La Culebra de cola roja, cuyo nombre científico es Boa constrictor, se sumó a las especies convertidas en plagas –como la iguana o gallina de palo- que amenazan nuestras aves nativas, y solo es cuestión de tiempo para que empiece a afectar nuestro ecosistema, opinó un experto. 

Al momento su mayor concentración es en Mayagüez, donde inicialmente se avistó, aunque ya se están dejando ver en pueblos como Lares y Barceloneta. En este último municipio, según el biólogo Alberto Puente, se cree que hay también una población establecida.

Una hembra de la boa constrictor, que crece más que la culebra nativa, puede llegar hasta los 14 pies de largo.  

De hecho, Ángel Atienza, director de la Unidad de Vida Silvestre del Cuerpo de Vigilantes del  Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA),  reveló que hace algunas semanas recibió en el Centro de Confinamiento de Especies, en Arecibo, 40 culebras boa constrictor, procedentes de la zona oeste.

“Ese animal (la boa constrictor) representa tremendo peligro para el ecosistema si se logra establecer en toda la isla. Ya está llegando a gran parte de la isla. Estamos tratando de mantenerla lejos, de capturarla… porque, si  lograra establecerse en los lugares que están protegidos, como los bosques sería una debacle”, sostuvo Atienza quien mencionó que, de las varias especies que hay, las que llegan a la isla son de Brazil y Venezuela.

Por su parte, Puente dijo que hay varias teorías sobre cómo este animal comenzó a propagarse por el país. Una fue que aparentemente, “se escapó en los 90’s del Zoológico de Mayagüez. Cuando hubo un robo se abrieron unas jaulas y se escaparon algunos individuos”.

La otra explicación “es que el área oeste de Puerto Rico se caracteriza por ser una donde el tráfico ilegal de especies es mucho más frecuente, porque utiliza muchas veces el aeropuerto de Aguadilla para entrar animales”.

El herpetólogo advirtió que generalmente cuando un animal se escapa “se vuelve un problema para el ecosistema 25 años después, que fue lo que pasó con las iguanas. Cuando la iguana se escapó, la gente decía: ‘aquí no va a crear ningún problema’, pero 25 años después tenemos un problema con ellas”.

Según el experto, la boa constrictor se podría estar reproduciendo anualmente y puede tener hasta 60 culebritas. 

“Preocupa cuando uno mira de momento que el DRNA empieza a capturarlas con más frecuencia, hasta que ya se vuelve algo cotidiano. Todos los días tengo que ir a recoger una boa constrictor en el patio de alguna casa, y eso te está diciendo que la población está subiendo y que están moviéndose a otras áreas”, explicó el biólogo.

“Vamos a ver cómo los bosques con poblaciones de aves van a colapsar… Ya se están comiendo las ratas…”, sostuvo al recordar que en Aruba, cuando llegó este réptil, pasó lo mismo. Una vez se comieron todas las ratas empezaron a comerse “todas las aves nativas y endémicas…”.  

“Estamos hablando de miles de culebras literalmente que ya están en los bosques… de muchos pueblos”, argumentó Puente al informar que hace semanas se avistó una en Maricao, donde precisamente los gobiernos estatal y federal han invertido cientos de miles de dólares para recuperar la cotorra puertorriqueña.

“Ahora tienes una culebra suelta que se puede comer a la cotorra puertorriqueña. Todo ese esfuerzo de conservación se va a ir al piso porque esta especie… va a comerse las cotorras que suelten”, advirtió. Otros individuos se han visto en Salinas, Aibonito, Isabela, San Germán, Cabo Rojo, Lajas, Arecibo y Utuado. 

Mientras, Atienza alertó que “una culebra (como esta) que sobrepasa los 10 o 12 pies, puede matar a un niño, puede matar una mascota, perros y gatos, porque son culebras peligrosas”.

Hasta el 2016 el profesor Puente había disecado 415 culebras boa constrictor, esto “sin haber salido a buscarlos. Aparecieron en patios de casas”.

Aceptó que esa cifra hay que multiplicarla porque ellos le ponen la mano encima a menos del 10% de los animales, por no decir, según revelan algunos estudios, a casi un 4 por ciento.

Otra especie que también podría convertirse en una plaga, según Puente, es la pitón de bola que, aunque es legal, “si continúa escapándose va a ser otro problema para nosotros. Se va a establecer y va a ser otra especie que va a competir con la boa de Puerto Rico. No todo el mundo está listo para tener una serpiente. Se te escapa en un área boscosa, se empiezan a reproducir y a volverse un dolor de cabeza”, sentenció el biólogo.