Los viajeros sufrían largas demoras en los aeropuertos de Estados Unidos el miércoles, una señal ominosa de cara al fin de semana largo del 4 de julio, Día de la Independencia, que aparece como una prueba mayúscula para las aerolíneas, en dificultades para afrontar la demanda creciente de pasajes.

Casi 1,500 vuelos estaban demorados y otros 700 cancelados en todo el país, de acuerdo con FlightAware.

La zona más afectada por las cancelaciones y demoras era la costa atlántica, y la situación se agravaba rápidamente. Se prevé que los trastornos se extenderán hacia el oeste.

Las tormentas eléctricas del martes en el noreste complicaron la situación. En varias ocasiones la Administración Federal de Aviación demoró los vuelos hacia el aeropuerto neoyorquino de LaGuardia y los de Washington y Baltimore.

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Unos 6,500 vuelos fueron demorados y 1,900 cancelados en la costa atlántica. United Airlines canceló 500 vuelos, el 18% del total, y JetBlue el 16% de los suyos, según FlightAware.

Se puede decir que es la tormenta que precede a la tormenta.

Los viajes han aumentado constantemente todos los años desde la pandemia, y el martes unas 2.4 millones de personas estaban en el aire, 11% más que el mismo día del año pasado, según la Administración de Seguridad en el Transporte.

Para el jueves se prevé un pico de más de 52,500 vuelos, el día de más viajes del período festivo.

La gente que vio trastornados sus planes de viaje descargan su furia contra las aerolíneas a través de las redes sociales. Algunos juran que jamás volverán a volar con la aerolínea que los perjudicó.

Si grandes cantidades de pasajeros quedan varados o demorados el fin de semana, es previsible un gran intercambio de culpas entre las autoridades federales y las aerolíneas.