El secretario del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), Rafael Machargo, firmó una orden administrativa con la que se reconoce la amenaza de la enfermedad de pérdida del tejido del coral duro y coordina la respuesta en estos ecosistemas marinos del archipiélago boricua.

Puerto Rico cuenta con, aproximadamente, 1,466 millas de fondos sumergidos llanos donde se encuentran los arrecifes de coral, praderas de hierbas marinas, fondos arenosos y otros hábitats. De esta área, 152 millas son arrecifes de coral donde habitan más de 40 especies de corales duros.

Según datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés), un 93 % de estos ecosistemas en Puerto Rico son clasificados como amenazados, de los cuales el 84 % tiene alto riesgo y, por lo tanto, están en peligro en la zona del Caribe.

“En la búsqueda de esfuerzos que provean iniciativas de conservación y protección, firmo esta orden que, entre otras gestiones, impulsará proyectos concretos para promover la salud y recuperación de los arrecifes de coral en el archipiélago puertorriqueño. Es fundamental fomentar programas rápidos, estratégicos e integrales para preservar estos sistemas que son tan importantes para la economía, el turismo y para el patrimonio de Puerto Rico”, puntualizó el titular.

Datos del DRNA establecen que la enfermedad de la pérdida del tejido de coral duro se reportó en la isla municipio de Culebra a finales del 2019 y se está propagando a varios arrecifes en el archipiélago.

Afecta al menos a 22 especies de corales duros y puede matar, en tan solo unos meses, colonias enteras de coral de cientos de años.

Esta epidemia en los arrecifes representa una gran amenaza a las funciones y servicios que proveen estos ecosistemas.

“Si no tomamos acción, aumentamos el riesgo de perder irreparablemente los arrecifes de coral, de los cuales dependen los puertorriqueños para la protección de las costas, la pesca y la economía del turismo. Además, ayudan a amortiguar el impacto del oleaje durante eventos de marejadas o huracanes y sirven de laboratorio natural para cientos de científicos”, manifestó Machargo.

Los arrecifes de coral forman una de las comunidades biológicas más complejas del Planeta y son reconocidos como ecosistemas altamente productivos que albergan corales duros, corales blandos, esponjas, peces y algas, entre otros organismos marinos.

La nueva orden administrativa establece que -a través del Programa de Conservación y Manejo de Arrecifes de Coral del DRNA- funcionarios de la agencia y colaboradores de organizaciones ambientales continuarán la investigación con tratamientos en corales amenazados que puedan ser efectivos para detener las lesiones de enfermedades en estos ecosistemas.

Asimismo, desarrollarán estrategias para reducir y prevenir las descargas de contaminación y sedimentación en las vías fluviales costeras, esto en coordinación con agencias estatales y federales.

Además, el personal científico colaborará con otras jurisdicciones en Estados Unidos para realizar actividades, crear esfuerzos educativos e identificar otras ubicaciones de esta condición que amenaza a los corales.

Actualmente, biólogos de Programas de Especies Protegidas y Ecología Marina apoyan varios proyectos alrededor de Puerto Rico para promover la salud y recuperación de los arrecifes y, mediante sus técnicos, utiliza tratamientos en los corales amenazados que persiguen conocer cuán efectivos son contra la enfermedad.