Nikki Haley suspendió su campaña presidencial hoy, miércoles, tras sufrir una rotunda derrota en varios puntos del país en el Supermartes.

En su mensaje, no apoyó la candidatura de quien fuera su principal contendiente, el expresidente Donald J. Trump.

“Ahora depende de Donald Trump ganarse los votos de aquellos dentro y fuera de nuestro partido que no lo apoyaron”, dijo en una comparecencia pública en Charleston, Carolina del Sur.

Haley, exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, fue la primera rival significativa de Trump cuando se sumó a la contienda en febrero de 2023. En la etapa final de su campaña advirtió de forma agresiva al Partido Republicano que no se alineara con Trump, que según dijo está demasiado consumido por el caos y los agravios personales como para derrotar al actual presidente, Joe Biden, en las elecciones generales.

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La salida de Haley allana el camino a Trump para centrarse en su probable repetición del duelo con Biden en noviembre. El expresidente va camino de conseguir los 1,215 delegados necesarios para obtener la candidatura republicana este mes.

La derrota de Haley es un doloroso pero predecible golpe para los votantes, donantes y miembros del Partido Republicano que se oponen a Trump y su combativa marca política de “Hagamos Estados Unidos grande de nuevo”. Era especialmente popular entre votantes moderados y con educación universitaria, dos grupos que probablemente jugarán un papel crucial en las elecciones generales. No está claro si Trump, que hace poco declaró que los donantes de Haley quedarían vetados de forma permanente en su movimiento, puede llegar a unificar a un partido con profundas divisiones.

Haley abandona la campaña por las presidenciales de 2024 tras hacer historia como la primera mujer en ganar unas primarias republicanas. Derrotó a Trump en el Distrito de Columbia el domingo y en Vermont el martes.

Había insistido en que se mantendría en la pugna hasta el Supermartes y recorrió el país haciendo campaña en estados que celebraban primarias republicanas. Al final no pudo trastocar el avance arrollador de Trump hacia su tercera candidatura republicana.

Los aliados de Haley señalaron que ya había superado las expectativas de la mayoría al llegar tan lejos.

En un principio descartó presentarse contra Trump en 2024. Pero después cambió de opinión y comenzó su campaña tres meses después que él, con argumentos como los problemas económicos del país y la necesidad de un “cambio generacional”. Haley, de 52 años, pidió más tarde que se hicieran pruebas de competencia a los políticos mayores de 75 años, una alusión tanto a Trump, que tiene 77 años, como a Biden, de 81 años.

Su candidatura tardó en recabar donantes y apoyos, pero finalmente resistió más que todos sus otros rivales del partido, como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el ex vicepresidente Mike Pence y el senador Tim Scott, también de Carolina del Sur y al que nombró para el Senado en 2012. Y el dinero fluyó hasta el final. Su campaña recaudó más de 12 millones de dólares sólo en febrero.

Haley ha dejado claro que no quiere servir como vicepresidenta de Trump ni presentarse en una tercera candidatura organizada por el grupo No Labels. Abandona la campaña con una posición reforzada a nivel nacional que podría ayudarla en un intento futuro de optar a la presidencia.

En los últimos días retiró su promesa de apoyar al que acabe recibiendo la candidatura republicana, que se había exigido a los participantes en debates del partido.

“Creo que tomaré la decisión que quiera tomar”, dijo en el programa de NBC “Meet the Press”.