Nueva York.- Un estudio de financiación federal publicado el miércoles ofreció una detallada visión de las vidas de jóvenes homosexuales, bisexuales y transgénero en la ciudad de Nueva York, que lidian con la pobreza y la indigencia recurriendo a lo que los investigadores llamaron "sexo de supervivencia".

En extensas entrevistas realizadas durante tres años por el Urban Institute, 283 jóvenes hablaron sobre sufrir rechazo familiar, establecer redes de apoyo con grupos de iguales y aprender a subsistir con las ganancias de encuentros sexuales. Muchos dijeron que había elementos positivos en sus vidas, pero una gran mayoría expresó el deseo de salir del mercado del sexo.

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"No se ven a sí mismos como víctimas... pero hacer esto no les hace sentirse realizados", dijo Meredith Dank, autora principal del informe. "Estos son chicos en situaciones muy desesperadas que harán lo que necesiten hacer para poder sobrevivir".

El estudio, financiado por la Oficina del Departamento de Justicia de Justicia Juvenil y Prevención de Delincuencia, se centró en jóvenes entre los 15 y los 21 años, aunque un puñado de participantes eran mayores.

De los encuestados, el 47% se identificó como hombre, el 36% como mujeres y el 16% como transgénero. En torno al 90% eran negros, latinos o multirraciales, y casi el 60% dijo vivir en un refugio o en la calle, a menudo tras ser expulsados de sus hogares o haber superado la edad para estar en centros de menores tutelados.

Un joven gay de 19 años dijo a un entrevistador cómo su madre le había obligado a irse de casa.

"Ella no quería que yo fuera gay, quería tener nietos, no le gustaba mi estilo de vida", dijo. "Me seguía queriendo, pero simplemente no me quería allí".

Uno de los principales hallazgos del informe es que muchos encuestados hablaron de experiencias frustrantes con sistemas y empleados de servicios sociales, que a menudo no les ayudaron a encontrar un alojamiento seguro o atención sanitaria adecuada.

Además, muchos dijeron tener grandes redes de iguales, incluyendo otros jóvenes que participaban en el negocio del sexo y les ayudaban.

Las quejas de violencia y malos tratos eran comunes. Estas agresiones procedían de parientes, clientes, iguales, agentes de la ley y otros. Pero muchos jóvenes mostraron resiliencia.

"Encuentran formas de sobrevivir, a menudo dependiendo de sus redes informales, conocimiento de las calles y aprendizaje rápido para compartir recursos y habilidades y adaptarse a situaciones difíciles y a menudo peligrosas", indicó el informe.

En torno al 90% mencionó cosas que no le gustaban del negocio del sexo, diciendo que su trabajo les hacía sentirse frustrados, sucios o en peligro. Sólo el 7% dijo no tener deseos de cambiar de ocupación.

Sin embargo, más del 80% dijo que había aspectos positivos, en especial cubrir sus necesidades básicas y en algunos casos fomentar una sensación de comunidad.

"No es tan malo como dormir bajo un puente, no es tan malo que estar sin comida", dijo uno.

El informe ofreció varias recomendaciones para animar a estos jóvenes a abandonar el negocio del sexo, como nuevos programas que ofrezcan alojamiento seguro, atención médica apropiada y una vía de acceder a oportunidades de empleo.

El Urban Institute, un grupo de estudios no partisano centrado en políticas públicas y con sede en Washington D.C., no trató de calcular el número total de jóvenes homosexuales, bisexuales y transexuales en el mercado del sexo de la ciudad de Nueva York. Su informe citó estudios previos que estimaban la cifra entre 2.500 y los 4.000 jóvenes de todas las orientaciones sexuales.