Ariel Castro, el puertorriqueño que mantuvo en cautiverio a tres jóvenes durante más de una década en la ciudad de Cleveland (Ohio), aceptó hoy la condena a cadena perpetua sin opción a libertad condicional, más 1.000 años de prisión, para evitar así enfrentarse a la pena de muerte.

Castro, de 53 años, aceptó el acuerdo alcanzado entre su defensa y la fiscalía, que no le permitirá salir jamás de prisión.

Durante una audiencia preliminar en Cleveland, el juez Michael Russo preguntó en varias ocasiones a Castro si entendía que mediante el acuerdo estaba asumiendo la autoría de los hechos, así como que nunca podría volver a estar en libertad.

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"Usted entiende que nunca volverá a salir de la cárcel?", preguntó el juez a Castro durante la audiencia, a lo que éste contestó con un rotundo "sí".

Castro, vestido hoy con un mono naranja y con una abundante barba, fue acusado de tener secuestradas durante más de diez años en su casa de Cleveland, en el estado de Ohio, a Amanda Berry, Gina DeJesús y Michelle Knight, que lograron escapar en mayo pasado.

El procesado, de origen puertorriqueño, se enfrentaba a 977 cargos, entre ellos 512 de secuestro, 446 de violación y siete de abuso sexual, así como dos cargos de homicidio agravado por supuestamente golpear a una de las mujeres hasta causarle un aborto.

La acusación también presentó seis cargos por asalto sexual, tres cargos por negligencia infantil y un cargo por posesión de herramientas delictivas, delitos todos ellos cometidos desde 2002, año en el que secuestró a la joven Knight.

Los 1.000 años añadidos a la condena es una fórmula legal que garantiza a la Fiscalía que el exconductor de autobuses escolares estará en prisión de por vida.

Además, asegura que las víctimas no tengan que revivir su terrible experiencia en una audiencia pública en el juicio, cuyo comienzo estaba previsto para el día 5 de agosto.

"Mi adicción a la pornografía y mi problema sexual realmente han hecho mella en mi mente", explicó Castro ante el juez, a quien más tarde dijo que había sido víctima de abusos sexuales cuando era niño.

Tras dos horas y media de audiencia, Russo aceptó las peticiones, declaró culpable a Castro y fijó la fecha de la sentencia para el próximo jueves.

El pasado 6 de mayo, en un descuido de Castro, Berry logró escapar y pedir auxilio a gritos, a los que respondió un vecino, Charles Ramsey, que ayudó a la joven a romper la puerta de la casa en la que estaba secuestrada.

Junto a Ramsey, dos hispanos, la puertorriqueña Aurora Martí y el dominicano Angelo Cordero, ayudaron a la joven a salir de aquel encierro.

Berry dijo a sus rescatadores que en la casa había más personas recluidas contra su voluntad: DeJesús, de origen puertorriqueño y desaparecida en 2004 con 14 años; Knight, cuyo rastro se perdió en 2002, cuando tenía 20; y su propia hija, de seis años, fruto de los abusos de Castro.

La noticia de que habían encontrado a las mujeres con vida conmocionó al barrio de Cleveland, mayoritariamente hispano, donde dos de las víctimas eran muy conocidas tras años de búsqueda.

Los vecinos no salían de su asombro y aseguraron que en ningún momento sospecharon que Castro pudiera ser responsable de los secuestros, dos de los cuales, los de DeJesús y Berry, eran muy conocidos por la comunidad.

Nadie se podía imaginar que la joven se encontraba secuestrada en el mismo barrio y a pocos kilómetros de su casa.

Vecinos de DeJesús dijeron a Efe que resultaba muy difícil para la comunidad portorriqueña de Cleveland creer que alguien de la familia Castro estuviese implicado en el secuestro de las tres jóvenes.

"Los Castro son bien conocidos aquí, tienen negocios e incluso están un poco metidos en política. Son una buena familia. Aunque Ariel parece que es la oveja negra", declaró a Efe un vecino de la familia DeJesús, en referencia a los otros dos hermanos del secuestrador, quienes en un principio fueron también sospechosos.

Los padres de DeJesús organizaban vigilias en cada aniversario de su desaparición, el 2 de abril, y durante años continuaron repartiendo octavillas con su foto.

El caso de Berry, cuya madre murió en 2006 de un ataque cardíaco, estuvo abierto debido a que aparecieron pistas durante estos años que finalmente no dieron resultado.

La desaparición de Michelle Knight en 2002 no había acaparado la atención de las autoridades porque consideraron que todo apuntaba a que había abandonado a su familia voluntariamente, tras haber perdido la custodia de un hijo.

Hace dos semanas, las tres jóvenes difundieron un vídeo en el que agradecieron la solidaridad que han recibido de la comunidad desde su liberación y manifestaron su "esperanza para una solución justa y rápida" del caso, al tiempo que expresaron "una gran fe en la oficina del fiscal y el tribunal."

Hoy las tres mujeres continúan rehaciendo sus vidas junto a sus familias y no tendrán que volver a enfrentarse a aquel calvario.