Pocas veces ha habido en Estados Unidos un presidente tan irlandés como Joe Biden. Irlanda corre literalmente por sus venas y la herencia de sus antepasados define su identidad: desde la pasión con la que habla a la clase trabajadora hasta la tragedia que ha inundado su vida.

Biden, de origen irlandés por parte materna, iniciará este martes su gira de cuatro días por la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda para celebrar el 25 aniversario del acuerdo del Viernes Santo, que puso fin a tres décadas de conflicto en la isla.

Será una visita muy emocionante para el líder estadounidense, quién nació y pasó los primeros años de su vida en Scranton (Pensilvania), uno de los bastiones de los irlandeses católicos en Estados Unidos y donde creció rodeado de la familia de su madre.

Los antepasados de la madre de Biden eran 100 % irlandeses: los Finnegan originarios del condado de Louth (noreste de Irlanda) y los Blewitt del condado de Mayo (noroeste), donde el presidente dará un discurso sobre los lazos entre Estados Unidos e Irlanda.

Su origen irlandés ha sido siempre motivo de orgullo. Según ha mencionado en varios discursos, su abuelo materno solía decirle: “Joey, recuerda, la mejor sangre que hay en ti es la irlandesa”.

En el imaginario colectivo, el presidente está tan identificado con los estadounidenses de origen irlandés que, según cuentan las malas lenguas, su rival para la Vicepresidencia en 2008, la republicana Sarah Palin, no paraba de equivocarse y llamarlo “Senador O’Biden”.

Sus orígenes impregnan hasta el nombre clave que usa el Servicio Secreto para referirse a él: “Celtic” (Céltico, en español).

En una entrevista con la revista Irish America en 1987, cuando aún era senador, a Biden le llegaron a preguntar si había algo que detestara del carácter de los estadounidenses de origen irlandés.

Él contestó poniendo de ejemplo los velatorios, en los que el cadáver está en una habitación y, en otra, la familia bebiendo.

“Si lo piensas, es algo brutal. Ser irlandés es esa yuxtaposición tan directa de vida y muerte. A los irlandeses hay algo que nos enseña que vivir es sufrir, pero aún así no tenemos miedo a vivir”, reflexionó entonces.

Y es que Biden ha experimentado de primera mano el sufrimiento: perdió a su primera esposa, Neilia, y a su hija de un año, Naomi, en un accidente de tráfico poco después de haber sido elegido senador; y en 2015 su hijo Beau murió de cáncer.

Al inicio de su carrera política, esa tragedia provocó comparaciones con los Kennedy. De hecho, en sus memorias “Promises to Keep” (2007), Biden recuerda cómo en sus primeros días en el Senado la prensa le trataba como el “primo pobre” del expresidente John F. Kennedy (1961-1963) por ser católico, joven y de origen irlandés.

Aunque siente sus raíces de una manera muy profunda, Biden también ha usado su imagen como católico de origen irlandés para sacar provecho político, dice a Efe Timothy Meagher, profesor emérito de la Universidad Católica de Estados Unidos y experto en la historia de los estadounidenses con antepasados irlandeses.

Al inicio de su carrera, le ayudó que le identificarán con el mito de los Kennedy. Y, posteriormente, ser católico de origen irlandés le ha servido para demostrar a la clase trabajadora de EE.UU. que es uno de ellos, en vez de parte de esa élite de políticos blancos, de origen británico y protestantes que tradicionalmente han dominado los círculos de poder.

Otro importante rasgo de su identidad tiene que ver con su visión de la política como una profesión, en la que para sobrevivir hay que ganar elecciones, una idea que proviene de los irlandeses que llegaron a EE.UU. en el siglo XIX y vieron la política como una forma de ganarse la vida.

“Eso hace a este tipo de políticos menos ideológicos y capaces de ver cuál es el sentir de la gente en ciertos temas”, apunta Meagher.

Más allá de la política, el carácter irlandés de Biden lo transpira todo, incluido su temperamento y su humor. Por ejemplo, cuando hace tres años un periodista le pidió “un comentario rápido” para la británica BBC, él respondió sonriendo: “¿La BBC? Soy irlandés”.

Además, es un amante de la historia y la literatura irlandesa. Su héroe es Wolfe Tone, quien lideró un levantamiento nacionalista irlandés en el siglo XVIII contra el dominio británico en Irlanda, y su poeta favorito es Seamus Heaney, cuyos versos recitaba frente al espejo para superar la tartamudez.

Tal fascinación tiene por Irlanda que, en 2016, acompañado por sus nietos, viajó a la isla para visitar los lugares donde vivieron sus antepasados.

En una carta que escribió antes de ese viaje, Biden citó una de las frases más célebres del escritor irlandés James Joyce: “Cuando muera, Dublín estará escrito en mi corazón”, y lo parafraseó para expresar que, cuando fallezca, en su corazón siempre estará el pueblo de Scranton, en Pensilvania.

“Pero -proclamó- Irlanda será lo que estará escrito en mi alma”.