Estados Unidos promete $2,000 millones en ayuda humanitaria a la ONU
Esa cantidad es una pequeña fracción de lo que Washington ha contribuido en el pasado.

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Estados Unidos anunció el lunes un compromiso de 2,000 millones de dólares para la ayuda humanitaria de la ONU, mientras el gobierno del presidente Donald Trump continúa reduciendo la asistencia estadounidense al extranjero y advierte a las agencias de Naciones Unidas que deben “adaptarse, reducirse, o morir” en una época de nuevas realidades financieras.
Esa cantidad es una pequeña fracción de lo que Washington ha contribuido en el pasado, pero refleja lo que el gobierno considera es una cifra generosa que mantendrá el estatus de Estados Unidos como el mayor donante del mundo para fines humanitarios.
“Este nuevo modelo compartirá mejor la carga del trabajo humanitario de la ONU con otros países desarrollados y requerirá que la ONU elimine el exceso, elimine la duplicación y se comprometa con nuevos mecanismos de impacto, responsabilidad y supervisión poderosos”, dijo el secretario de Estado Marco Rubio en las redes sociales.
La promesa crea un fondo general desde el cual se distribuirá dinero a agencias y prioridades individuales, una parte clave de las exigencias de la Casa Blanca para que haya cambios drásticos en todo el organismo mundial, las cuales han alarmado a muchos trabajadores humanitarios y derivado en agudas reducciones en programas y servicios.
Los 2,000 millones de dólares son solamente una pequeña parte de la financiación humanitaria tradicional de Estados Unidos para programas respaldados por la ONU, que ha alcanzado hasta 17,000 millones de dólares anuales en los últimos años, según datos de Naciones Unidas. Funcionarios estadounidenses dicen que sólo entre 8,000 y 10,000 millones de dólares de eso han sido contribuciones voluntarias. Washington también paga miles de millones en cuotas anuales relacionadas con su pertenencia a la ONU.
“La alcancía no está abierta para organizaciones que solo quieren volver al sistema antiguo”, dijo Jeremy Lewin, el funcionario del Departamento de Estado a cargo de la asistencia extranjera, en una conferencia de prensa el lunes en Ginebra. “El presidente Trump ha dejado claro que el sistema está muerto”.
El Departamento de Estado indicó que “las agencias individuales de la ONU necesitarán adaptarse, reducirse, o morir”. Los críticos dicen que los recortes en la ayuda occidental han sido miopes, han llevado a millones hacia el hambre, el desplazamiento o la enfermedad, y han dañado el poder blando de Estados Unidos en todo el mundo.
Un año de crisis en la ayuda
La medida culmina un año de crisis para muchas organizaciones de la ONU, tales como sus agencias para los refugiados, los migrantes y la ayuda alimentaria. El gobierno de Trump ya ha recortado miles de millones en ayuda de Estados Unidos al extranjero, lo que ha llevado a estas organizaciones a reducir gastos, proyectos de ayuda y miles de empleos. Otros donantes occidentales tradicionales también han reducido sus desembolsos.
El compromiso anunciado por Washington para los programas de ayuda de Naciones Unidas —el mayor proveedor mundial de asistencia humanitaria y el mayor receptor de dinero de Estados Unidos para ayuda humanitaria— toma forma en un acuerdo preliminar con la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), dirigida por Tom Fletcher, un exdiplomático y exfuncionario del gobierno británico.
Fletcher, quien ha pasado el último año presionando a los funcionarios estadounidenses para que no abandonen por completo la financiación de la ONU, se mostró optimista en la firma del acuerdo en Ginebra.
“Es una contribución de referencia muy, muy significativa. Y hace un mes, habría anticipado que el número habría sido cero”, dijo a los periodistas. “Y así que creo que, antes de preocuparnos por lo que no tenemos, me gustaría mirar a los millones de personas cuyas vidas se salvarán, cuyas vidas serán mejores gracias a esta contribución, y empezar por ahí”.
Incluso mientras Estados Unidos reduce su ayuda, las necesidades han aumentado en todo el mundo: este año se ha registrado hambruna en partes de Sudán y Gaza, azotadas por conflictos, e inundaciones, sequías y desastres naturales que muchos científicos atribuyen al cambio climático han cobrado muchas vidas o han obligado a miles de personas a desplazarse de sus hogares.
Los recortes tendrán importantes implicaciones para filiales de la ONU como la Organización Internacional para las Migraciones, el Programa Mundial de Alimentos y la ACNUR, la agencia para los refugiados. Este año ya han recibido miles de millones de dólares menos por parte de Estados Unidos que bajo las asignaciones anuales del gobierno previo del presidente Joe Biden, o incluso durante el primer mandato de Trump.
Ahora, la idea es que la oficina de Fletcher —que ha buscado mejorar la eficiencia— se convierta en un canal para el dinero de ayuda estadounidense y de otros países que luego pueda redirigirse a esas agencias, en lugar de dispersar las contribuciones de Washington a diversas solicitudes de ayuda individuales.
Cuando se le preguntó a Fletcher si le preocupaba el lenguaje de “adaptarse o morir” de Estados Unidos, respondió: “Si las opciones son adaptarse o morir, elijo adaptarme”.
Estados Unidos desea consolidar la ayuda
Funcionarios estadounidenses dicen que los 2,000 millones de dólares son sólo un primer desembolso para ayudar a financiar la exhortación anual de la OCHA para efectuar donativos, anunciado previamente este mes. Fletcher, quien hizo notar las alteraciones que se viven en el panorama de ayuda, ya redujo la solicitud este año. Otros donantes tradicionales de la ONU como el Reino Unido, Francia, Alemania y Japón han reducido este año las asignaciones de ayuda y solicitado que haya reformas.
“Este reinicio humanitario en las Naciones Unidas debería entregar más ayuda con menos dólares de impuestos, proporcionando asistencia más enfocada y orientada a resultados alineada con la política exterior de Estados Unidos”, declaró el embajador estadounidense ante la ONU, Michael Waltz.
En su centro, el proyecto de reforma ayudará a establecer fondos comunes de financiación que puedan destinarse ya sea a crisis específicas o a países necesitados. En un principio, el objetivo serán 17 países en total, incluidos Bangladesh, Congo, Haití, Siria y Ucrania.
Dos de los países en situación más desesperada del mundo, Afganistán y Yemen, no están incluidos, con funcionarios estadounidenses citando la desviación de ayuda hacia los talibanes y los rebeldes hutíes como preocupaciones sobre la reanudación de las contribuciones.
Tampoco se mencionan en la lista los territorios palestinos, que según funcionarios estarán cubiertos por el dinero proveniente del plan de paz de Trump para Gaza, aún incompleto.
El proyecto, que lleva meses en desarrollo, surge de la visión de Trump de que el organismo mundial tiene un gran potencial, pero no ha estado a la altura, y se ha —en su opinión— alejado demasiado de su mandato original de salvar vidas mientras socava los intereses estadounidenses, promueve ideologías radicales y fomenta un gasto derrochador y sin rendición de cuentas.
“Nadie quiere ser un receptor de ayuda. Nadie quiere vivir en un campamento de ACNUR porque han sido desplazados por un conflicto”, dijo Lewin. “Así que lo mejor que podemos hacer para reducir costos, y el presidente Trump reconoce esto y por eso es el presidente de la paz, es poniendo fin a los conflictos armados y permitiendo que las comunidades vuelvan a la paz y la prosperidad”.

