EAGLE PASS, Texas. Cercas con alambre de púas, una barrera de contenedores de carga a lo largo del río Grande y patrullas de la Guardia Nacional de Texas. Todas son imágenes ya conocidas ahora en Eagle Pass, ciudad que se ha visto inmersa en una extraordinaria guerra territorial por las políticas migratorias.

Pero la creciente atención y los niveles récord de cruces ilegales hacia Estados Unidos han dejado una huella en esta pequeña ciudad fronteriza de Texas. El sábado se llamó más la atención cuando los manifestantes se reunieron en las afueras rurales para protestar contra las políticas fronterizas del presidente Joe Biden. El domingo, el gobernador de Texas, Greg Abbott, planea llegar junto con más de una docena de otros gobernadores republicanos que aplaudieron su enemistad con el gobierno de Biden.

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“Incluso hemos conocido a personas en Texas que no tienen idea de las cosas que están sucediendo aquí en la frontera”, dijo Amanda Clark, de 46 años, que estaba entre la multitud en una protesta de “Recuperemos nuestra frontera”.

La manifestación fue la señal más reciente de cómo una oleada de inmigrantes sin precedentes ha sacudido Eagle Pass, una ciudad en expansión de almacenes y casas en ruinas que muchos grandes minoristas han pasado por alto. La ciudad de unos 30,000 habitantes se ha convertido en los últimos años en un importante corredor para cruces ilegales, lo que la convierte en un objetivo para las autoridades de Abbott.

“Eagle Pass es más que sólo la crisis de inmigración que se ve en los medios”, dijo el alcalde Rolando Salinas.

Mission: Border Hope (Misión: esperanza en la frontera), un grupo que ayuda a los migrantes a establecer planes de viaje después de que la Patrulla Fronteriza los deja en libertad con citaciones para presentarse ante cortes de inmigración, ha visto cómo las llegadas diarias se redujeron a unas 20 en los últimos días, en comparación con picos de aproximadamente 1,200, dijo su directora Valeria Wheeler.

El refugio del grupo cerró antes del mitin del sábado por temor a posibles disturbios, a pesar de que los organizadores indicaron que planeaban una protesta pacífica.

Desde principios de enero, cuando Texas tomó el control del parque Shelby a orillas del río Grande (el río Bravo, como se le conoce en México), Eagle Pass ha estado en el centro de una lucha territorial entre el gobernador republicano de Texas y la Casa Blanca, controlada por el mandatario demócrata.

El parque municipal, formado por campos de juego y un embarcadero y situado al final del distrito financiero del centro y junto a un campo de golf, está cerrado. A los agentes de la Patrulla Fronteriza no se les permite la entrada.

Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, dijo el viernes que las acciones del gobernador eran “inadmisibles”.

Es inadmisible que un funcionario público se niegue deliberadamente a comunicarse, coordinarse y colaborar con otros funcionarios públicos al servicio de los intereses de nuestra nación, y que se niegue a hacerlo con la esperanza de crear trastornos para otros”, declaró Mayorkas en una entrevista con The Associated Press.

La comunidad se encuentra en el sector de la Patrulla Fronteriza en Del Rio, Texas, que suele ser el más transitado de las nueve divisiones de la agencia en la frontera. En diciembre, cuando se batió un récord mensual con casi 250,000 arrestos por entradas ilegales, Del Rio registró 71,095, sólo superado por Tucson, Arizona. San Diego, en California, fue el tercer sector más transitado.

Los visitantes pasan dificultades para encontrar habitaciones de hotel a medida que aumenta la presencia de las fuerzas de seguridad estatales, y las cadenas más económicas cobran más de 200 dólares por noche, indicó Jorge Barrera, presidente de la Cámara de Comercio de Eagle Pass.

“Obviamente a todo el mundo le gusta crecer”, apuntó Barrera. “Pero cuando es un poco demasiado rápido, para la comunidad es un poco difícil mantener el ritmo”.

El viernes no se veían migrantes en los campos de hierba del parque Shelby, mientras los efectivos de la Guardia Nacional de Texas desenrollaban alambre con cuchillas sobre los contenedores que salpican la orilla del río. Según el alcalde, en la víspera llegaron unas 200 personas, una cifra muy inferior a las registradas en diciembre.

Una dividida Corte Suprema permitió que la Patrulla Fronteriza corte los rollos de alambre colocados por Texas, por el momento, pero el estado sigue instalando más. El gobierno federal alegó que la alambrada obstaculiza su capacidad para patrullar la frontera y ayudar a los migrantes en problemas.

El gobierno de Biden aseveró a la Corte Suprema que “Texas ha impedido de facto que la Patrulla Fronteriza vigile la frontera” en el parque Shelby. Por su parte, las autoridades estatales defendieron la medida y el secretario de Justicia del estado, Ken Paxton, indicó que “seguiremos defendiendo los esfuerzos de Texas para proteger su frontera sur” de los intentos del gobierno federal para socavarla.

En un rancho a las afueras de Eagle Pass donde los simpatizantes de Abbott se reunieron antes del mitin del sábado, los vendedores ofrecían gorras y banderas inspiradas en el movimiento MAGA de Donald Trump. Un cartel casero decía: “El gobierno federal ha perdido el rumbo. Su trabajo es proteger a los estados”. MAGA son las siglas del lema de campaña “Make America Great Again” (devolvamos la grandeza a Estados Unidos).

Para Julio Vásquez, pastor de la Iglesia Luterana San Lucas en Eagle Pass, la campaña de Abbott es un desperdicio de dinero porque los migrantes están pidiendo ayuda.

“Los migrantes, como yo he dicho, no vienen armados. No traen ninguna clase de arma, solo vienen con las manos vacías pidiendo ayuda”.

Alicia García, quien lleva toda la vida en la ciudad y evita el parque, pero el viernes acudió al festival en el cercano puente internacional, cuestionó el valor de los esfuerzos del gobernador porque las autoridades estadounidenses dejan libres a muchos de los solicitantes de asilo para que defiendan sus casos ante los tribunales migratorios.

“¿Entonces para qué tanto show? Mejor, quiten todo el mugrero y no le paguen a tanta gente y como quiera se van a cruzar”, afirmó García, de 38 años. “Mejor quiten todo... si como quiera se van a cruzar”.