Llegó el verano y con él algo que lo cambia todo: El calor que se mete por cada esquina. La ropa se vuelve más corta, más fresca, se alargan los días de playa, se activan los jangueos y sin darte cuenta empieza esa presión —muchas veces desde el inconsciente— de “vivir el verano al máximo”. Y sí, eso muchas veces incluye tener ese famoso “summer fling”: un amor de verano o uno que otro encuentro íntimo.

Pero, ¿alguna vez te has detenido a preguntarte si lo estás haciendo porque realmente lo deseas o porque sientes que “toca”?

Cada vez que llega esta temporada escucho las mismas frases: “Quiero un jevo o jeva sin compromiso”, “Estoy en ‘mood’ verano”, “Es tiempo de soltar el estrés con alguien”, “No quiero pasar el verano sola/o ni aburrida/o”. Y aunque parezcan excusas perfectas, no hay nada de malo con desear placer, explorar tu sexualidad o tener encuentros casuales (spoiler: está bien si lo haces porque quieres y te cuidas de forma responsable y consciente). El problema es cuando lo repetimos como rutina, para buscar placer rápido para tapar vacíos, aceptar encuentros donde no hay verdadero deseo; confundir atracción con atención y terminar más desconectada(o) que cuando empezaste.

La pregunta no es si está bien o mal tener sexo casual. La pregunta real es: ¿de dónde viene ese deseo? ¿De ti o del miedo a estar sola? ¿De tu cuerpo o del ego que busca validación?

La narrativa popular nos pinta el verano como la temporada donde todo se vale, los impulsos se celebran y el sexo libre es parte del paquete. Pero una cosa es vivir el placer con conciencia y otra muy distinta es actuar desde la presión, la costumbre o las expectativas sociales. Y esto no solo les pasa a los más jóvenes. También nos toca a quienes ya pasamos los 30, con relaciones vividas, cicatrices emocionales y deseos más claros… o al menos más exigentes.

Mi trabajo como sexóloga -y como mujer- me ha enseñado que muchas veces repetimos patrones que nos hacen sentir vacías, desconectadas, hasta usadas. Y lo peor: ni siquiera nos damos cuenta.

El mito del “sexo veraniego”

Nos vendieron la idea del “summer fling” como una experiencia espontánea, sexy y sin ataduras, especialmente si estás soltera. Pero muchas veces ese “vacilón” se convierte en rutina disfrazada de libertad. Lo sé porque he acompañado a muchas personas que después de un encuentro me dicen: “no sé ni por qué lo hice” o “me dejé llevar”.

Y no, esto no es para juzgarte ni para decirte que no lo hagas. Al contrario. Es una invitación a que te preguntes desde dónde lo estás haciendo. ¿Desde el deseo o desde la presión? ¿Desde la conexión o desde el miedo a quedarte sola?

Sexo sin deseo consciente no es libertad

Cuando el sexo nace de la presión social, de la necesidad de validación o de llenar vacíos, no se siente igual. Puedes tener orgasmos, pero si no nace del deseo auténtico y consciente no te va a llenar. A veces terminamos en la cama, pero con la mente en otro lado. Nos vamos a casa pensando por qué no fue tan emocionante como creímos.

Placer con conciencia NO es sexo aburrido

Al contrario. El sexo más rico, más memorable, más intenso es ese que nace del deseo claro, cuando estás presente de cuerpo y mente de forma consciente y genuina. Cuando te sientes segura, deseada, en confianza. Cuando no estás preocupada por si te va a escribir después o si esto fue “muy rápido”. Ese tipo de sexo te deja vibrando, no dudando.

Por eso este verano, más que buscar la típica aventura te invito a reconectar contigo. A preguntarte: ¿Qué me da placer de verdad? ¿Qué necesito ahora mismo? ¿Qué quiero, sin filtros?

Este verano no es para complacer a nadie. Es para ti.

No necesitas tener sexo para demostrar que estás “viviendo tu mejor vida”. Tampoco tienes que evitarlo si realmente lo deseas. Lo importante es que lo hagas desde un lugar tuyo, no prestado. Desde la conciencia. Desde el cuidado propio. Recuerda: Si vas a sudar, que sea de gusto. Si vas a abrirte, que sea porque quieres, no por presión. Si vas a decir que sí, que sea con ganas, no con dudas.

Y si ahora mismo lo que necesitas no es sexo, sino descanso, ternura o tiempo para ti, también está bien. El placer real no grita, no exige. El placer real escucha. El placer real se siente.

Recuerda: el placer no es igual a sexo. Y el sexo no es sinónimo de satisfacción. Tu deseo no necesita justificar su existencia. Solo necesita permiso: el tuyo.

¿Y tú, estás repitiendo lo mismo o realmente te estás liberando?

(Este artículo es solo para fines informativos y no debe tomarse como asesoramiento médico ni reemplazo terapéutico. Si deseas aprender más sobre cómo conectar con tu placer de forma consciente, tienes preguntas o inquietudes específicas sobre tu bienestar sexual, te recomiendo consultar con un profesional de la salud. Para una atención personalizada te invito a agendar una consulta sexológica conmigo. No olvides seguirme en las redes para más contenido @LaylaMParty)