Hablar del Restaurante Los Serranos, en Toa Baja, es alusivo a la tradición criolla de una buena y abundante comida con el sabor particular que los ha distinguido desde hace más de tres décadas en el barrio Palo Seco.

Pero el concepto posee, además, una vasta oferta a la carta que trasciende el origen de sus comidas basadas en los frutos del mar.

“Además de mariscos, aquí se trabajan diferentes tipos de cortes de carnes. Hace cinco años que estoy haciendo el arroz con carne. Ese plato está cogiendo mucho auge entre los clientes. Ese lleva pollo, churrasco, carne de cerdo y chorizo. Ese viene adornado con pollo frito y cerdo con cebolla en la parte de arriba”, expresó el propietario del lugar Romualdo Serrano Ríos, quien junto a su esposa Marilyn Martínez Resto e hijo Gadiel Serrano y empleados, atienden a todos los comensales que allí llegan.

Al abundar sobre los ofrecimientos, Serrano Ríos aludió al “arroz Serrano”. El propietario dijo que no es una paella convencional porque, aunque posea ingredientes similares como camarones, mejillones, calamar, pulpo, carrucho y filete de pescado, su especialidad proviene del gusto criollo.

“Paella eso viene de allá de España. Tendremos herencia española, pero en nuestro vocabulario desde que yo me criaba, el arroz con mariscos, no se le decía paella, se le decía arroz con pesca’o, guábaras, bruquenas o camarones o simplemente arroz con mariscos, que es lo que yo vendo aquí. Aquí se vende un arroz criollo puertorriqueño, puro sabor a lo nuestro. Definitivamente yo no hago paella”, reiteró.

Sus orígenes

Oriundo del barrio Hato Tejas de Bayamón, Serrano Ríos explicó el secreto de su cocina, la que, aseguró, “tiene que nacer por el amor que se tiene a lo que se hace. Para esto hay que nacer, hay que hacer las cosas de corazón. La cocina tiene muchas cosas que la gente no entiende y entre ellas es que no se puede hacer por vender comida. Si lo haces con eso en mente únicamente, el cliente no siente esa pasión, ese amor que uno le imparte cuando se hace del alma”.

Cocinero ininterrumpido en los 33 años de fundado el restaurante que lleva su apellido, Serrano Ríos narró su experiencia de éxito, desde sus inicios hasta el presente. “El negocio comenzó yo diría que por necesidad, porque yo laboraba en otros restaurantes hasta que decidí montar el mío. Junté dos o tres pesos que tenía y otros chavos que me prestó la suegra y así fue como comencé. Con $3,000 fue que hice los primeros pasos y con la ayuda de mi suegra y esposa”, dijo.

“En los inicios para el 1991, mi suegra María Rodríguez atendía la cocina y junto a mi esposa comenzamos este restaurante, que iniciamos en otro local aquí mismo en Palo Seco. Para ese momento teníamos tres hornillitas y yo comencé a hacer más de lo que podía, porque además del arroz con mariscos y asopaos, también comencé a hacer alcapurrias, sándwiches de mariscos, pero al final la caja no sonaba como tenía que sonar. Y por eso tuvimos que hacer modificaciones en el menú y expandir la cocina”, dijo al referirse al ingreso obtenido al final de cada día.

Pero la tenacidad y la consistencia en su empeño provocaron que el público respaldara su sabor y a partir del 2001, mudaron su restaurante a un espacio más amplio y acogedor, donde hoy están ubicados. “Teníamos que buscar otro lugar porque donde comenzamos se nos hizo pequeño. La promoción se hizo entre los mismos clientes, quienes comenzaron a regar la voz sobre la cantidad, sazón y precios que no tenía comparativos en aquel momento y que aún mantenemos”, aseguró Serrano Ríos.

Abiertos de jueves a domingo, de 11:30 a.m. a 4:30 p.m., el Restaurante Los Serranos atiende a cerca de 300 a 400 personas los fines de semana. “No hacemos servicio de catering, pero hacemos bandejas de mariscos para 15 personas en adelante hasta 50. Tenemos un volumen alto de pedidos para recoger…”, destacó.

Además de cocinar, Serrano Ríos expresó con orgullo que tiene habilidades para otros oficios, lo que le llevó a realizar personalmente la remodelación total de su negocio. “Los mosaicos que tu ves, los diseños en madera y otros arreglos, los hice, aunque no tengo vocación de ingeniero ni arquitecto”, dijo entre risas.