Están en todos lados.

En la fila del banco, en tu oficina, en tu propia familia, siempre hay alguien que no para de quejarse. Si hace frío,  le molesta… si hace calor, también.

Los quejones no sólo viven amargados, incluso, son capaces de amargarles la vida a los demás. “Todos los seres humanos, en algún momento, nos quejamos de algo. Sin embargo, la persona quejumbrosa es aquella que se queja por todo: calor, frío, hambre;  entonces, llega un momento en que la queja se vuelve un hábito”, afirma el psicólogo clínico y terapeuta sexual certificado José Pando.

“Son personas que, por lo general, ven lo malo en todo, inclusive, cambian lo bueno y lo convierten en malo. Hay personas que son expertas en eso. Esto se convierte en una especie de rasgo de personalidad”,  añade.

“Estamos hablando de que esa actitud negativa matiza todo lo que le rodea (a la persona). Es una inconformidad generalizada”, asevera Pando, quien advierte que no se trata tampoco de que  las personas se conviertan en optimistas incurables que evadan la realidad. Todo se trata de hallar un balance.  “Las personas que buscan lo positivo, tienden a ser más felices”, añade.

Por otro lado, Pando advierte que una persona quejumbrosa puede empeorar con el paso del tiempo. “En términos generales, las personas, según pasan los años, se tornan más intolerantes y más inflexibles”, acota Pando.

“A mayor edad,  las personas pueden ser más críticas e hipersensibles. Sin embargo, se asume que  también  alcancen un nivel mayor de  madurez  acompañado de un grado mayor de tolerancia”, opina, por su parte,   la psicóloga clínica  Omayra Rivera, quien añade que, por lo general,   estas personas que se quejan por todo   mantienen un patrón de conducta desarrollado a principios de la edad adulta y que continúa si no buscan ayuda.

¿Por qué se quejan tanto?

El psicólogo opina que son muchos los motivos, propósitos y razones de una persona para quejarse en exceso. Algunas pueden estar quejándose en un intento de llamar la atención o establecer un tema de conversación.

“La queja es para liberarse de sus pesares, de su situación adversa, amargada o pesimista de la vida;  sin embargo, no lo logra. Este mecanismo que es como una especie de círculo vicioso. Le afecta su visión de mundo, su estamina y  su estado de ánimo”, advierte Pando.

Rivera opina que muchas veces  esta conducta es un reflejo de los errores de pensamiento de la persona que,  a su vez,  afectan  la percepción de su entorno. “No necesariamente es una actitud negativa,  sino una mala interpretación de las situaciones o eventos  que le rodean y a los cuales se tienen que enfrentar día a día”, sostiene la psicóloga.

“Algunas de estas personas han crecido en familias que también se quejan por todo y tienden hacerlo como parte de un estilo de vida. Estas personas reflejan inconformidad e insatisfacción y cierta frustración con ellas mismas. Alcanzan un punto de saturación donde no pueden lidiar más con lo cotidiano, entonces se quejan”, añade.

“Puede ser que en alguna medida piensa que con quejarse habitualmente logrará resolver algo o buscar la atención y la compasión de otras personas”, destaca Pando, quien añade que “el proceso de ver todo lo negativo se convierte en un hábito hasta el punto de que la persona comienza a hacerlo inconscientemente. No se está dando cuenta de que es una persona quejosa”.

“Todos hemos conocido personas que se quejan por todo de manera injustificada. Existen trastornos mentales asociados a personas que se quejan de dolores o preocupaciones constantes acerca de su salud”,  asevera Rivera.

“Desde el punto de vista psicológico, caen en los trastornos de somatización. Sin embargo, las personas que tienden a quejarse por asuntos cotidianos o tonterías responden a otros problemas no resueltos, como frustraciones, baja autoestima, inseguridades, entre otros”, añade la psicóloga.

¡Actitud Insufrible!

Cuidadito con estar cerca de un quejumbroso… ¡Es un mal contagioso!
ésta es la creencia de Pando, quien destaca que si una persona se está quejando constantemente, predispone a los demás a hacerlo de la misma forma. “El que con lobos anda, a aullar aprende”, destaca el profesional.

“Se dice que estas personas, por causa de la queja, son rechazados. La gente les saca el cuerpo. Es muy natural porque se dan cuenta de que todo le molesta. Las personas alrededor se van corriendo porque no la toleran”, acota Pando.

Rivera, por su parte,  asegura que, similar a “una enfermedad contagiosa”,  estas personas pueden producir malestar,  incluso alterar el estado anímico de quienes tiene cerca. 

Rehabilitación de quejosos

Es muy difícil  abandonar  el rol de quejoso, asegura Pando, quien añade  que la psicoterapia funciona en los trastornos de personalidad en la medida en que la persona que se somete al proceso lo hace voluntariamente y con deseos de cambiar. Si la persona no quiere cambiar, no cambia.

“Una vez que esto se vuelve un hábito y la persona lo hace casi automáticamente, se hace muy difícil mejorarlo. La persona primero tiene que aceptar que tiene una actitud negativa  hacia la vida, una actitud amargada y pesimista ante todo”, afirma el profesional de la salud mental humana.

“A veces,  la persona se concientiza de cuando se está quejando y se controla. Tú tienes que trabajar con el hecho de que en la vida hay cosas que no nos gustan y nos quejamos. La llamada es para lograr un balance, no es para dejarse de quejar”, acota Pando.

Rivera sostiene que,  a nivel terapéutico,  hay que trabajar con  pensamientos irracionales o mal adaptativos del quejumbroso  y modificar o cambiar los mismos por unos más saludables. De esta forma,  cambiarán  su  visión de la vida, de una catastrófica por una más optimista.

“Estas personas deben tomarse el tiempo para detenerse y escucharse a sí mismas, deben utilizar esas energías para hacer algo que sí valga la pena”, añade Rivera.

Si sufres de algún mal, es normal que manifiestes tu dolor por un tiempo razonable.  “Uno tiene que aprender a manejar y a superar el dolor, tú te tomas las medicinas y sigues para adelante hasta donde tú puedas. Porque si te quejas, el dolor se hace más grande, y tú nunca te curas”, asegura Pando.

“Acuérdate, que esto tiene que ver con el entrenamiento de la mente. La mente se entrena con las ideas y si  tú alimentas tu mente de todo lo que es la queja, ya tu estás contaminado con toda esa visión de mundo”, afirma Pando.

Ahora bien, si tienes un quejoso   cerca de tu vida, ya sea un familiar, un amigo o un compañero de trabajo, no debes ser ofensivo con éste, mejor, ofrécele una crítica constructiva sobre dicho aspecto. Tal vez esa   persona  no se había percatado de su actitud. Recuerda, con cariño y respeto, los mensajes llegan más efectivamente.

Para citas o consultas con José Pando, llama al (787) 365-0090; con Omayra Rivera, al  (787) 608-0433.