenta usualmente en el 50% de los hombres entre los 40 y 70 años, hoy día afecta a un grupo cada vez más joven debido principalmente al alto índice de obesidad y diabetes que existe entre la población.

En la Isla, se estima que el 64% de las personas tiene problemas de obesidad y un 20% de diabetes.

Pero, entre ese grupo de jóvenes, están también aquellos que no tienen ningún problema pero que se mueren por darle una probadita a la píldora para ver cuán potentes pueden llegar a ser en su rendimiento sexual.

“Se la toman para aumentar el performance o con la idea de estar toda la noche funcional y se creen ‘Tarzán’ o ‘Superman’”, comentó Altieri.

Los lugares donde los jóvenes pueden conseguir la pastilla azul son variados. Pero la realidad es que en Puerto Rico, como en otras partes del mundo, se puede adquirir de forma ilegal, ya sea en la calle o a través de la Internet, a un precio menor, pero sin la certeza de que se trate de un medicamento legal.

Actualmente, no todos los planes médicos cubren la píldora, que tiene un costo de $30, dependiendo de los miligramos.

Iván Ortiz, portavoz de la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas, indicó que en la Isla se realizan operativos donde no solo se confisca material falsificado relacionado con la industria de la moda y la música, sino también fármacos que atentan contra la salud pública.

La Viagra y los otros medicamentos para tratar la disfunción eréctil son los más falsificados.

Ortiz explicó que se trata de material hecho en China que, al igual que las drogas ilegales, entra al país usualmente a través del Servicio Postal o compañías privadas de correo.

Este mercado clandestino, dijo, es prioridad para la agencia debido a que se trata de un problema que atenta no solo contra las finanzas de las farmacéuticas, sino contra la seguridad pública. “Estos medicamentos nadie puede garantizar de qué están hechos y que no sean peligrosos”, expresó Ortiz.

Además de los medicamentos para tratar la impotencia, se venden de forma clandestina fármacos antidepresivos y narcóticos como Percocet. “Muchas personas adultas, por razones obvias, las adquieren sin saber el daño al que se exponen porque no saben de qué están hechas”, apuntó al destacar que para ellos es esencial la investigación de toda violación a las leyes de propiedad intelectual.