“Aún no lo creo”, dice boricua tras nueve años del tiroteo en discoteca Pulse
El recinto, que había permanecido cerrado desde el ataque, abrió sus puertas este miércoles a las víctimas y a los familiares.

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Nueve años después de uno de los mayores tiroteos de la historia reciente de Estados Unidos, en el que 49 personas fueron asesinadas, la antigua discoteca gay Pulse, en Orlando (Florida), por primera vez abrió este jueves sus puertas a los familiares de las víctimas, que no pierden la esperanza de un memorial que rinda homenaje a los fallecidos.
A las 2:00 hora local (6:00 horas GMT) del domingo 12 de junio de 2016, Jose Luis, de origen puertorriqueño, llegó a Pulse, pero su amigo y compatriota Edward Sotomayor Jr, ya estaba muerto, con dos disparos en la cabeza, contó hoy a EFE en las afueras del antiguo club nocturno, donde hay improvisado un altar.
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Al lado de una carretera transitada que lleva al centro de la ciudad de Orlando, los colores del arcoíris que rodean el antiguo club Pulse llaman la atención. Poco a poco van llegando autobuses de familiares y víctimas, así como personas que se acercan al lugar y recuerdan unos hechos que conmocionaron a todo el mundo.
El recinto, que había permanecido cerrado desde el ataque, abrió sus puertas este miércoles a las víctimas y a los familiares, pero no todos fueron capaces de entrar.
Durante los próximos días, aquellos que lo deseen podrán visitar el centro donde se produjo el ataque, cuya demolición está prevista para este año, pero aún no tiene fecha.
Jose Luis se pasó la mañana entera sentado bajo la sombra de un árbol, delante del memorial temporal lleno de colores, fotografías de las personas asesinadas y flores en el exterior del recinto, recordando a su amigo.
El puertorriqueño confesó, emocionado, que se acercó en varias ocasiones a la puerta, pero que no fue capaz de entrar: “Todavía, nueve años después, no me lo creo”.
Los supervivientes y las familias del que fue el tiroteo más grave del momento y el que afectó mayormente a la comunidad hispana en EE.UU. han esperado casi una década para que la ciudad de Orlando avance, hasta ahora sin éxito, en la creación de un memorial en el escenario donde sucedió la desgracia.
“Ojalá hubiera ocurrido antes”, confesó el alcalde de la ciudad, Buddy Dyer, en unas declaraciones ante los medios.
La construcción del memorial permanente en homenaje a las víctimas está prevista que empiece en junio de 2026 y se espera que el monumento esté abierto para todo en otoño de 2027, según Ashley Papagni, portavoz del Gobierno de Orlando.
Se estima que el costo de la obra será de alrededor de 12 millones de dólares, de los cuales la ciudad se ha comprometido a proporcionar 7.5 millones, y el condado de Orange aportará 5 millones más.
El total del dinero recaudado por las fundaciones que se crearon tras la masacre ha sido distribuido a las familias afectadas, aclaró Dyer.
El día del tiroteo, el estadounidense de origen afgano Omar Mateen, de 29 años, entró en el club Pulse y disparó y mató a 49 personas, y 58 personas más resultaron heridas.
Desde entonces, en el memorial exterior abundan las banderas puertorriqueñas, los ciudadanos más afectados en la masacre, pues el día del tiroteo se celebraba la ‘Noche latina’ un evento semanal que organizaba el club.
Se trata del segundo tiroteo más trágico que ha vivido EE.UU. en la historia moderna, después del ataque en un festival de música al aire libre en Las Vegas en 2017, que causó 51 muertes.
El atacante, que profesó su amor por el Estado Islámico en una llamada al teléfono de emergencias 911, fue abatido en cuanto la Policía llegó al establecimiento.
En las horas previas al ataque, Mateen prometió en la red social de Facebook la venganza por las intervenciones lideradas por EE.UU. en Irak y Siria.
Este jueves, las familias que se acercaron al recinto dijeron haber recuperado la esperanza de que la construcción del memorial va a ser posible.
Durante la jornada, la comunidad de Orlando organizó más actos por toda la ciudad, entre ellos una ceremonia de recuerdo de las víctimas en la Primera Iglesia Metodista Unida, en el centro de la ciudad, y otra en el ayuntamiento.
En su mensaje anual de apoyo a los afectados que publicó el gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, esta vez no hubo ninguna mención, como en otros años, a la comunidad LGTBIQ+ ni a los grupos hispanos, que fueron la mayoría de las víctimas del tiroteo.
“Hace nueve años, el 12 de junio de 2016, un tirador que afirmaba ser aliado del Estado Islámico de Irak y el Levante cometió un terrible acto terrorista en el club nocturno Pulse de Orlando, Florida. Cuarenta y nueve personas murieron y cincuenta y tres resultaron heridas”, se lee en el comunicado emitido por el gobernador.
La omisión se produce en un momento especialmente tenso para la comunidad LGTBI, así como para los hispanos, tras el regreso del presidente, Donald Trump, a la Casa Blanca el pasado enero.