Frank James, el autor de un tiroteo en el metro de Nueva York en abril de 2022 que dejó heridas a diez personas y que el pasado enero ya se declaró culpable de diez delitos de terrorismo por cada una de ellas, fue condenado este jueves a diez cadenas perpetuas y diez años adicionales.

Así lo anunciaron las autoridades en una rueda de prensa tras una audiencia judicial para imponer la sentencia a este hombre de 64 años, que lanzó dos bombas de humo y disparó indiscriminadamente 32 veces contra los ocupantes de un vagón de metro mientras este se desplazaba entre paradas en la hora punta de la mañana.

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El fiscal del Distrito Este de Nueva York, Breon Peace, dijo que así James “rinde cuentas” con la Justicia tras haber “aterrorizado a la ciudad” con su ataque -que llevaba planeando durante años y afortunadamente no dejó fallecidos-, y con su posterior búsqueda y captura, que se alargó 24 horas.

“Cada vez que apretó el gatillo tomó la decisión de acabar con una vida (...). Dieciséis balas dieron en los cuerpos de las víctimas inocentes arrinconadas. Las víctimas no fueron solo los heridos físicamente, también los que fueron testigos y los que se arriesgaron para ayudar, que vivirán con este trauma el resto de sus vidas”, dijo Peace.

La condena de diez cadenas perpetuas recibida por James, a la que se suman 10 años por utilización de un arma en un delito violento, era la sentencia solicitada por la Fiscalía, y queda muy lejos de los 18 años que pedía su defensa.

“La sentencia envía un mensaje claro a cualquier aspirante a terrorista: si planea cometer un acto de violencia esta oficina impondrá agresivamente cargos federales contra usted y le perseguirá con todo el peso de la ley”, agregó Peace.

Durante la vista judicial, a puerta cerrada, estuvieron presentes algunas víctimas que pudieron dirigirse al condenado, quien previamente se había negado a asistir a las audiencias hasta que, para esta ocasión, el juez ordenó a los alguaciles “usar la fuerza necesaria” y hacerlo comparecer, según recoge The New York Times.

James tomó la palabra y reconoció el tiroteo como “un acto cobarde de violencia sin sentido”, pero intentó justificarlo como una manera de “arrojar luz” sobre el tratamiento de las administraciones hacia los pobres y habló de la discriminación y prejuicios que sufre como hombre negro con enfermedades mentales.

“Sí, tenemos problemas con las armas, las enfermedades mentales y el racismo. Pero solo un hombre lo abordó en ese vagón de metro”, le recriminó el juez, William Kuntz, recoge el Times.

El ataque, que tuvo lugar en una línea de metro a su paso por el distrito de Brooklyn, fue el más grave registrado en muchos años en el sistema de transporte de la Gran Manzana, y sembró el miedo en la ciudad ya que el autor huyó del lugar escabulléndose entre la multitud.

Según los fiscales, el acusado llevaba planeando el ataque desde 2017, cuando empezó a comprar armas, así como el disfraz que utilizó para simular ser un trabajador del metro, con chaqueta reflectante naranja y casco amarillo.