Tan sólo protagonizó tres películas. Su fugaz trayectoria como estrella de la pantalla grande no llegó a los dos años. Sin embargo, más de medio siglo después, James Dean perdura como uno de los máximos íconos no sólo de Hollywood, sino de toda la cultura popular.

Al igual que otras grandes leyendas como Marilyn Monroe, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, Heath Ledger y Jim Morrison, que brillaron muy intensamente, pero por muy poco tiempo, lo que inmortalizó a James Dean fue una muerte trágica en plena juventud. El actor murió a los 24 años en un accidente automovilístico en California, el 30 de septiembre de 1955. En estos días, se cumplieron 55 años.

Entusiasta de los autos

Desde su adolescencia, Dean mostró interés por los autos y las motocicletas y, de hecho, participaba como piloto en carreras para aficionados. Así que al obtener su primer rol protagónico en East of Eden (filmada en 1954 y estrenada en el 55), de inmediato, se compró su primer carro deportivo, un MG TD. Poco después, adquirió un Porsche 356 Speedster y luego, una conservadora station wagon Ford Country Squire con paneles laterales de madera con la que remolcaría sus autos a las pistas.

En 1955, durante la filmación de su película emblemática, Rebel Without a Cause (Rebelde sin causa), Dean se compró otro Porsche, un 550 Spyder, uno de tan sólo 90 producidos por la automotriz. Lo bautizó como el Little Bastard, apodo que le mandó a pintar en la parte trasera sobre la cubierta del motor. También, le pintó unas líneas rojas y el número 130 al frente, atrás y en las puertas.

El carro estaba listo para las pistas, pero fue poco el uso que Dean pudo darle ya que su contrato con los estudios enfatizaba que no podía participar en una carrera durante una filmación. Así que en septiembre de ese mismo año, luego de concluir el rodaje de su tercera película, Giant (estrenada en 1956), Dean por fin podría estrenar el Little Bastard. Lo haría en unas carreras en la ciudad de Salinas, cien millas al sur de San Francisco.

Encuentro profético

El 23 de septiembre, el actor británico Alec Guinness, que había llegado de Londres ese mismo día, fue a un concurrido restaurante italiano y no consiguió mesa. Cuando Guinness regresaba con su acompañante al carro, Dean, que lo reconoció, salió del restaurante, se presentó y lo invitó a su mesa. Impresionado por el gesto, Guinness aceptó. Mientras caminaban hacia el restaurante, Dean se desvió y le dijo que quería mostrarle algo en el estacionamiento. Era el Little Bastard.

Con la clarividencia del Obi Wan Kenobi que interpretaría dos décadas más tarde, Guinness le dijo a Dean que el carrito lucía siniestro y le advirtió que si lo guiaba, moriría en él exactamente una semana más tarde.

Y así mismo ocurrió.

Justo siete días después, el 30 de septiembre, Dean salió hacia las carreras en Salinas. Lo acompañaron su mecánico Rolf Wütherich, un amigo de nombre Bill Hickman y un fotógrafo, Sanford Roth. Los planes originales eran remolcar el 550 Spyder con la station wagon Ford. Sin embargo, debido a que lo había usado muy poco, durante el trayecto Dean decidió manejarlo hasta Salinas para ir acostumbrándose a su manejo. Así que se detuvieron, bajaron el Porsche del carretón y el actor prosiguió junto a Wütherich. Hickman y el fotógrafo continuaron en la station wagon.

Excepto por una multa de tránsito dadas tanto a Dean como a Hickman (tan sólo iban manejando a 10 mph por encima del límite), el viaje no tuvo percances. Roth iba tomando fotos de Dean y Wütherich mientra éstos iban en el Little Bastard. En ocasiones, Dean se le adelantaba a la Ford Country Squire.

Al llegar a las inmediaciones del pueblo de Lost Hills, Dean se desvió por la actual carretera 46 (en ese entonces era la 466) en dirección oeste. Esa ruta lo dirigiría hasta Paso Robles donde subiría al expreso 110 que lo llevaría directo a Salinas. Sería la porción final del viaje. En Lost Hills, se detuvo a echar gasolina y poco después llegaron sus amigos en la station wagon. Allí, se topó con otro amigo que también se dirigía a las carreras. Esa fue la última parada de James Dean.

El tramo final

Luego de llenar el tanque, Dean y el mecánico prosiguieron y nuevamente, dejaron al grupo atrás. La próxima vez que sus amigos los volvieron a ver, ya había ocurrido el accidente.

Treinta y siete millas al oeste de Lost Hills por la carretera 46, está el pueblito de Cholame y justo antes de llegar, está la intersección con la carretera 41. Es una peligrosísima intersección en forma de “Y” y sin semáforo, precedida desde el este (de donde venía Dean) por una cuesta bien larga. Un joven universitario llamado Donald Turnupseed venía por la misma 46 en sentido contrario al de Dean en un cupé Ford Custom Tudor de 1950. Cuando llegó a la intersección y al intentar doblar a la izquierda hacia la carretera 41, impactó al Little Bastard prácticamente de frente. Tanto Dean como Wütherich salieron expulsados del carro. Aunque malamente herido, el mecánico sobrevivió. Dean murió allí mismo, tan sólo diez minutos más tarde.

Turnupseed, que sólo sufrió heridas menores, dijo que nunca vio el carro de Dean. El actor, por su parte, sí vio al estudiante. Según el testimonio de Wütherich, las últimas palabras de James Dean fueron cuando vio a Turnupseed acercarse a la intersección: “Ese tipo tiene que parar. Nos va a ver”, dijo, pero el estudiante nunca los vio.

La investigación del accidente determinó que efectivamente, Turnupseed nunca vio el carro de Dean. Justo antes de la intersección, había una especie de hendidura, que cuando Dean la tomó hizo que su carro, dado lo bajito que era, se viera menos aún. Empeorando las cosas, el color gris de la carrocería se camuflaba con el gris del pavimento.

Minutos más tarde, llegaron Hickman y Roth sólo para encontrarse con el accidente y su amigo muerto.

Allí murió James Dean y allí mismo nació la leyenda.

aoneill@primerahora.com

Para ver las fotos del carro accidentado y las últimas que se le tomaron a Dean antes del choque, vayan el siguiente enlace:

http://www.jamesdeanmemorialjunction.com/history.html