Tucson. Arizona cruzó este lunes el umbral de 100,000 casos del COVID-19 y confirmó así que es uno de los focos incuestionables de la pandemia en el país, en momentos en que los hospitales de este estado se acercan al colapsoy algunos operan ya a su máxima capacidad.

El Departamento de Salud estatal (ADHS) reportó hoy 3,352 nuevos casos del virus, elevando la cifra total a 101,441 positivos confirmados, de los cuales 1,810 han sido letales.

Las cifras de hoy reflejan que en apenas dos semanas este estado ha duplicado su cifra de casos, luego de que el pasado 21 de junio pasara la barrera de 50,000 casos.

Unos 62,000 del total de positivos corresponden a personas menores de 44 años de edad, en lo que es ya una tendencia en la gran mayoría de estados.

El incesante incremento de casos está drenando los recursos de los hospitales locales, que luchan por proveer el cuidado médico a pacientes que no paran de llegar a las salas de emergencia.

"Nunca habíamos visto algo como esto, no nos damos abasto, es muy duro ver a tanta gente enferma", dijo a Efe Miriam Johnson, enfermera de la sala de emergencias del Centro Médico de Tucson (TMC).

De acuerdo a las más recientes cifras oficiales, el estado solo cuenta con 188 camas en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y desde hace unos días los hospitales se encuentran operando muy cerca del 90% de su capacidad, mientras que el 49% de los ventiladores disponibles se encuentran ocupados.

Los centros de pruebas para detectar el COVID-19 registran largas filas de automóviles en ciudades como Phoenix, cuya alcaldesa, Kate Gallego, dijo el domingo a través de Twitter que la reapertura del estado fue muy prematura.

"Fuimos uno de los últimos estados en emitir una orden de permanecer en casa y uno de los primeros en reabrir", dijo Gallego.

El gobernador de Arizona, Doug Ducey, enfrenta fuertes críticas por la forma en que ha manejado la crisis sanitaria que ha suscitado la pandemia y por, entre otras cosas, no emitir un orden ejecutiva que obligue al uso de tapabocas.

El mes pasado, y tras una fuerte presión, permitió que cada ciudad emitiría sus propias regulaciones sobre el uso de la mascarillas.

La semana pasada, el republicano reconoció que el coronavirus no había amainado y ordenó el cierre de bares, cines, centros nocturnos, gimnasios y parques acuáticos para combatir la pandemia.

“EL CUBREBOCAS NO ES UN TEMA POLITICO”

"Creo que hay personas que no están tomando muy en serio la pandemia, pero si vieran lo que nosotros vemos en la sala de emergencia, el miedo en los ojos de la gente al no poder respirar, cambiarían rápidamente de opinión", dijo Johnson.

La enfermera, que se toma la temperatura cuando entra y sale del hospital cada día, asegura que el ritmo de trabajo está teniendo un fuerte impacto en el personal médico, tanto físico como emocional.

"Es muy duro cuando un paciente te pregunta, '¿pero me voy a poner bien, verdad?' Como ser humano quisieras decirle que todo estará bien, pero sabemos que con esta enfermedad no sabes cuánto tiempo durara, que complicaciones tendrá el paciente", relató.

La enfermera lamenta ver imágenes de gente joven sin tapabocas, festejando en fiestas, en bares, y sin tomar en cuenta las recomendaciones de los expertos sanitarios.

"No entiendo cómo el uso del cubrebocas se ha convertido en un tema político. Es cuestión de salud, es tu vida y la de tus seres queridos la que puede estar en riesgo, no hay mucho que pensar", señaló.

En la actualidad, los hospitales del estado se encuentran trabajando planes de emergencia para aumentar el número de camas disponibles y trasladando pacientes a otros hospitales con camas disponibles.