SONOMA, California. Más de un millón y medio de personas en el norte de California estaban sin electricidad el jueves, la mayoría por segundo día, después de que la compañía de servicios públicos más grande del estado cortara el flujo a más clientes para prevenir incendios forestales impulsados por el viento en medio del tiempo seco y los fuertes vientos que azotan la región.

A última hora del miércoles por la noche, la empresa Pacific Gas and Electric cortó la electricidad a más de 300,000 personas en el área de la bahía de San Francisco, donde los meteorólogos dicen que las ráfagas de viento alcanzaron velocidades de 70 millas por hora el jueves por la mañana en algunas colinas.

Los apagones, que comenzaron el miércoles, afectaron a medio millón de hogares y negocios al norte de la bahía de San Francisco, la región vinícola, el Valle Central y las estribaciones de la Sierra Nevada, donde un incendio en noviembre atribuido a PG&E mató a 85 personas y destruyó totalmente la población de Paradise.

Pacific Gas & Electric ordenó los impopulares apagones preventivos para impedir una repetición de lo sucedido los dos años anteriores, cuando las chispas de cables arrastrados por el viento provocaron incendios que arrasaron con miles de viviendas.

La disposición que trastornó la vida cotidiana -motivada por pronósticos de tiempo seco y ventoso- se debió a los incendios catastróficos que provocaron la bancarrota de PG&E y la obligaron a tomar medidas más enérgicas para prevenir las llamas.

PG&E inició los apagones el miércoles por la noche en la zona de la bahía, aunque no en la ciudad de San Francisco.

Una de las poblaciones afectadas es Moraga, en el condado de Contra Costa, donde se ordenó la evacuación de un barrio debido a un incendio en las colinas el jueves por la madrugada. Horas más tarde se suspendieron las órdenes de evacuación de unas 50 viviendas.

El apagón afecta en total a unos 734,000 clientes y podría afectar a un total de dos millones de personas. PG&E advirtió que podría durar varios días después del cese de los vientos debido a la necesidad de inspeccionar hasta la "última pulgada" de la red por helicópteros y trabajadores en tierra.