Un grupo de científicos alcanzaron un hito significante en la biología reproductiva, pues por primera vez crearon ratones con dos padres biológicamente masculinos.

Según reportó CNN, esto es el resultado de varios años de trabajo de laboratorio y es el primer paso que posiblemente podría ampliar las posibilidades de salvar especies de animales en peligro de extinción.

Aunque también podría ampliar futuros tratamientos de fertilidad, incluso para parejas del mismo sexo, la aplicación en humanos tomará “mucho tiempo” y no necesariamente sería exitoso, adelantó a CNN Katsuhiko Hayashi, el profesor de biología del genoma en la Universidad de Osaka en Japón quien lideró la investigación.

¿Cómo lo lograron?

Los científicos explicaron en la investigación publicada el 15 de marzo en la revista científica “Nature” que generaron óvulos de células de la piel de ratones machos y, cuando se implantaron en ratones hembra, produjeron crías sanas.

Específicamente, tomaron células de la piel de la cola de ratones de laboratorio machos completamente desarrollados, pues, así como en los humanos varones, contienen un cromosoma X y uno Y. Luego, los investigadores convirtieron estas células madre en pluripotentes inducidas o iPSC, un tipo de célula que los científicos han reprogramado en un estado embrionario.

Y es que, cuando las iPSC se cultivan en el laboratorio, algunas pierden espontáneamente el cromosoma Y, que no es esencial para el crecimiento de este tipo particular de células, generando células “XO”. Algunas de estas células “XO” desarrollaron dos cromosomas X por errores en la división celular.

Al tratar las células XO con el compuesto reversina, se aumentaron las células XX.

Las células fueron programadas con las señales para convertirlas en óvulos y, luego, fertilizados con esperma e implantados en el útero de un ratón.

Pese a este éxito, solamente siete de 630 embriones de ratón implantados dieron lugar a crías de ratón. De acuerdo a lo que indicó Hayashi a CNN, esta baja tasa de éxito, alrededor del 1%, no se debió al proceso de conversión de los cromosomas sexuales, sino a la realidad de que las células cultivadas en un laboratorio suelen ser inferiores a las de un animal vivo.