La expresión “red flag”, traducida como “bandera roja”, es un término popular surgido en la sociedad norteamericana para referirse a señales de advertencia que indican que algo podría no ir bien en una situación. Si bien su significado literal apunta al peligro, en el lenguaje cotidiano se utiliza para señalar actitudes o conductas que conviene evitar, en especial dentro de un vínculo amoroso.

En las relaciones, estas señales suelen relacionarse con comportamientos que una persona no está dispuesta a tolerar de su pareja. Tal como recordó Paola Juárez, escritora de la revista “Glamour”: “Las ‘red flags’ [...] son una señal de advertencia, una alerta que indica que algo no va bien en una relación o situación [...] para evidenciar actitudes y comportamientos que podrían llegar a tener las personas como señales de prevención”.

Aunque es común identificar las “red flags” en los demás, todos tenemos aspectos menos favorables al momento de relacionarnos. La ausencia de una “educación emocional formal” implica que muchas conductas surjan de forma espontánea, sin un marco claro para gestionarlas. Reconocer nuestras propias señales de alerta puede ser tan importante como detectar las ajenas.

Tres preguntas para detectar posibles señales de alerta

Expertos en salud mental, como Mark Travens, colaborador de “Psychology Today”, señalan que un primer paso para identificar nuestras “red flags” es plantearse ciertas preguntas sobre la manera en que nos vinculamos.

Estas interrogantes ayudan a reconocer conflictos internos y a evaluar si nuestras conductas favorecen o dificultan un vínculo sano.

  • ¿Cómo gestiono el conflicto en una relación?

El conflicto es un terreno fértil para que salgan a la luz inseguridades o emociones no resueltas. Travens explicó que “los desacuerdos amenazan naturalmente tu sensación de seguridad, aceptación o control” y que, en contextos tensos, pueden aflorar reacciones que constituyan señales de alerta.

Gestionar un conflicto implica respeto, escucha activa y disposición para comprender las necesidades del otro. No se trata solo de resolver el problema, sino de hacerlo sin deteriorar el vínculo.

  • ¿Cómo me disculpo con mi pareja?

La forma en que una persona ofrece disculpas revela mucho de su madurez emocional. Para Travens, una disculpa genuina debe carecer de defensividad y enfocarse en reparar el daño, no en aliviar la incomodidad personal.

El especialista advirtió que, en algunos casos, las disculpas pueden ser utilizadas de manera instrumental, con el objetivo de obtener beneficios o evitar responsabilidades, lo que constituye una “red flag” en sí misma.

  • ¿Cómo reacciono cuando alguien establece un límite?

En las relaciones de pareja, los límites no son barreras que alejan, sino acuerdos que protegen el respeto y la individualidad. Travens señaló que la dificultad para aceptar los límites ajenos puede conducir a comportamientos que, sin intención, resulten dañinos para la confianza y la seguridad emocional.

Respetar los límites implica permitir que la otra persona exprese sus necesidades sin burlas, insultos o manipulación, y reconocer que ambas partes tienen derecho a preservar su bienestar emocional.

Los límites fortalecen la relación al permitir que cada persona conserve su espacio y autonomía. Lejos de disminuir el amor o el compromiso, son un mecanismo que garantiza la estabilidad a largo plazo y previene conflictos que erosionen el vínculo. Establecerlos desde el inicio es una inversión en bienestar mutuo.

Reflexión personal antes de iniciar una relación

Plantearse estas tres preguntas no solo ayuda a identificar señales de alerta en la pareja, sino también en uno mismo. Este ejercicio de introspección puede evitar dinámicas que más adelante resulten perjudiciales, y facilita la construcción de relaciones más equitativas y respetuosas.

Detectar nuestras propias “red flags” requiere honestidad y apertura al cambio. Si bien es más sencillo señalar lo que no nos gusta en los demás, la verdadera prevención radica en reconocer qué conductas propias debemos modificar para no repetir patrones dañinos.

Si bien estas preguntas están pensadas para relaciones amorosas, su aplicación es útil en cualquier interacción humana: amistades, vínculos familiares o relaciones laborales. El respeto, la comunicación clara y la aceptación de límites son principios universales para una convivencia sana.