Estados Unidos intentó atrapar a Maduro con un plan secreto: ofrecieron millones al piloto presidencial
Reuniones clandestinas, mensajes cifrados y un plan que podía cambiar el destino del presidente venezolano.

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El agente federal le presentó una propuesta audaz al piloto principal de Nicolás Maduro: lo único que debía hacer era desviar de forma disimulada el avión del presidente venezolano a un lugar donde las autoridades estadounidenses pudieran detener al mandatario.
A cambio, según dijo el agente al piloto en una reunión clandestina, harían que el aviador se convirtiera en un hombre muy rico.
La conversación fue tensa y el piloto se fue sin comprometerse, aunque le dio su número de celular al agente Edwin López, un indicio de que podría estar interesado en ayudar al gobierno estadounidense.
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Durante el año siguiente, incluso después de jubilarse de su trabajo en el gobierno, López persistió e intercambió mensajes de texto con el piloto a través de una aplicación de mensajería cifrada.
La saga inédita y llena de intriga de cómo López intentó que el piloto de Maduro trabajara para los estadounidenses tiene todos los elementos de una película de espionaje de la Guerra Fría: aviones privados de lujo, una reunión secreta en un hangar de aeropuerto y diplomacia de alto riesgo en un delicado juego para convencer a un lugarteniente de cambiar de bando. Incluso hubo un último acto de intriga con el propósito de inquietar a Maduro sobre la verdadera lealtad del piloto.
En términos más generales, el plan revela hasta qué punto —y con qué frecuencia de manera improvisada— el gobierno estadounidense ha intentado durante años derrocar a Maduro, mientras la línea entre la aplicación de la ley y la recolección de inteligencia a menudo se volvía difusa. El interés en un cambio de régimen en Venezuela ha cobrado impulso desde que el presidente Donald Trump retomó el cargo. Este verano, Trump ha desplegado miles de tropas, helicópteros de ataque y buques de guerra en el Caribe para atacar barcos pesqueros sospechosos de contrabandear cocaína desde Venezuela. En seis ataques, el ejército estadounidense ha matado al menos a 28 personas.
Este mes, autorizó a la CIA a realizar operaciones encubiertas dentro de Venezuela, y el gobierno estadounidense también duplicó la recompensa por la captura de Maduro por cargos federales de narcotráfico, una medida que López intentó aprovechar en un mensaje de texto al piloto.
“Sigo pendiente a su respuesta”, escribió López al piloto el 7 de agosto, y adjuntó un enlace a un comunicado de prensa emitido por el Departamento de Justicia que anunciaba que la recompensa había aumentado a 50 millones de dólares.
Los detalles del plan —que al final resultó fallido— se obtuvieron de entrevistas con varios funcionarios estadounidenses, tanto en activo como retirados, así como con uno de los opositores de Maduro. Todos hablaron bajo condición de anonimato ya sea porque no estaban autorizados a decir nada sobre la iniciativa o por temor a represalias por revelarlo. The Associated Press también revisó los intercambios de mensajes de texto entre López y el aviador.
Los intentos de localizar al piloto, el general venezolano Bitner Villegas, no tuvieron éxito. El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos no hizo comentarios. El gobierno venezolano expuso no respondió a una solicitud de comentarios.
Los aviones de Maduro
La trama se planeó cuando un informante se presentó en la embajada de Estados Unidos en República Dominicana el 24 de abril de 2024 y afirmó tener información sobre los aviones de Maduro. López, de 50 años, era entonces agregado en la embajada y agente de Investigaciones de Seguridad Nacional (HIS, por sus siglas en inglés), que es parte del Departamento de Seguridad Nacional.
López, un áspero exsoldado de operaciones especiales del Ejército de Estados Unidos originario de Puerto Rico, había liderado las investigaciones de la agencia sobre redes criminales transnacionales con presencia en República Dominicana, tras una ilustre trayectoria en la que desmanteló bandas de narcotraficantes, lavadores de dinero y estafadores. Su trabajo para desarticular una operación ilícita de cambio de divisas incluso le valió una reprimenda pública, en 2010, por parte de Hugo Chávez —el predecesor de Maduro—. Ese destino en la embajada sería el último antes de jubilarse.
La embajada estaba cerrada, aunque López seguía en su escritorio. Le entregaron una ficha de archivo con el nombre y número telefónico del informante. Cuando lo llamó, el individuo aseguró que dos aviones que utilizaba Maduro se encontraban en República Dominicana para que les realizaran reparaciones costosas.
López estaba intrigado: sabía que cualquier mantenimiento probablemente supondría una infracción penal según la ley estadounidense, ya que implicaría la compra de piezas estadounidenses, prohibidas por las sanciones impuestas a Venezuela. Y los aviones también estaban sujetos a incautación por violar esas mismas sanciones.
Localizar las aeronaves fue fácil: estaban estacionadas en el aeropuerto ejecutivo La Isabela de Santo Domingo. Documentar su vínculo con Maduro les tomó meses al agente y a otros investigadores federales. Mientras armaban el caso, se enteraron de que el presidente venezolano había enviado a cinco pilotos a la isla para llevar de regreso los aviones de millones de dólares: un Dassault Falcon 2000EX y un Dassault Falcon 900EX.
Un plan se concreta
López tuvo una revelación: ¿y si lograba convencer al piloto de que llevara a Maduro a un país donde Estados Unidos pudiera arrestarlo? Maduro había sido imputado en 2020 por cargos federales de narcoterrorismo que lo acusaban de contribuir a inundar a Estados Unidos de cocaína.
El agente del Departamento de Seguridad Nacional obtuvo permiso de las autoridades dominicanas para interrogar a los pilotos, tras superar sus temores de crear una disputa diplomática con Venezuela.
En el hangar del aeropuerto, a poca distancia del avión, López y otro agente pidieron a cada piloto que se reunieran con ellos individualmente en una pequeña sala de conferencias. No había un propósito específico, dijeron los agentes, solo querían hablar.
Los agentes fingieron no saber que los pilotos trasladaban por aire a Maduro y otros altos funcionarios. Hablaron con cada aviador durante aproximadamente una hora y dejaron a su objetivo principal para el final: Villegas, porque los agentes habían determinado que él era el piloto habitual de Maduro.
Villegas era miembro de la guardia de honor presidencial de élite y coronel de la Fuerza Aérea venezolana. Un exfuncionario venezolano que viajaba regularmente en aviones presidenciales lo describió como amigable, reservado y de toda la confianza de Maduro. Los aviones se utilizaban para transportar a Maduro por todo el mundo, con frecuencia a países hostiles a Estados Unidos como Irán, Cuba y Rusia. En un video de diciembre de 2023, publicado por Maduro, se ve a Villegas sostener una radio en la cabina mientras el presidente intercambia consignas patrióticas con el piloto de un avión de combate de la empresa rusa Sukhoi.
López llamó a Villegas para que fuera a la habitación y bromearon un rato sobre las celebridades que el piloto había trasladado, su servicio militar y los tipos de aviones que tenía licencia para volar. Después de unos 15 minutos, el piloto comenzó a ponerse tenso y las piernas le temblaban.
El agente insistió con más contundencia: ¿Había trasladado alguna vez el piloto a Chávez o a Maduro? Villegas, al principio, intentó evadir las preguntas, pero finalmente admitió haber sido piloto de ambos líderes. Villegas mostró a los agentes, en su celular, fotos suyas y de los dos presidentes en varios viajes. Les dio detalles sobre las instalaciones militares venezolanas que había visitado. Sin que Villegas lo supiera, uno de los colegas de López grabó la conversación con un celular.
Cuando la charla estaba por terminar, López presentó su propuesta: a cambio de trasladar en secreto a Maduro y ponerlo en manos de Estados Unidos, el piloto se haría muy rico y sería adorado por millones de sus compatriotas. El lugar de encuentro podría ser a elección del aviador: República Dominicana, Puerto Rico o la base militar estadounidense de la Bahía de Guantánamo, Cuba.
Villegas no dejó entrever sus intenciones. No obstante, antes de partir, le dio a López su número de celular.

