Estados Unidos debe estudiar seriamente la idea de alterar la atmósfera para refrescar una Tierra que se calienta y acelerar las investigaciones acerca de si la humanidad debe hackear el planeta y cómo hacerlo, dijo la Academia Nacional de Ciencias el jueves.

El informe de la academia, creada por Abraham Lincoln para asesorar al gobierno, no recomienda realizar geoingeniería para rebotar el calor de regreso al espacio. Al menos por ahora, no.

Pero es necesario explorar un plan de emergencia, dice el informe, porque los fenómenos meteorológicos extremos provocados por el cambio climático se han agravado desde la última vez que la academia abordó este tema controvertido en 2015. Esto requiere investigaciones para determinar si la tecnología para alterar el aire será eficaz, cuáles serán sus posibles efectos colaterales peligrosos, el aspecto ético y las consecuencias políticas.

El informe aborda tres maneras posibles de enfriar el aire: sembrar la estratosfera con partículas reflectantes de calor, modificar el brillo de las nubes oceánicas y atenuar las nubes altas.

“La ingeniería climática es una idea realmente tonta, pero tal vez no tan tonta como no hacer nada o seguir haciendo lo que estábamos haciendo”, dijo Lynn Russell, investigadora en el Instituto Oceanográfico Scripps y coautora del informe. “Tiene muchos riesgos y es importante aprender lo más posible sobre ellos”.

El panel recomendó elevar el presupuesto de investigación a 40 millones de dólares anuales junto con “rampas de salida” para poner fin al estudio si se descubre un riesgo inaceptable.

“Honestamente, no sé si tendrá sentido o no”, dijo el presidente del comité, Chris Field, de la Universidad de Stanford.

Los detractores, como Raymond Pierrehumbert, de la Universidad de Oxford, temen el “peligro moral” de usar tecnología cuestionable en lugar de reducir la contaminación provocada por el carbón. Dice que el término geoingeniería crea la impresión equivocada de que los seres humanos pueden controlar el calor como si fuera un termostato.

Andrew Dessler, de la Universidad Texas A&M, considera que la geoingeniería es un artefacto de seguridad como las airbags del auto, algo que uno espera que jamás necesitará.

Un equipo de Harvard está preparando un experimento en pequeña escala en el cual un globo arrojaría al aire unos pocos kilos de aerosoles a 20 kilómetros de altura para reflejar el sol. El grupo espera realizar una prueba del sistema, sin inyección química, sobre Suecia en los próximos meses.