Phoenix. Cuando Reyna López despertó, contra todo pronóstico, dio por sentado que había pasado una noche ingresada en Urgencias, adonde llegó tras enfermar gravemente de covid-19. Todavía aturdida, le costó asimilar que su bebé Noah ya no tenía once semanas de nacido, sino cinco meses. Que no estaban en el mes de junio, sino en septiembre.

En un hospital de Arizona, donde cayó desmayada por la falta de oxígeno y permaneció cuatro meses con respirador artificial, sus otros hijos, Damia, de cuatro años, y Luna, de dos, no querían separarse de su regazo por temor a no volver a ver a su madre.

“Los doctores no se pueden explicar cómo estoy viva, no esperaban que despertara. Creo que esto es un milagro y siento que por una razón todavía estoy aquí”, dijo la mujer de 31 años, desde su domicilio en la ciudad de Tempe.

Asegura que el apoyo de su esposo Rodolfo, la paciencia de sus hijos, y el arduo trabajo de los doctores y enfermeras del Hospital Clínica Mayo en Phoenix fueron invalorables, pero está convencida de que no hubiera superado este episodio sin una intervención divina.

“Esta experiencia me hizo ver la vida diferente, no preocuparme por cosas que no valen la pena. Me dio una razón para seguir luchando por mis hijos. Fue muy difícil, aun es duro, porque no puedo hacerme cargo del más pequeño por mi recuperación”, explicó.

Después de ser dada de alta el pasado 23 de octubre, pasó una semana como paciente internada haciendo rehabilitación en el Centro Médico Banner Baywood, donde comenzó a caminar y a realizar tareas diarias.

“No me siento al 100 % bien, pero ya estoy en mi casa tratando de estar activa, aunque todavía dependo del oxígeno para mis pulmones. Personal del hospital viene a mi casa a darme terapia, porque me falta movilidad en mis brazos y piernas”, relató.

“Una noche llena de sueños”

López, quien pasó en total 88 días conectada a un pulmón artificial y estuvo en cuidados intensivos durante 119 días, dijo que para ella todo ese periodo se reduce a “un momento, una noche llena de sueños”.

“Pensaba que mis sueños eran reales, luego supe que no era así, cuando desperté me dijeron que era septiembre. Tomó tiempo para convencerme, la verdad todo era tan confuso, borroso y doloroso por el medicamento”, comentó.

Fue en junio cuando López se contagió. Primero sintió malestar, luego vino la fiebre, el dolor de cabeza y las náuseas. En el hospital le confirmaron que dio positivo a la covid-19, pero la enviaron de vuelta a casa porque sus síntomas no eran graves.

“Me sentía bien, pero un día empecé a deponer. Regresé al hospital y fue ahí donde me desmayé, es lo último que recuerdo. Luego, desperté después de meses”, relató.

En el Hospital Clínica Mayo, la hispana ostenta el récord de ser la persona que más tiempo ha pasado en lo que se conoce como ECMO: oxigenación por membrana extracorpórea, un último tratamiento de alto nivel que funciona como un pulmón artificial.

Rodolfo López, de 29 años, confesó a que fue complicado tomar decisiones para poder salvar la vida de su esposa, quien se encontraba en estado crítico debido a lo invasivo que había sido el virus en parte por el asma y artritis que padece la mujer.

“Me dijeron que ocupaba más oxígeno y era lo máximo que daban las maquinas al estar intubada, por lo que optaron por aplicarle ECMO, una máquina que oxigena la sangre para que los pulmones descansen y se puedan recuperar”, señaló.

Solo dos semanas más de vida

Los pronósticos de los doctores nunca fueron alentadores, de manera reiterada le informaban que los pulmones de su esposa no mejoraban y que se mantuviera pendiente del teléfono ante cualquier fatalidad.

“Llegaron a decirme que ya no había esperanza, que planeara el último deseo de Reyna. Recuerdo que me dijeron que solo le iban a dar dos semanas más y no sabemos cómo pasó, pero sus pulmones se empezaron a curar”, explicó.

Fueron meses muy intensos. Realizaba al menos unas diez llamadas diarias al hospital, no cesaba las videollamadas, y canalizó todas sus energías en sacar adelante a sus hijos, y en cumplir con su trabajo como repartidor de cerveza.

“Me puse firme en que continuaran con el tratamiento, ya que sus órganos no estaba dañados, el único problema eran los pulmones, el personal médico me apoyó en todo y ahora somos como una familia”, aseguró.

La pareja advierte a las personas que no bajen la guardia, menos en estos meses en que los casos repuntan.

“La pandemia es real, aunque algunos se nieguen a creerlo”, dijo el hispano.

“A las personas que tienen algún familiar enfermo les digo que no paren de luchar, que encuentren la fuerza en sus hijos, sus esposas, esposos, y que nunca pierdan la esperanza”, agregó.