Houston, Texas. En la urbanización El Cortijo de Bayamón creció hace algunas décadas un niño que, a diferencia de otros de su edad, prefería jugar con aviones en vez de carritos. En la escuela superior, muchos de sus compañeros detestaban las clases de física y química, pero Luis Antonio Ortiz Rodríguez las amaba. Años después, se convirtió en ingeniero y, actualmente, forma parte de la división de robótica de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), agencia que, precisamente, hoy celebra los 50 años de haber llevado por primera vez hombres a la Luna.

La sede oficial de la NASA es en Washington D.C., pero en esta ciudad tejana ubica el Centro Espacial Lyndon B. Johnson, instalación donde se centran las actividades tripuladas espaciales. Y en el edificio nueve, donde se almacenan las maquetas de las cabinas y compartimientos de carga útil que son usados en las misiones espaciales, labora Ortiz, quien suma 22 años de experiencia en asuntos espaciales.

La NASA, agencia del gobierno estadounidense responsable del programa espacial civil, así como de la investigación aeronáutica y aeroespacial, llena muchas de sus vacantes a través de contratistas y este es el caso de Ortiz, quien fue contratado como ingeniero de sistemas. Hace seis meses que gran parte de su atención está puesta en el diseño y desarrollo de un dispositivo de aislamiento de vibraciones que formará parte de los futuros equipos de ejercicios de los astronautas.

Por otro lado, el boricua divide su tiempo para realizar labores como traductor al español de escritos científicos divulgados por la NASA y para entrenarse como uno de los operadores de un nuevo sistema llamado Sistema de descarga de gravedad de respuesta activa (ARGOS, por sus siglas en inglés). El mismo proporciona un entorno de gravedad reducida simulado dentro de un volumen interior limitado para que los astronautas se muevan como si estuvieran en un campo de gravedad diferente.

“En la escuela siempre fui bueno en matemáticas y en ciencias”, recordó Ortiz. “Me decían (los maestros) que debía estudiar ingeniería. El día que llenaría mi solicitud de admisión a la Universidad de Puerto Rico uno de mis maestros de química me llamó para asegurarse de que había seleccionado ingeniería”. Y en efecto, para entonces ya estaba en trámites para ser admitido en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico, donde posteriormente completó un bachillerato en ingeniería de computadoras.

“De niño estaba obsesionado con los aviones. Quería ser piloto. Y en algún momento, no sé decir cuándo, decidí que quería ser astronauta. Asumí que siendo piloto de la fuerza aérea me acercaba a ser astronauta, por lo tanto, ingresé al ROTC”, agregó refiriéndose al Reserve Officers Training Corps, programa universitario que prepara a los ingresados para formar parte de la Fuerza Aérea.

Sin embargo, no tardó en llegar la experiencia que convenció a Ortiz de que en vías de lograr su objetivo debía moverse en otra dirección. Un día, llegó al RUM a ofrecer una charla el doctor Franklin Chang-Díaz, el primer astronauta latino y quien al día de hoy ha participado en cerca de siete misiones espaciales.

“De más está decir que corté clases ese día y fui a su presentación. Estaba en primera fila. Al final, le dije que quería ser astronauta y me explicó que en su caso optó por el lado de la ciencia. De inmediato dejé la fuerza aérea para seguir por el lado científico”, continuó.

Más adelante, Ortiz solicitó una oportunidad de empleo a través del programa de Educación Cooperativa que existía en el RUM y fue aceptado en una compañía de contratistas en esta ciudad para trabajar como estudiante, por un semestre, en el programa de transbordadores espaciales”, dijo, no sin agregar que es fiel creyente en las oportunidades de empleos de verano. Una vez completado ese semestre, regresó a Puerto Rico para terminar sus estudios y tres días después de su graduación, llegó el instante que definiría por completo su nuevo rumbo. “La compañía con la que estaba trabajando me llamó y me ofrecieron un trabajo. Así que regresé a Houston y, más adelante, como contratista de otra empresa llegué a la NASA”.

Todavía quiere ir al espacio

Ortiz nos confesó que vino a este país con la meta de ser astronauta. Lo ha intentado en más de una ocasión y, como resultado de las gestiones, dice que cuenta “con el honor” de haber recibido cinco cartas de rechazo. “Soy mayor de la edad promedio (que se requiere para ser astronauta), pero hay astronautas que son bastante mayor que yo”, indicó con una sonrisa.

“¿Cómo la NASA selecciona a sus astronautas?”, preguntamos. De acuerdo con Ortiz, cada vez que la agencia abre una convocatoria cerca de cinco mil personas solicitan, de los cuales solo 120 son llamados para entrevista. Y de entre ellos apenas 12 son seleccionados.

“Desde el punto de vista de satisfacción profesional siento que tengo más energía ahora que la que mucha gente de mi edad tiene. Tengo amistades de mi edad que ya se están retirando de sus empleos y yo estoy abriendo un nuevo capítulo”, concluyó.

Una mujer caminará sobre la Luna

A 50 años de la primera visita humana en la Luna, la NASA invierte gran parte de sus recursos y esfuerzos en el desarrollo del Programa Artemis, que viene a ser la secuela de Apollo y cuyo nombre, proveniente de la mitología griega, es la hermana gemela de Apollo y diosa de la luna. El objetivo es que en 2024 la primera mujer pise la Luna. El proyecto consta de tres fases. Primero, realizar un viaje espacial para probar el equipo. Luego, comprobar que es posible ir a la Luna y regresar. Por último, en un tercer viaje, se pretende aterrizar en la Luna para realizar la caminata espacial.

“Esta vez no es para decir que fuimos otra vez, es para quedarnos. El reto técnico que tenemos es que la mayor parte del cohete consta del combustible que se usa en los primeros dos o tres minutos del despegue. Imagina el tamaño del cohete que se requiere para ir a Marte, pero lanzar desde el espacio lo simplifica. Si queremos habitar Marte tenemos que practicar en la Luna, pues si algo va mal podemos regresar en cuatro días y no en un año y medio que tomaría volver desde Marte”, explicó Ortiz.

Un pequeño paso para el hombre; un gran salto para la humanidad

Apolo 11 fue una misión espacial tripulada de Estados Unidos cuyo objetivo fue lograr que un ser humano caminara en la superficie de la Luna. La misión se envió al espacio el 16 de julio de 1969, llegó a la superficie de la Luna el 20 de julio de ese mismo año y al día siguiente logró que dos astronautas caminaran sobre la superficie lunar. La misión está considerada como uno de los momentos más significativos de la historia de la Humanidad y la Tecnología. El comandante Neil Armstrong fue el primer ser humano que pisó la superficie del satélite terrestre y este hito histórico se retransmitió a todo el planeta. Se estima que 600 millones de personas en todo el planeta presenciaron el alunizaje del Apolo 11.

“El programa Apollo tuvo un gran impacto en la visión de lo que este país podía hacer. Cuando el presidente Kennedy anunció que queríamos poner un pie en la luna mucha gente pensó que eso no era posible. Había competencia con Rusia y queríamos ser los primeros”, expresó Ortiz, quien además tiene un mensaje para los escépticos que todavía hoy ponen en duda el que haya sido real la llegada del hombre a la Luna.

“Soy ingeniero, soy un hombre de ciencia. He estado aquí con personas que han tocado piedras lunares. Sé que es cierto. Sé lo que hemos hecho. Todos tienen derecho a opinar, pero a fin de cuentas, los hechos y la ciencia hablan”, enfatizó.