Rolls-Royce Drophead Coupé
El Rolls-Royce Drophead Coupé es un despampanante carro obscenamente opulento que la aristocrática automotriz inglesa ha venido mostrando.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 18 años.
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Okay, olvídense un rato de que las cosas en el país están malas con ganas. Fantaseen por un momentito que están boyantes en dinero, algo así como los grandes empresarios, las estrellas del deporte y el entretenimiento o los políticos. Imagínense entonces que tienen cuatrocientos veintinueve mil billetes muertos de la risa en alguna cuenta secreta en Suiza y quieren comprarse un carrito. Pues les tenemos uno que precisamente cuesta esa módica suma. Se trata del Rolls-Royce Drophead Coupé (que no sé por qué lo llaman “Coupé” cuando es claramente un convertible), un despampanante carro obscenamente opulento que la aristocrática automotriz inglesa propiedad de BMW ha venido mostrando en el circuito internacional de exhibiciones de autos.
Ahora bien, no vayan a pensar que por su apariencia tan radical y por el hecho de que esté siendo presentado en los auto shows, se trate de un caprichoso modelo experimental. No gente, el carro sí es caprichoso, pero es todo un vehículo de “producción”. Hey, y usamos las comillas porque este carro no es producido en una línea de ensamblaje como un carro común y corriente. En vez, es hecho a mano casi en su totalidad.
¿Qué $429,000 (sin incluir arbitrios) es una cantidad aberrante para un carro? Bueno, pues pueden obtenerlo un poco más baratito. ¿Ven el acero inoxidable en el bonete y el marco del parabrisas y esa parte trasera hecha de genuina madera de teca pulida a mano? Pues los tres son una opción en conjunto que cuesta $17,000. Quiere decir entonces que pueden ordenar su Drophead Coupé sin éstos y el carrito les saldrá en tan sólo cuatrocientos doce. Ahora bien, dudo mucho que alguien ordene este carro sin la teca ni el stainless steel ya que el que lo haga automáticamente será catalogado como un maceta que quiso ahorrarse el menudito ése de diecisiete mil pesos. Creo además que todos los clientes del carro querrán estos dos detalles debido a que le dan una belleza muy inusual, además de que son su carta de presentación.
Otros detalles de gran lujo incluyen las puertas que abren hacia atrás (la primeras en un convertible de producción en más de 50 años y que by the way, se cierran con el toque de un botón), hectáreas de finísima piel prácticamente en toda superficie de la cabina, un fino paraguas que se esconde dentro del guardalodos delantero y unos sólidos mangos en la puertas que son obras de arte. ¿Y la famosa figurita que va sobre el bonete? Pues para evitar que los cacos se la tumben, al tocar un botón cuando el carro está estacionado, se baja para quedar escondida dentro de la masiva parrilla. O sea, que todo es bello en este carro. Bueno, todo, menos ese horrendo diseño frontal, heredado del portaestandarte de la marca, el Phantom. De frente, ambos modelos parecen un prototipo a medio terminar. Esos focos principales tan estrechitos sencillamente no van con esa parrilla tan descomunal. Feo, feo.
El que tiene chavos para un carro como éste, de seguro que también los tiene para desperdiciar gasolina a todo lo que da. Pues debajo del bonete hay un motor de 12 cilindros y 6.0 litros empatado a una transmisión automática de seis velocidades. Sus 453 caballos de fuerza son capaces de darle a este mastodonte de casi 6,000 libras y 19 pies de largo un arranque de 0 a 60 mph de tan sólo 5.7 segundos. Eso es bien rápido.
Muy bien, ya se les acabó el chance de soñar. Regresen. Regresen ahora a la dura realidad de la cuenta de banco pelá, de tener que estirar hasta el último vellón en el supermercado y en la de meterse en una longaniza de seis años para comprar un carro que cuesta menos que el bonete y la madera del Drophead Coupé.