Mientras la familia y amigos se despedían de Sarai Sierra, agentes detenían a los hermanos de un hombre que era buscado para interrogarlo por la muerta de ella.

La agencia estatal de noticias de Turquía reportó que la policía detuvo brevemente a dos hermanos y una hermana del presunto sospechoso en la parte norte de Karabuk. Fueron liberados tras interrogarlos y les tomaron muestras de ADN.

La Policía de Karabuk se negó a comentar. La prensa turca indicó que la Policía quería interrogar a un recolector de papel que frecuentaba los monumentos históricos de Estambul, donde se encontró el cuerpo de Sierra el 2 de febrero, 12 días después de su desaparición. Las autoridades señalan que Sarai recibió un golpe mortal en la cabeza.

La mujer llegó a Turquía para practicar la fotografía, su pasatiempo. Viajó sola luego que una amiga que la acompañaría canceló por razones económicas. Dicha amiga se encontraba entre las 200 personas que asistieron ayer en la mañana a su velatorio en la iglesia pentecostal cristiana en Staten Island.

En un servicio en el que varias personas elogiaron a Sarai, el esposo, hermanos y amistades expresaron que encontraron consuelo en su fe.

“Mi mente está en paz”, afirmó su esposo, Steven Sierra.

“Tengo muchas preguntas para el Señor… a pesar de lo trágico en que terminó; sé en mi corazón que mi esposa está en su presencia”.

Sarai pertenecía a la congregación desde que era una niña y se casó en esa iglesia en 1988.

El pastor señaló que fue uno de los servicios fúnebres más difíciles que ha tenido en dos décadas en su iglesia porque había visto crecer a Sarai.

“No es un adiós”, comentó David Jiménez,hermano de Sarai. “La volveremos a ver algún día. Cristo nos prometió eso”, añadió. Aunque hablaron positivamente de las creencias de Sarai, en la ceremonia también se reconoció la desgarradora pérdida.

“ Siempre habrá ese vacío en mi vida, y ese vacío eres tú”, sentenció su hermana, Christina Jiménez, mientras intentaba contener el llanto. “Nada es lo mismo ahora, y dudo que cambie”.

Hablándoles directamente a los hijos de Sarai –Silas, de nueve años, y Sion, de 11 años–, el reverendo John Rocco Carlo dijo: “Según crecemos, nos convertimos en nuestros padres. Nos vemos como ellos, actuamos como ellos. Caminamos y hablamos como ellos. Así que, cuando extrañen a su madre, mírense en el espejo. Ella es parte de ustedes”.

Después del servicio, Sarai fue enterrada en un cementerio cerca del apartamento donde vivía con su esposo e hijos.