Masturbación: Una conversación necesaria
Cuando el deseo no se alinea, la autoexploración puede salvar la chispa de una relación.

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En las conversaciones entre amigas, a veces se confiesan cosas que no se dicen en voz alta.
“No sé qué me pasa... antes me encantaba estar con él, ahora no tengo ganas de nada”, son solo algunas de las confesiones que surgen cuando una mujer se encuentra con su grupo de confianza, en un espacio seguro. La mayoría de las veces lo dicen bajito, con culpa, con miedo o vergüenza. Como si algo en ellas estuviera roto. Como si el deseo fuera una obligación que hay que cumplir y no una experiencia que también se nutre, se cuida y se redescubre.
Esta escena se repite más de lo que imaginamos.
Mayo es reconocido como el Mes de la Masturbación. Y aunque muchos aún piensan que es algo que solo practican los hombres esa no es la realidad. Masturbarse es una práctica humana, común y saludable. Pero cuando se trata de hablar de autoestimulación, especialmente en mujeres, el tema sigue siendo un tabú. Por eso considero urgente abrir conversaciones incómodas, pero necesarias. Hablar de masturbación no es hablar de algo sucio, ni inmoral ni de algo exclusivo para quienes no tienen pareja. Es hablar de placer, conexión y bienestar.
Más allá de ser una fecha curiosa, este mes nos invita a reflexionar: ¿qué pasa cuando el deseo entre la pareja no está alineado? ¿Qué espacio le damos al placer propio dentro de la relación? ¿Y cómo puede la autoexploración convertirse en una herramienta para reconectar?
Históricamente, la masturbación femenina ha sido ignorada, silenciada e incluso condenada. Y esto ha tenido consecuencias profundas, no solo en la relación con el cuerpo, sino también en la forma en que nos vinculamos afectiva y sexualmente con otras personas. Porque sí, masturbarse es una experiencia íntima, personal y poderosa, pero también puede ser una herramienta fundamental para nutrir el deseo dentro de la pareja, especialmente cuando no está alineado.
El deseo no siempre se sincroniza y es normal. Una de las quejas más frecuentes en consulta es la diferencia en niveles de deseo sexual. Esta desigualdad puede generar frustración, presión, culpa o desconexión si no se habla con honestidad. Pero el deseo no es una línea recta ni una constante diaria. Es más bien cíclico y sensible a muchos factores: estrés, crianza, salud hormonal, dinámicas de pareja, autoestima, rutina, entre otros.
Y que no siempre haya deseo no significa que algo esté “mal”. Significa que tal vez es momento de buscar nuevas formas de conexión.
Aquí es donde entra la autoexploración.
Masturbarse no es simplemente un plan B cuando no hay sexo en pareja. Es una vía para mantener viva tu energía erótica, reconectar con tu cuerpo y cultivar tu propio deseo. Tal como explica Emily Nagoski, sexóloga y autora del libro “Come as You Are”, el deseo no siempre llega espontáneamente: muchas veces es responsivo, es decir, se despierta cuando hay estimulación. A veces, todo comienza con un pensamiento, una fantasía, un roce… o una sesión de autoexploración.
Masturbarte no es egoísta. Es autoconocimiento.
Explorar tu cuerpo no es traicionar a tu pareja. Es fortalecer el vínculo que tienes contigo. Y cuanto más claro esté ese vínculo, más claridad tendrás para compartir tu placer con otra persona. No se trata de elegir entre la intimidad individual o la compartida. Se trata de entender que el deseo propio también merece atención.
La autoexploración no es una amenaza para la relación; es parte del menú erótico, no la competencia. Es una forma de mantenerte conectada contigo y desde ahí, con tu pareja. Porque cuando una persona se conoce, se comunica mejor, se siente más libre para pedir, para decir que sí o para decir que no.
Cultivar el deseo propio no es un viaje egoísta. Es un acto de cuidado. Y en las relaciones de largo plazo, donde la chispa a veces se apaga entre las exigencias del día a día, la masturbación puede ser una herramienta valiosa para volver a encenderla.
Hoy te invito a hacer un pacto contigo misma: deja de disculparte por lo que sientes. Olvídate del “¿será que está mal?” y cámbialo por un “¿qué me hace sentir bien?”. Tu placer no necesita excusas, ni justificaciones ni la aprobación de nadie. Reclama tu deseo sin culpa, disfrútalo sin miedo y recuerda: el placer también es tuyo.
(Este artículo es solo para fines informativos y no debe tomarse como asesoramiento médico ni reemplazo terapéutico. Si deseas aprender más sobre cómo conectar con tu placer de forma consciente, tienes preguntas o inquietudes específicas sobre tu bienestar sexual, te recomiendo consultar con un profesional de la salud. Para una atención personalizada te invito a agendar una consulta sexológica conmigo. No olvides seguirme en las redes para más contenido @LaylaMParty)