Atlanta, Georgia. La ley de aborto de Georgia cambió tan abruptamente el miércoles por la tarde que a algunas pacientes que estaban en un consultorio para realizarse el procedimiento se les dijo que lo que era legal esa mañana ya no lo era en la tarde, y que mejor se fueran a casa

Melissa Grant, directora de operaciones de Carafem, un grupo con sede en Washington, D.C. que opera una clínica de salud reproductiva en Atlanta, dijo que fue “terrible” enviar a casa a cuatro pacientes.

La ley, a la que se le había impedido entrar en vigor, prohíbe la mayoría de los abortos una vez que hay un “latido del corazón humano detectable”. La actividad cardíaca se puede detectar mediante ultrasonido —en las células dentro de un embrión que eventualmente se convertirán en el corazón— a las seis semanas de embarazo, antes incluso de que una mujer se percate que está embarazada.

Ahora, con el aborto penalizado o fuertemente restringido en los estados del sur de Estados Unidos, excepto en Luisiana, es probable que las pacientes de Georgia con más de seis semanas de gestación sean remitidas a clínicas en Florida, Carolina del Norte o incluso más lejos.

La ley de Georgia incluye excepciones por violación e incesto, siempre que se presente un informe policial. También permite abortos posteriores cuando la vida de la madre está en riesgo o una condición médica grave hace que el feto sea inviable e incluye disposiciones que cambian la definición de “persona física”, otorgando al feto los mismos derechos legales que una persona al nacer.

La Corte de Apelaciones del 11vo Circuito dictaminó el miércoles que la decisión el mes pasado de la Corte Suprema del país de anular el fallo Roe vs. Wade de 1973 permitía a la ley de Georgia entrar en vigor. Normalmente, el fallo de Georgia tardaría semanas en entrar en vigor, pero el tribunal emitió una segunda orden el miércoles que le permitía a la ley aplicarse de inmediato.