Marte es el único planeta que conocemos que hoy está habitado enteramente por robots.

Al Planeta Rojo, ubicado a una distancia media de 228 millones de kilómetros (1.5 unidades astronómicas) del Sol, actualmente lo recorren dos róvers de la Nasa y uno de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA), y lo orbitan tres naves de la agencia espacial estadounidense. Equipos que sirven como exploradores para allanar el camino de los astronautas que lleguen eventualmente a su superficie.

A pesar de ser un lugar seco, rocoso y muy frío, Marte, el cuarto planeta desde el Sol, es uno de los dos vecinos planetarios más cercanos a la Tierra (Venus es el otro), sigue siendo el objetivo en el horizonte de la exploración humana para agencias espaciales internacionales como la Nasa porque es uno de los únicos lugares del sistema solar que conocemos donde puede haber existido vida.

Relacionadas

Esto lo hace un destino rico en descubrimientos científicos y un impulsor de tecnologías que permitirán a los seres humanos viajar y explorar lejos de la Tierra. De acuerdo con la Nasa, “lo que aprendamos sobre el Planeta Rojo nos dirá más sobre el pasado y el futuro de la Tierra, y puede ayudar a responder si existe vida más allá de nuestro planeta”.

En busca de rastros de vida

Actualmente sobre Marte se ejecutan cinco misiones de la Nasa. La más antigua de ellas es Mars Odyssey, la cual alcanzó el Planeta Rojo el 24 de octubre del 2001. Fue la primera nave espacial en elaborar un mapa global de los elementos químicos y minerales que componen la superficie marciana.

De acuerdo con la Nasa, la nave también ostenta el récord de la misión más larga en órbita alrededor de un planeta distinto a la Tierra. Una misión que transporta tres herramientas científicas para adquirir información sobre la geología, la atmósfera, las condiciones ambientales y las posibles biofirmas marcianas.

Odyssey completó con éxito su misión científica principal desde febrero de 2002 hasta agosto de 2004. Hoy sigue estudiando las nubes, la niebla y la escarcha, y cartografiando las rocas de la superficie para hacer más seguros los futuros aterrizajes en Marte, mientras el orbitador continúa sumando más de 100,000 órbitas alrededor del Planeta Rojo.

Entre los logros científicos de Odyssey se destacan los mapas de la distribución del hidrógeno que llevaron a los científicos a descubrir grandes cantidades de hielo de agua en las regiones polares enterradas justo bajo la superficie. También ha registrado el entorno de radiación en la órbita baja de Marte para determinar el riesgo que corren los futuros exploradores humanos que puedan ir a Marte.

El 10 de marzo del 2006, la misión Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) se unió a Odyssey en Marte. Una iniciativa que tiene como objetivo buscar pruebas de que el agua persistió en la superficie de Marte durante un largo periodo de tiempo porque, aunque otras misiones a Marte han demostrado que hubo agua en su superficie a lo largo de su historia, sigue siendo un misterio si alguna vez hubo agua el tiempo suficiente para crear un hábitat para la vida.

Los instrumentos de MRO realizan acercamientos extremos de la superficie marciana, analizan minerales, buscan agua en el subsuelo, determinan la cantidad de polvo y agua distribuida en la atmósfera y controlan diariamente el clima global. Estos estudios identifican depósitos de minerales que pueden haberse formado en el agua durante largos periodos de tiempo, buscan indicios de las costas de antiguos mares y lagos y analizan los depósitos en las capas de suelo a lo largo del tiempo por las corrientes de agua.

La misión está estudiando si el hielo subterráneo marciano descubierto por Odyssey es la capa superior de un depósito de hielo profundo o una capa poco profunda en equilibrio con la atmósfera y su ciclo estacional de vapor de agua.

Otra misión en curso es la Atmósfera de Marte y la Evolución Volátil (Maven por sus siglas en inglés), que llegó al planeta rojo el 22 de septiembre del 2014, la primera dedicada a comprender la alta atmósfera marciana.

Se espera que con los datos de Maven se determine qué parte de la atmósfera marciana se ha perdido a lo largo del tiempo midiendo la tasa actual de escape al espacio y recopilando suficiente información sobre los procesos relevantes para permitir realizar cálculos hacia atrás en el tiempo. De esta manera, entender la pérdida atmosférica le permite a los científicos comprender la historia de la atmósfera y el clima de Marte, el agua líquida y la habitabilidad del planeta.

El 6 de agosto del 2012 llegó a Marte el róver Curiosity como parte de la misión Mars Science Laboratory de la Nasa. En el momento de su lanzamiento (26 de noviembre del 2011), Curiosity fue el róver más grande y capaz jamás enviado a Marte para la época, con el objetivo de responder el interrogante: ¿Hubo alguna vez en Marte las condiciones ambientales adecuadas para albergar pequeñas formas de vida llamadas microbios?

Al principio de su misión, las herramientas científicas del Curiosity encontraron indicios químicos y minerales de entornos habitables en Marte en el pasado. Ahora sigue explorando el registro rocoso de una época en la que Marte podría haber albergado vida microbiana. Determinar la habitabilidad pasada de Marte permite a la Nasa y a la comunidad científica comprender mejor si pudo existir vida en el Planeta Rojo y, en caso afirmativo, hacerse una idea de dónde buscarla en el futuro.

El Mars 2020 Perseverance Rover llegó a Marte el 18 de febrero del 2021 para buscar indicios de vida microbiana ancestral para avanzar en la exploración de la habitabilidad de Marte en el pasado. Este róver está recogiendo muestras de núcleo de roca marciana y regolito (roca y suelo rotos), para su posible recogida por una futura misión que las traería a la Tierra para su estudio detallado.

Para cumplir con esta tarea, la Nasa eligió el cráter Jezero como lugar de aterrizaje del róver Perseverance porque los científicos creen que la zona estuvo en algún momento inundada de agua y albergó un antiguo delta de un río. Además, este vehículo estudia la evolución del clima, la superficie y el interior de Marte y está probando tecnologías para la futura exploración humana de Marte.

Traer muestras de Marte a la Tierra

Entre las cosas que hoy conocemos de Marte están, por ejemplo, que es un planeta que completa su rotación alrededor del Sol cada 24.6 horas, lo que es muy similar a un día en la Tierra (23.9 horas). “Los días marcianos se llaman soles, abreviatura de ‘día solar’. Un año en Marte dura 669.6 sols, lo que equivale a 687 días terrestres”, indican desde la Nasa.

También sabemos que el Planeta Rojo es en realidad de muchos colores. En la superficie, se ven colores como el marrón y el dorado. “El aspecto rojizo de Marte se debe a la oxidación del hierro presente en las rocas, el regolito (suelo marciano) y el polvo. Este polvo es expulsado a la atmósfera y, desde la distancia, hace que el planeta parezca mayoritariamente rojo”, explican desde la agencia espacial estadounidense.

Marte también alberga el mayor volcán del sistema solar, el monte Olimpo. Es tres veces más alto que el Everest terrestre y tiene una base del tamaño del estado de Nuevo México. Y parece haber tenido un pasado acuático, con antiguas redes de valles fluviales, deltas y lechos lacustres, así como rocas y minerales en la superficie que sólo podrían haberse formado en agua líquida. Algunos rasgos sugieren que este planeta experimentó enormes inundaciones hace unos 3,500 millones de años.

“En la actualidad hay agua en Marte, pero la atmósfera marciana es demasiado delgada para que exista agua líquida durante mucho tiempo en la superficie. El agua se encuentra en forma de hielo justo bajo la superficie en las regiones polares, así como en agua salobre que fluye estacionalmente por algunas laderas y paredes de cráteres”, detalla la Nasa.

Para seguir conociendo sobre este planeta, y allanando el camino para que en algún momento los seres humanos lleguen a él, la agencia espacial estadounidense junto con la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene entre sus planes lanzar una ambiciosa campaña multimisión que han denominado como Mars Sample Return (MSR) para traer por primera vez a la Tierra muestras cuidadosamente seleccionadas.

“Las muestras devueltas revolucionarían nuestra comprensión de Marte y de nuestro sistema solar y prepararían la llegada de exploradores humanos al Planeta Rojo”, explican desde Nasa. La agencia tiene estimado que estas muestras lleguen a la Tierra durante la década de 2030 en una de las misiones más complejas emprendidas por la agencia espacial, con un costo estimado de entre 8,000 y 11,000 millones de dólares.

“Aterrizar y recolectar las muestras de manera segura, lanzar un cohete con las muestras desde otro planeta (lo que nunca se ha hecho antes) y transportar de manera segura las muestras a más de 33 millones de millas de regreso a la Tierra no es una tarea fácil”, manifestó en 2024 el entonces administrador de la Nasa Bill Nelson.

Llegar a Marte

Todas estas misiones tienen en común el objetivo de contribuir a que en algún momento la humanidad ponga sus pies en suelo marciano. Además, ingenieros y científicos de todo el país trabajan para desarrollar las tecnologías que utilizarán los astronautas para vivir y trabajar algún día en Marte y regresar sanos y salvos a la Tierra. Pero para lograrlo, los seres humanos deberán completar primero un viaje de 850 días hasta el Planeta Rojo.

Entre los campos en los que trabajan actualmente está, por ejemplo, la producción de oxígeno a partir de la atmósfera marciana para quemar combustible y respirar con proyectos como el Mars Oxygen In-Situ Resource Utilization Experiment (Moxie). Una propuesta del tamaño de una batería de automóvil que funciona como un árbol que aspira dióxido de carbono y exhala oxígeno para cubrir las necesidades respiratorias de la tripulación y servir de combustible oxidante para un vehículo de ascenso.

Otro tema crucial será la producción de alimentos. Para esto la Nasa está investigando sistemas alimentarios que garanticen la calidad, variedad y valores nutricionales de estas largas misiones. Adicionalmente, el crecimiento de las plantas en la Estación Espacial Internacional también contribuye a la gestión de los cultivos en el espacio.