“Mantenido”...

Ése es el adjetivo con el que algunas personas se refieren a los hombres que se quedan atendiendo el hogar mientras sus compañeras trabajan.

Según Angie González, psicóloga licenciada con especialidad en consejería, en dicha circunstancia, “la hombría del varón es cuestionada; se le acusa de ser un mantenido”.

La mujer, por otro lado, tampoco se salva de las duras críticas de la sociedad en la que vivimos. Según González, a ésta se le juzga como tonta por permitir que su marido “se aproveche de ella”.

“Creo que el obstáculo principal surge del juicio social. Aunque la pareja esté convencida de que la distribución de roles es práctica y funcional y ambos estén de acuerdo, el enfrentarse a la crítica siempre afecta”, opina González.

“Al hombre se le enseña que tiene que mantener a su esposa y a la mujer se le enseña que tiene que conseguir un hombre que la mantenga”, establece la experta en salud mental.

Esta inversión de los roles tradicionales puede afectar la autoestima de ambos miembros de la pareja. Según la experta, “buena parte de la autoestima del varón se deriva de su autorrealización profesional. En la medida en que el hombre se desarrolla y alcanza éxito ocupacional, construye una autoestima saludable”, indica la psicóloga, quien añade que “la naturaleza físicamente más fuerte del varón hace que él se vea como el que protege y provee (sustento) para su esposa y sus hijos”.

La experta explica que el concepto de hombría está muy ligado a la participación del varón en la sociedad. La creencia de que “el hombre es de la calle y la mujer es de la casa” surge precisamente de dicho aspecto.

“Por su parte, la mujer espera encontrar en su esposo el sentido de seguridad y protección. Esto hace que ella necesite ver a su esposo asumiendo roles de proveedor”, expone.

La psicóloga sostiene que esta distribución de roles es relativamente nueva. “Pienso que aparece en escena en las pasadas dos décadas por causa del creciente desempleo y la crisis económica mundial. La tendencia que dominó en el siglo pasado fue el que ambos esposos trabajaran fuera y que la mujer, además, asumiera la mayor parte de las responsabilidades del hogar”, acota.

Sin embargo, esta situación, según la psicóloga, va en aumento cada día. “Suele iniciar cuando el hombre queda sin empleo y la esposa permanece trabajando fuera. No es tan común encontrar parejas que libre y voluntariamente lleguen al acuerdo de que ella va a salir a trabajar fuera y él se quedará como amo de casa”, destaca.

“Cuando las parejas espontáneamente deciden que el esposo se quede a cargo de la casa es porque la mujer devenga un salario significativamente mayor”, indica.

El trabajo del hogar

Para aquellos que piensan que la persona que se queda en la casa está falta de oficio, es bueno que sepan que ocurre todo lo contrario.

González advierte que, a pesar de que nuestra sociedad siempre se ha referido al amo o ama de casa como alguien que no trabaja, “la realidad es que el trabajo de la casa nunca termina: no hay una hora de salida. Quien está a cargo de la casa, si está cumpliendo con sus tareas; tiene sobre sus hombros muchas obligaciones cada día”.

La psicóloga sostiene que, quienquiera que sea el amo de casa, debe hacerse cargo de la limpieza, la cocina y el cuido de los niños en etapa preescolar. Las tareas que se realizan los fines de semana y en horarios en los que la persona que labora fuera ya ha salido del trabajo, se deben distribuir equitativamente para que todos colaboren.

“Las mujeres no podemos caer en las conductas que tanto hemos criticado a los hombres. La mujer que trabaja y tiene un esposo que es el ‘amo de casa’ no debe llegar a la casa a las 6:00 p.m. a pedirle a su marido que le sirva la comida, que recoja la cocina y haga las asignaciones con los nenes mientras ella ve televisión”, sugiere la experta.

González advierte, sin embargo, que, en muchas ocasiones, el hombre que se queda en el hogar, no asume la responsabilidad completa de las tareas domésticas. “La mayoría de los varones no son adiestrados en sus hogares de origen para las tareas domésticas, así que, cuando el hombre se tiene que quedar como amo de casa, enfrenta un reto bien grande”, concluye.