¿Letra cursiva o de molde?
La escritura a usarse en el día a día es un asunto personal.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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De pequeños, nos iniciamos en la escritura con la letra de molde. Luego, a eso del tercer grado de escuela elemental, el lápiz comienza a tener mayor soltura cuando aprendemos la letra cursiva, una caligrafía que tiene un estilo más personal.
Ésta, por ejemplo, puede ser más redondeada o inclinada dependiendo de la desenvoltura de la mano y, claro está, la práctica.
Sin embargo, son muchos los que, ya de adolescentes o adultos, dejan a un lado el cursivo y regresan a la letra de molde. Las razones son variadas, pero las más comunes suelen ser tres: les cuesta más trabajo escribir en letra cursiva, lo hacen con mayor rapidez cuando es en manuscrito (como se le conoce también a la de molde), y la omnipresencia de la computadora hace que se acostumbren más a esta última.
Ahora bien, ¿será que la letra de molde es más útil que la cursiva? ¿Deben las escuelas e instituciones educativas defender una sobre la otra?
De acuerdo con la terapeuta ocupacional Mónica Loyola Tizol, no existe tal cosa como una caligrafía más sencilla o con más ventajas. Todo dependerá de las habilidades de cada uno y la educación que reciban, entre otros factores.
“No conozco ninguna investigación que apoye una versus otra en términos de superioridad, es decir, que haya un estilo que sea mejor que otro. Depende de cada persona, de cómo ha sido su desarrollo cuando era más pequeña, cuánta exposición tuvo a actividades manipulativas (con las manos) y motoras, del currículo de la escuela y, ciertamente, la preferencia personal de cada individuo”, explicó Loyola Tizol.
Aunque la experta dejó claro que la escritura a usarse en el día a día es un asunto personal, lo que no es subjetivo es el orden en que se aprende cada estilo: primero tiene que ser el de molde y luego el cursivo.
Y es que, según destacó Loyola Tizol, las personas vamos desarrollando una serie de destrezas conforme crecemos.
“Se debe esperar hasta segundo o tercer grado para escribir en cursivo. Los niños de preescolar, de hecho, deben envolverse en una serie de actividades manipulativas y sensoriales antes de tomar un lápiz en sus manos. Estas actividades los ayudarán a desarrollar los arcos de las manos, la coordinación y la disociación de los dedos, permitiéndoles ser más flexibles a la hora de escribir”, aseguró la terapeuta ocupacional.
Las actividades manipulativas, como indicara la propia Loyola Tizol, son aquellas en las que los chiquitines tienen que usar sus manos para “manipular los objetos”. Algunas de ellas son el jugar con plasticina, pintar con los dedos y acomodar bloquecitos.
“Los niños deben, asimismo, estar expuestos a actividades recreativas al aire libre -como saltar la cuica, mecerse en los columpios o jugar la peregrina-, que son consideradas actividades motoras amplias. Éstas harán que tengan la fuerza y el control postural que les ayudarán a ejercitar las destrezas motoras necesarias para escribir”, afirmó.
Si bien en las escuelas deben enseñar tanto la letra de imprenta como la cursiva, Loyola Tizol fue enfática en señalar que -luego de aprendidas- es una elección personal decidir cuál emplear la mayoría del tiempo.
“Yo entiendo que todos los niños deben aprender ambas caligrafías, pero no se les debe obligar a usar una o la otra. Por ejemplo, si un niño demuestra preferencia por el manuscrito porque a lo mejor se le hace más difícil el movimiento de la mano con el cursivo o no entiende la dirección de las letras, que use entonces la que se le resulte más cómoda”, concluyó la experta.
A fin de cuentas, como expusiera la terapeuta, lo importante es que la escritura sea legible, es decir, que se pueda entender con facilidad.