“Ojalá no haya sufrido”.

Un accidente de auto, una explosión, caer de un edificio, un avión que se estrella…

En eventos trágicos en los que una persona  ha sufrido un impacto mortal, anhelamos que por la inmediatez del suceso, la víctima no haya experimentado dolor alguno, en especial si es un ser querido.    

Saber con certeza qué ocurre en realidad, será una interrogante que nos acompañará por mucho tiempo. Mientras la ciencia postula que al cuerpo físico no le da tiempo de sufrir pena alguna, investigaciones en temas paranormales mantienen diversas posturas, incluyendo la presunción de que el espíritu abandona la materia justo antes de sufrir el impacto mortal.

Asunto cerebral

El doctor Pablo Rodríguez, director de Trauma del Centro Médico de Río Piedras, explica que  “el cerebro tiene gran influencia en el dolor”. Según personas que han sobrevivido traumas severos que desde el punto de vista médico no tienen explicación, lo que se ha observado es que la persona no sufre dolor al momento del impacto. “Al entrevistar a estas personas, se ha visto que ‘borran’ la situación, por lo que se entiende que no sufren”, analiza el traumatólogo.

El galeno detalla que cuando el trauma es localizado (por ejemplo, una herida de bala en un área específica del cuerpo), sí es común experimentar dolor. “Ocurre porque el objeto penetrante que lesiona el órgano, va afectando a otros”, explica.

Es importante comprender la dinámica orgánica que provoca la sensación de dolor físico. A nivel cerebral, existen unos receptores cuyo rol es reconocer el estímulo doloroso del golpe. Luego del reconocimiento, es que experimentamos el dolor, y no inmediatamente al sufrir una herida, como muchos creerían.

Ahora bien, “en los casos en los que el impacto al cuerpo se da en todas las partes a la vez, como un accidente de auto que se estrella contra algo, la energía se desplaza por todo el cuerpo de manera simultánea, tanto en la cabeza, el pecho, los brazos, el abdomen”. Por lo tanto, “si hubo un impacto fatal, no hubo tiempo para que el cerebro pudiera registrar e interpretar ese estímulo, por lo que se infiere que la persona no sufre dolor”, detalla el médico.

Pero para la ciencia, no todo es asunto físico. En temas de sufrimiento, la psiquis es otra cosa. Tomando de nuevo como referencia relatos de personas que aseguran haber tenido una experiencia cercana a la muerte, el doctor expone que sí se ha observado que “los segundos previos al impacto son agonizantes a nivel mental y psicológico, y eso sí se convierte en un sufrimiento real”.

Rodríguez, quien también es facultativo del Departamento de Cirugía de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas, enfatiza que datos afirman que “la persona sufre por esos planes que ya no realizará, por sus arrepentimientos, por coraje, por saber que no verá más a sus seres queridos, son múltiples sentimientos y pensamientos que pueden provocar una agonía en la persona, y el cerebro humano sí está capacitado para procesar todas esas emociones en solo segundos antes del impacto”. Esto también aplica, por ejemplo, al caso de personas en un avión “que saben que se va a estrellar; es posible que no sufran por el impacto en tierra, pero sí durante el tiempo en que la nave va cayendo, esa certeza de que posiblemente van a morir”.

Más allá de la teología

El psiquiatra Douglas Romero coincide en que “aunque no existe alguna forma de saber a ciencia cierta cada caso, se estima que en accidentes mortales que son rápidos, la persona no sufre debido a lo súbito del evento”. Como ejemplo, refiere la tragedia del transbordador Challenger (1986), “en que se estima que la tripulación no sufrió debido a lo súbito de la explosión del transbordador”. Sin embargo, reportes de personas que han muerto clínicamente y han sido resucitados “apuntan a que en el momento más cercano a la muerte lo que la persona siente es paz”.

Romero añade que hay investigaciones sobre el fenómeno conocido como experiencia cercana a la muerte (‘near death experience’), en los cuales se han entrevistado a personas que mueren y luego pueden ser resucitadas. Según estos estudios, “en algunos casos, la conciencia sale del cuerpo antes de la muerte de la persona, y en otras, sale al momento de la muerte”. Estas experiencias también se han observado “en personas que sufren de un evento de salud serio aun si su vida no ha estado en riesgo inminente de morir”, explica. Además, especifica que “estos recuentos empíricos, aunque de un matiz religioso, son de personas que han vivido la experiencia y no teoría teológica sin base en datos”.

De lo físico a lo espiritual

Por su parte, el psicólogo Jesús Soto, quien ha colaborado a nivel internacional en investigaciones científicas en el área de la espiritualidad, señala que “el espiritismo es uno de los cuerpos del saber que más ha investigado y contribuido sobre el entendimiento del tema”. Y en eventos trágicos, “tanto los que fallecen como los que son resucitados sufren en mayor o menor grado” la partida. A nivel psíquico, según esta rama del saber, todo apunta a que el proceso de morir no termina con el deceso físico. Asimilar la transición a un nuevo plano (de encarnado a desencarnado), no resulta fácil para todo ser que ha sido humano, en especial, tras muertes trágicas.  

Esto ocurre porque “no es fácil cortar abruptamente con los lazos afectivos de tantos años hacia nuestro cuerpo y la vida (familiares, amistades) luego de tanto tiempo de amor y autocuidado”, detalla Soto, afiliado al instituto investigativo Rhine Research Center de la Universidad de Duke. En este sentido, los seres que más sufren son “aquellos materializados (apegados al cuerpo físico), quienes piensan que ellos son sus cuerpos, no se ven como espíritus, por lo que, al pensar que el cuerpo es la vida, (creen que) con él se mueren”. De modo contrario, “aquellos quienes piensan que son un espíritu en un cuerpo, tienden a sufrir menos ya que la idea de vida después de la muerte física” les espiritualiza y fortalece. Esto les “reduce la ansiedad y angustia”, lo que contribuye a la aceptación de su partida.

Soto también hace referencia a los investigadores Janice Miner, Bruce Greyson, y Debbie James, autores del libro ‘The Handbook of Near-Death Experiences’, donde se analizan 30 años de investigación sobre el tema de las experiencias cercanas a la muerte. Los autores subrayan que el dolor es apenas un fenómeno momentáneo y de valor mínimo ya que los pacientes resucitados les dan mayor peso a su análisis de lo que ha significado su progreso espiritual a lo largo de la vida.

Desde la otra vida

¿Y qué dicen los muertos? Al indagar con la médium Angie Gutiérrez, quien revela que desde los 14 años tiene la facultad de entrar en contacto con espíritus de seres fallecidos, el cuerpo sí sufre al morir en impactos fatales. “Lo que pasa es que, a veces, para que su ser querido no sufra, les dan el mensaje de que no sintieron dolor”, asegura. Además, expone que “la única manera en que el espíritu sale del cuerpo es cuando muere; el proceso de desprendimiento es al instante”. Con esta aseveración, aclara que cuando el espíritu de un ser fallecido habla de “ver” la escena de los hechos, es porque muchas veces, ellos tienen la capacidad de recordar el incidente. Incluso, aclara que “en su memoria, regresan al momento de la fatalidad, lo repiten. En este sentido, pueden recordar y quizás eso les haga pensar que no sufrieron, pero lo que ocurre es que ya pasó, por eso se confunden”, especifica. Y aclara que a veces, en muertes trágicas, es común “que ellos tarden en asimilar que ya no están en el plano físico”.