Miami. Un hombre residente en Florida, Estados Unidos, que tras ser tiroteado en 2010 dentro de su camión de venta de helados quiso buscar la justicia por su propia mano y acabó acusado de asesinar a dos hermanos latinos, fue condenado este viernes a cadena perpetua.

Michael Keetley, de 51 años y residente en el condado de Hillsborough (oeste de Florida), fue declarado culpable de seis cargos, cada uno de ellos con una condena mínima obligatoria de 25 años, por lo que cumplirá cadena perpetua “sin posibilidad de libertad condicional”, recogió el canal 10 Tampa Bay.

Tras un juicio nulo en 2020, un jurado encontró en 2023 a Keetley culpable de dos cargos de asesinato en primer grado por la muerte de los hermanos Sergio y Juan Guitrón, y de cuatro cargos de intento de asesinato de Daniel Beltrán, Gonzalo Guevara, Ramón Galán y Richard Cantú.

El doble crimen se produjo en la ciudad de Ruskin, en el citado condado, cuando Michael Keetley fue golpeado, tiroteado y robado por dos hombres enmascarados mientras trabajaba en su camión de helados.

El asalto provocó en Keetley tal sed de venganza que, posteriormente, el Día de Acción de Gracias de 2010, disparó en una vivienda a seis personas que creía culpables del robo, matando a dos de ellas, los hermanos Sergio y Juan Guitrón.

El acusado, que ha pasado ya más de 12 años preso, siempre mantuvo que era inocente de los cargos en su contra y que no fue el autor del tiroteo en una vivienda de Ruskin.

Keetley fue asaltado y robado mientras conducía su camión de helados y, según los informes, dos hombres enmascarados le dispararon cinco veces para llevarse $12 de botín.

Como consecuencia de los disparos, Keetley sufrió una incapacidad de por vida.

Según las investigaciones policiales, ninguno de los seis hombres tuvo nada que ver con el ataque al camión de helados.

Una de las fiscales a cargo del caso señaló en el primer juicio que Keetly llegó a la vivienda del tiroteo vestido de negro, con una camiseta con la palabra “Sheriff” (traducido a alguacil) y preguntando por alguien llamado “Creeper”.

Relató que los latinos, que estaban de fiesta, pues la noche anterior celebraban la Acción de Gracias, creyeron que era un agente e intentaron mostrar sus identificaciones, pero que él no esperó y comenzó a dispararles uno por uno.

“Él quería venganza”, subrayó la fiscal.