Los niños ante los desastres naturales
Lo normal es que veamos cambios en los niveles de ansiedad.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Enfrentar un desastre natural es una experiencia poco agradable para toda persona. El temor a sufrir daños, así como la incertidumbre respecto a lo que pueda pasar, provoca gran inquietud y preocupación.
Los pequeños no están ajenos a estas reacciones. Al respecto, el Dr. Enrique Gelpí Merheb, psicólogo clínico especializado en niños y adolescentes, comenta que “toda esta situación causa en los adultos irritabilidad, ansiedad, mucha reactividad, y frustración”. Y aclara que “en muchas ocasiones, los síntomas y conductas de los niños responden a cómo los adultos están manejando la situación”.
A su vez, “cabe diferenciar que los que son muy pequeños, como de dos y tres años, por ejemplo, no suelen mostrar una preocupación mayor; no les afecta tanto porque están más apartados de esta realidad”. En cambio, “si son mayores la manera de los papás reaccionar sí tiene efecto en cómo los niños y adolescentes van a responder o manejar la situación”.
En términos generales, “lo normal es que veamos cambios en los niveles de ansiedad o irritabilidad por los cambios e impactos que puedan sufrir, a menos que tenga un impacto directo, que sea un evento más traumático”.
De hecho, “a medida que aumentan las vivencias negativas o el impacto de la crisis, mayores las probabilidades de que se convierta en algo traumático para el niño”, porque “no es lo mismo un niño que pasó la tormenta o el huracán escuchando los vientos y la lluvia, o durmiendo, que uno que tuvo que ir a un refugio o que lo rescataron del techo porque perdió todo en su casa por la inundación”. Por lo tanto, “aquellos niños que sufrieron un impacto directo pueden tener una crisis o emergencia”.
No te confundas
El psicólogo plantea que hay padres que pueden manifestar malestar con respecto a sus hijos adolescentes porque “creen que ellos van a desarrollar empatía ante la situación” o mostrarse más colaboradores para asistir en el proceso de enfrentar el desastre. Al respecto, el doctor aclara que “los padres deben entender que esto es una reacción típica de muchos adolescentes, que a veces no muestran empatía o tienden a minimizar la situación”. Incluso, en ocasiones “es un mecanismo de defensa, pero esto no quiere decir que no les preocupe lo que está pasando ni que vaya a ser un futuro adulto incapaz de tomar responsabilidad en este asunto”.
Aprende a manejarlo
1. Evita sobrereaccionar. Como padre o madre, es esencial que reconozcas tus propias emociones. ¿Sientes temor? ¿Te muestras irritable? ¿Estás desesperado?
2. Procura mostrar empatía con las emociones y reacciones de tus hijos. Compréndelos.
3. Escucha su sentir. Responde sus dudas, pero evita forzarlos a hablar al respecto si no lo desean. En este sentido, respeta su espacio.
4. Hazlos sentir seguros. Si bien debes guiarlos a aceptar que los desastres naturales no los podemos controlar y nos pueden impactar no importa dónde estemos, hay ocasiones en que podemos trabajar para protegernos en la medida posible.
5. Dependiendo de la edad, y dentro de un marco saludable, involúcralos en dinámicas relacionadas con el manejo de la situación.
6. En el caso de quienes han tenido pérdidas materiales, los padres deben reconocer que esto va a producir mucha inseguridad e inestabilidad con el ambiente, lo que puede generar ciertas reacciones como ansiedad de separación (por el temor a que mamá o papá se ahoguen porque viven cerca de un río, por ejemplo), entre otras.
7. Presta atención a sus emociones, en especial si le tocó vivir una situación traumática, ya que puede pasar que, por ejemplo, se sienta ansioso (“qué va a pasar ahora que perdimos la casa”), frustrado, con sentimientos de culpa (que piense “si hubiera ayudado a papá cuando mamá me lo pidió, esto no hubiera pasado”, etc.).
8. Redirige la atención de los niños. Busca actividades para desviar su interés hacia cosas positivas, creando un balance entre no negar la realidad, pero tampoco acentuar la sensación de crisis.
9. En la medida posible, procura rescatar la estructura (tras los daños sufridos) y la rutina a la mayor brevedad.
10. Si sientes que estas recomendaciones básicas no son suficientes para ayudarte, busca asistencia de un profesional de la conducta para el manejo apropiado de la situación.
Fuente: Dr. Enrique Gelpí Merheb